Cenizas

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Durante el camino hacia la tienda de Gold, Emma transpiraba nerviosismo.

«Miss Swan, ¿puede dejar de hacer eso?»

«¿Hacer qué?»

«Golpear sobre el volante con sus dedos, me está poniendo nerviosa»

«¿Porque yo no lo estoy, no?»

«Al dejar la puerta abierta, era evidente que se daría cuenta de que alguien habría entrado en la tienda» le reprendió Regina

«¡Bueno, lo siento! ¡Yo no tengo la suerte de volatizarme cuando quiera! Fui pillada desprevenida»

«...no quiere decir que sepa quién ha entrado»

«¡Eso espero!»

«¿De qué tiene miedo? No la va a matar porque haya entrado en su tienda»

«Con lo que hay en esa tienda, habría que preocuparse» Regina puso los ojos en blanco «¿Qué?»

«No, nada»

«Es insoportable»

«Estoy muerta»

«Eso la hace aún más insoportable»

«¿Me echa de menos?»

«¿Pe...perdón?» balbuceó Emma

«Es lo que le dijo a Henry»

«Yo...Lo dije para consolarlo»

«Hm...»

«¿Y ese hm? ¡Es verdad!»

«Miente mal»

«Me reafirmo: es usted insoportable» Regina sonrió orgullosamente «Y además, ¡deje de sonreír por Dios!»

«¿Por qué?»

«¡Porque se supone que está muerta! No veo dónde está lo divertido»

«Querida, ese hecho parece perturbarla más que a mí»

«Solo...solo es que...se hace raro»

«¿Qué se hace raro?»

«Que ya no esté aquí»

Regina frunció el ceño y se giró hacia Emma.

«Me echa de menos»

Emma se quedó en silencio, mirando el horizonte. Pero al sentir la mirada insistente de Regina en ella, suspiró y finalmente confesó

«Sí. Sí, la echo de menos»

No supo por qué, pero, en ese momento preciso, al escuchar esa confesión, Regina se estremeció. No dejó ver ninguna señal, sin embargo y prefirió fruncir su nariz.

«Lo sabía»

«Muy divertida...»

«No sea tan aburrida»

«Lo que me irrita es...es que...»

«¿Qué?»

«No lo sé. No sé cómo murió. Rumpel...Gold...da igual....Es incapaz de acordarse y eso me vuelve loca porque Henry busca respuestas, así como yo, y soy incapaz de proporcionárselas. Se supone que soy la Salvadora y sin embargo, he fracasado. Ha sido usted quien nos ha salvado a todos y yo ni siquiera pude hacer lo mismo por usted. ¿Es eso? ¿Ese es el final feliz que todos esperábamos? Snow y David tiene su bebé, Gold y Belle se han casado, pero Henry y yo...Nosotros estamos...»

Se abstuvo de acabar la frase, sintiendo las lágrimas nublar sus ojos de nuevo. Regina habría podido burlarse de ella y de su sensibilidad extrema, pero la verdad era que ella misma estaba emocionada. Por supuesto, nunca lo reconocería, y menos aún frente a Emma. Pero debía reconocer que saber que Emma se preocupaba por ella la conmocionaba un poco.

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