Capítulo 3

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"Se despierta en el mismo lugar lleno de luz, pero esta vez veía algo diferente, eran como árboles con hojas doradas, ella las toca y sonríe pues nunca había visto algo tan maravilloso. Mira alrededor y todo lo que anteriormente había sido blanco, era ahora un camino dorado. Echo a correr por ese camino y al final vio algo parecido a su familia, esta vez sin marcas extrañas en las manos y les sonríe, de repente se empiezan todos a desvanecer y ella se cae en un gran agujero negro gritando..".

Oigo voces extrañas.

-Ha sufrido un simple mareo, un bajón de azúcar creemos.

-¿Creen?

-Es lo más posible en personas de su edad, tranquilícese, en unas horas estará como nueva

-Gracias, doctor

Dejo de oír la voz del hombre y paso a oír solamente la de mi madre susurrando "mi niña..." y noto como sus suaves manos me acarician el pelo, siento que debo despertarme y lo hago. Abro los ojos y ella tiene los suyos recubiertos de lágrimas, me abraza suave y yo le aprieto un poco más tarde.

-Eh, tranquila. Estoy bien.- se me ponen a mi también los ojos un poco llorosos-

-Fui a tu habitación para darte las buenas noches y te encontré ahí -se le quiebra la voz e intenta continuar- pensaba que estabas...

-Mamá, me conoces, soy fuerte. Todavía vais a tener que aguantarme unos años más -bromeo-

Mi madre esboza una sonrisa y sale un momento de la habitación, cuando vuelve, Enar le acompaña y con mucho cuidado se acerca a mí.

-Ven aquí pequeñajo

Sube a mi cama con cuidado y nos abrazamos, le revuelvo el pelo y me sonríe.

-¿Ya estás bien? Te echaba de menos

-Claro, pequeñajo. En unas horas estoy en casa.

Veo que se asoma una sombra por la puerta y adivino que es el doctor, pasa dentro de la sala y le susurra a mi madre algo que  no llego a oír, ella se lleva a Enar y me quedo sola con el doctor que se sienta a mi lado.

-¿Hay algún problema, doctor?

-Sí, bueno, es insignificante pero tengo curiosidad

-Cuénteme

-Cuando te ingresamos y te hicimos el diagnostico, supimos que había sido un mareo, te habías golpeado la cabeza y tenias un poco de sangre, hasta ahí todo normal. Me fije un poco más en tu herida de la cabeza y descubrí que no era sangre, o si lo era, era negra. Miré tu mano y también estaba cubierta de lo mismo, cuando la limpiamos seguías teniendo una mancha negra de un color más oscuro que no conseguimos quitar -me miré la mano-. Dime, ¿escribes con tinta? ¿tienes algún problema  de cianosis?

Me quede muda, hasta ahora solo yo podía verla, no puedo contarle lo que soñaba a un desconocido, así que le cuento que mi madre por mi cumpleaños me regaló botes de tinta y que eran muy resistentes, por lo tanto costaba en irse la mancha. Desconfiado, se levanta

-Que tenga suerte, señorita Estad

-¿Como sabe el apellido de mi padre?

Y sin decir palabra, sale de la habitación.

Después de que  me den el alta, volvemos a casa los tres y mi madre prepara té. Me ofrece una taza y la acepto, me miro las manos, nerviosa, mi madre parece que también la ve aunque no pronuncia palabra sobre el tema

-Voy a dar un paseo

-No, Leah. ¿Y si te vuelve a pasar lo mismo? No por dios

-Me voy con Enar al campo de fútbol y si me pasa algo, está el

El cambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora