Parte 1

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          22 de Diciembre de 1992

Querido amigo:

¿Recuerdas que te dije que no podría escribir más?, bueno, es así.
¡Pero Dios, necesito contarte esto! (eres la única persona que hasta ahora lo puede saber.) Además, espero tengas tiempo al leerme, esto será largo.

Bueno, quizá te preguntes cómo me está yendo, y la respuesta es que bien. No me puse tan mal como en primero, estoy superando lo de la Tía Helen, eh hecho algunos nuevos amigos, eh visto también al profesor Anderson, y eso me pone feliz. Su boda fue genial.

Como escribí en mi última carta, sí eh deseado que te fuese bien, porque lo mereces. Y sé que te ah ido bien, lo eh oído. Eres una buena persona.

Bien, me desvío del tema. En todo este tiempo que no eh estado con Patrick y Sam, me eh puesto a reflexionar sobre ellos. Y me di cuenta que Sam ya no me gusta. Es decir, fue mi platónica durante mucho tiempo pero... no lo sé. Y ahora que me di cuenta de eso, descubrí que en realidad me atrae Patrick (de la manera amorosa y... ya sabes.)
Desde la primera vez que nos besamos, me empecé a cuestionar sobre si de verdad me gustaba Sam, o siquiera las mujeres. Sé que en la carta en la que te lo conté escribí que lo había dejado besarme por ser buen amigo, pero había sentido otra cosa, como un pequeño cosquilleo que me pedía hacer más, pero no te lo conté, lo ignoré porque creí que había sido sólo por la situación (o incluso el morbo por besar a otro chico.)

Bien, ¡pasó algo genial!, Sam y Patrick vinieron el 17 a visitarme, dijeron que se quedarían hasta el 21 (estoy escribiendo esto en la madrugada, después de haberme despedido de ellos.)

Ese mismo día, fuimos a Big Boy y nos dormimos muy tarde. Al siguiente día, Mary Elizabeth se encontró con nosotros, eso también me puso feliz, y como de costumbre, no dejó de hablar. El 19 los cuatro fuimos al Big Boy en la mañana, casi siempre íbamos en la tarde o noche, así que era un tanto extraño.

Sam se sentó en frente de mí y sonrió, esperaba sentir aunque sea algo lindo, que me demostrara que sólo estaba confundido con Patrick... pero no pasó, le devolví la sonrisa por cortesía.

Estuvimos hablando sobre cómo les estaba yendo a ambos en la Universidad, Patrick contó que su habitación sí tenía esa pared de ladrillo descubierto que tanto quería, lucía muy feliz al decirlo.

Sam contó algunas novatadas pesadas, e incluso peligrosas. Mary Elizabeth también contó cosas, pero no presté mucha atención, hablaba tanto que me perdía en lo que decía. Mientras ella platicaba, comencé a observar a Patrick, me fijé en su cabello negro y rizado, en sus ojos cafés, en cómo hacía para verse tan lindo, su sonrisa, su todo -¿Charlie?- preguntó Sam -¿Estás ahí?-

Mary Elizabeth y Patrick rieron a carcajadas -¡Es como ese estúpido juego que aterroriza a los niños!- dijo este último.

Sam tardó un poco en entender -¡Es verdad!- y se unió a las risas.

Yo aún no entendía qué era tan gracioso. Fue como esa vez que quería una malteada.

Salimos de Big Boy e íbamos de camino a la camioneta de Sam, esta me tomó la mano -Estoy feliz de volverte a ver, Charlie.-

Tragué saliva -Yo también- escupí la respuesta.

Sam me detuvo y se acercó lentamente a mi rostro, iba a besarme -Oh no- pensé.

-¡Hey!- exclamó Patrick -¡Sam, no me robes pretendientes!-

Dios, gracias Patrick.

La última carta, creo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora