Ya había pasado una semana desde que tuvimos que huir de Navarra. Nos encontrábamos en una de las villas de José, estábamos en una residencia de un terreno a nombre de un español (un discípulo de José) por lo cual estaríamos seguros aquí por un tiempo. Yo estaba en mi habitación pensando lo ocurrido en los últimos días. Aún podía recordar la sangre de mi padre en mis manos, el cuerpo de mi madre perecer en los brazos de mi padre y el frío que invadió mi alma cuando las dos personas más importantes en mi vida se desvanecían ante mis ojos a pesar de haber estado rodeada por unas incesantes llamas. Mi vida en Navarra, mis seres queridos, todo lo que alguna vez había amado se desvaneció como si fuera un sueño. Me sentía traicionada, desesperada y sobretodo sin vida, sentí que entre los sucesos de ese día mi inocencia, mi felicidad, mi vida fueron quemados hasta las cenizas. Estaba tan devastada que no tenía interés en hacer nada más que comer o dormir. Mi estancia en este lugar y solo la podía comparar con en el infierno. No aguantaba este sufrimiento ni esta vida, tan solo deseaba que esto fuera una pesadilla, pero mientras más pasaba el tiempo me iba dando cuenta que está siempre fue la realidad. Estar de duelo es mucho más duro ahora que no tengo nadie a mi lado (significa estar de luto, o la etapa en la cual uno se ve severamente afectado por la pérdida que acababa de experimentar. Esto puede llevar a la negación, desesperación, depresión o todos los anteriores). La idea de morir era bastante tentadora, y los últimos siete días había intentado acabar mi vida en varias ocasiones.Recuerdo:
El primer día en este lugar intente tirarme por el balcón de mi habitación, pero alguien me sujetó al ver mis intensiones. Fue curioso ver que era el hombre que nos dio hospedaje, ya que apenas si nos presentamos y logró notar mis acciones. Luego mientras pasábamos por un río pensé en lanzarme ya que me encontraba al borde de una caída empedrada y si eso no era suficiente para matarme el río se llevaría mi cuerpo. Sin embargo mi tío me subió a su caballo y no me dio suficiente movilidad para escaparme. Lloré todo el viaje de vuelta fingiendo que estaba dormida. Eso pasó hace 3 días, pero ayer...
Ya habíamos cenado y me dirigí hacia mi habitación; sin embargo yo aproveché y me traje un cuchillo de la mesa. Una vez en mi habitación mire el afilado objeto pensando lo que estaba a punto de hacer. Lo apunte hacia mi abdomen (quería que la herida fuera en el mismo lugar en el cual Teo hirió a mi padre), lo agarre firmemente y cuando estaba apunto de clavármela sentí que me sujetaron los brazos. Era Ileana. ¿Cómo se había enterado de mis intenciones? Eso no importaba en ese momento, ya que yo estaba concentrada en arrebatarle el objeto de mi "salvación". Yo estaba desesperada por quitárselo y esto solo empeoraba las cosas. De repente comenzó a gritarme.
-Ileana: ¡No dejare que hagas esto!
-Veronica: ¡Esto no es de tu incumbencia, así que apártate!
-Ileana: ¡Si se trata de la vida de mis seres queridos por supuesto que me incumbe!Ileana muchas veces me despreciaba y vagamente recuerdo alguna vez en la cual me haya demostrado cortesía. Por lo cual me sorprendió el hecho de que me considerara un ser querido. En eso una voz se hizo presente. Llamando mi atención y la de Ileana.
-José: ¡Ileana aléjate de ella!
-Ileana: ¡De ninguna manera!
-José: ¡Ileana es una orden! (Ileana se alejo dudosa de mi hasta quedar detrás de José. Mientras yo lo miré confundida). Verónica haz lo que quieras. No te voy a detener, pero contéstame algo... (se quedo pensativo).
-Verónica: Solo dilo. (Dio un suspiro y habló).
-José: ¿De verdad quieres terminar tu vida? ¿De verdad piensas tirar lo más precioso que poseían tus padres como si fuera algo sin importancia? ¿¡De verdad te desharás del único recuerdo vivo de Ayres y Naia!?
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En el amor y la guerra
Historical FictionEl prólogo esta dentro del libro. Prohibido que la copien