Mayo 1993
Apenas salió Adrien Burke del despacho de Albus Dumbledore, se acercó a su nieta para darle la noticia.
La decisión era definitiva: estaba expulsada de Hogwarts.
—Dumbledore me debía un favor, así que me he encargado de ello. Nadie sabrá lo que pasó —explicó su pelirrojo abuelo al terminar la conversación. Ella solo alcanzó a asentir con la cabeza, sin ser capaz de decir nada más.
La joven rubia, de apenas doce años, estaba destrozada. No, nunca estuvo cómoda en ese lugar, al contrario, se sintió como un bicho raro; incluso podía ser que una parte de ella estaba feliz de por fin irse. Pero eso no era lo que le dolía, sino, el daño que había causado.
Había puesto en peligro de muerte a sus dos mejores amigos, y como si fuera poco, también había tenido en sus manos la opción de ayudar a una niña inocente de una mala experiencia y no lo hizo, por egoísta.
Lo sentía y lo sentía muchísimo, pero no podía cambiar lo sucedido. En todo caso, agradecía que todo hubiera resultado bien para sus amigos. Y por eso, ni siquiera había peleado su lugar de regreso. Sus amigos estarían mejor sin ella, de eso no había duda, y sin sus amigos, muy pocas cosas hacían que Hogwarts valieran la pena.
En el camino hacia su casa ni siquiera se permitió llorar, no se lo merecía. Su abuelo no le había dicho nada más, tampoco había pedido explicaciones y eso la hacía sentir más culpable. Era consciente de lo mucho que él se había esforzado toda su vida por criarla. Siendo el único sobreviviente de su familia tras el primer apogeo de Lord Voldemort, él se había empeñado en cuidarla por sí mismo, con tal de guiarla lo mejor posible. Tanto así, que aún en su trabajo como Subministro de Magia, había preferido llevarla consigo que dejar que alguien más la cuidara.
Y ella había echado todo eso a la basura, por su ambición y su egoísmo.
Tras un viaje en silencio, la pequeña rubia se sorprendió al notar que no estaban en su casa, sino en la casa de sus padrinos: la Malfoy Mannor.
Tras una elfina guiarlos hacia la sala, Adrian Burke la hizo tomar asiento y prosiguió aa salir solo en busca de la pareja Malfoy.
—Recibimos la carta, ¿qué ha ocurrido? —preguntó Narcissa Malfoy hacia el Subministro, mientras se sentaba junto a su esposo en el comedor.
—Tengo mis contactos en el consejo, podemos hacer que Alyssa vuelva, eso no es problema —se apuró a decir Lucius.
—Nada de eso —los detuvo el anciano— la decisión fue definitiva y creo que fue la correcta —respondió con el tono serio y seguro que lo caracterizaba.
—Bueno, pero, ¿qué pasó? —preguntó de nuevo Narcissa.
Adrian Burke prosiguió a contarles lo mismo que le había contado el director de Hogwarts. La pareja Malfoy tuvo que fingir sorpresa, ellos ya sabían lo que su ahijada había hecho, es más, la habían impulsado a hacerlo. Lucius estaba orgulloso, según él, su ahijada había salido con la cabeza en alto. Narcissa, por el otro lado, se sentía culpable. Su dulce niña que había crecido sin dañar a nadie; su pequeña ahijada, la misma que solía ofrecer ayuda a toda persona que lo requiriera sin importarle nada, había hecho todo eso. Y ella lo había permitido, había dejado que la inocente y noble alma de su ahijada se destruyera, y se sentía en una enorme deuda por ello.
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Moonlight
FanfictionAlyssa Malfoy, tenía la nobleza en su espíritu por nacimiento. Pero eso cambió apenas puso un pie en Hogwarts. La brillante y dulce bruja se vio afectada cuando sus compañerxs de Slytherin, la que era su casa, empezaron a molestarla por no encajar y...