-Uno

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-Primer Latido

-justo cuando tropezó, ella apareció a su lado. Fue algo fortuito e inesperado, casi ridículo, porque primero dio un traspié y luego dos pasos intentando mantener el equilibrio. Además, se asustó. Eso fue lo que hizo que perdiera la verticalidad y, para no caerse de bruces, apoyó una mano en el suelo y acabó cayéndose de espaldas. O sea, quedó sentada en el suelo, mitad sorprendida, mitad avergonzada.

-¿Te has hecho daño?

-No.

-Dame la mano.

-¿Qué podía hacer? Se la dio y ella tiró de está con delicadeza, devolviéndola al mundo normal. Una vez de pie, ante todo comprobó su aspecto. Pero de reojo siguió examinándola. Era un poco más alta que ella, de contextura delgada; la polera permitía ver sus brazos y un abdomen plano. El cabello, muy negro, daba la impresión de ser a la vez muy suave. Pero sin duda lo que más fascinaba eran sus ojos, la nariz y sus labios, que formaban una simetría perfecta. Y esos ojos la miraban de una forma muy directa, especial; se dio cuenta en seguida.
En otras circunstancias le hubiera parecido atractiva.

-¿Estás bien?

-Sí, sí no ha sido más que el susto.

-Ibas distraída.

-Pensaba en mis cosas.

-Ya.

-Se enfrentó a su mirada, y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que ella estaba pálida, casi tan asustada como lo había estado ella en el momento de descubrir que iba a caerse. Sus ojos traslucían miedo, y eso confería a su rostro un extraño efecto que la desconcertó aún más.

- No me a pasado nada, en serio- se vio en la obligación de tranquilizarla.

-Bueno, pues...-vaciló ella como si ni supiese qué hacer.

-Gracias.

-Vale.

-Adiós, hasta luego- se despidió ella, dando por terminado aquel diálogo con sumida por los nervios.

Pero mientras se alejaba de ella, dejándola allí quieta, en mitad de la acerca, supo que seguía mirándola, y que en sus ojos permanecía aquella luz curiosa, expectante, tan distinta a todas las miradas, incluso tratándose de lo más natural: un admirador.
Una luz llena de sensaciones. Logró continuar andando sin girar la cabeza. Le costó, pero lo hizo, con un ejército de hormigas recorriendo su espina dorsal y un frío vacío en la boca del estómago. Después se metido en la panadería, una docena de metros más allá, y suspiró aliviada al sentirse a salvo, aunque no sabía de qué.

Buscando El Corazón-(Ariana Grande Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora