Prólogo

289 5 2
                                    

Salem

1868

Brujas eran quemadas en la hoguera.

    —Quemen a las brujas—decían los aldeanos.

     Colocaban a las brujas y las ataban junto a una gran estaca de madera y las quemaban enfrente del pueblo. Tomaban los cuerpos incinerados de las brujas y los tiraban en los bosques, como si esas vidas no valieran ni más ni menos que una vida humana, algunas eran ahogadas en el río, pero era estúpido eso ya que las brujas no morían en el agua, solo podían descansar y ascender en fuego. A otras las colgaban, eso tampoco funcionaba.

    Una vez creídas muertas en la fría y tenebrosa noche, las brujas de todo el pueblo del pequeño Salem salieron para reunirse en lo más profundo del bosque oscuro.

    Había muchas brujas, de todos los colores y tamaños. Algunas, como las Urpías, dejaban su forma humana para convertirse en lo que en verdad eran.

    Crecían unos centímetros más que las brujas promedio, y eran las más temidas entre la comunidad Wicka, las Urpías en vez de pies tenían garras largas como las de un pájaro. Alas tan grandes con puntas tan afiladas que eran capaz de matar a un humano. Su cara se convertía en un azul pálido, les crecían ojeras y ojos rojos con iris negra destellaban, como fuego. Sus dientes eran tan afilados que podían cortar cualquier cosa.

    Ellas no se avergonzaban de lo que eran, pero tenían que ocultarlo a los ojos de los mortales.

    Hicieron una fogata grandísima, y miles de mujeres se reunieron alrededor de ella.

    Había una mujer bella, con ojos azul celeste hermoso, entre la comunidad de brujas era llamada Elena: la bruja más poderosa de ese pueblo.

    —Necesitamos hacer algo, hermanas—su voz se quebraba. Ella recordaba a su hermana muerta en la hoguera, todas en ese lugar habían perdido a alguien. —Estamos cayendo, cada vez mueren más y más. Personas inocentes también han muerto, los mortales acabarán con su sociedad. 

    Entre las personas que habían muerto por los juicios, estaban personas normales, sin ninguna deformidad.

    Personas que no merecían morir.

    —Algunas han logrado salir del pueblo, con sus hijos. Pero nosotras estamos en problemas, necesitamos actuar, antes de que nos maten a todas.

    Muchas hablaron al mismo tiempo, había un griterío enorme, pero no les preocupaba eso, podían gritar y gritar y nadie podría escucharlas. Estaban lejos del pueblo.

    Algunas gritaban, otras, lloraban por sus familiares ya muertos.

    Hasta que una chica, de unos 16 años habló:

    —Maten a los humanos.

    Esas palabras helaron la sangre de muchas, nadie le explicaba las reglas a la pequeña Bruja.

    Una bruja nunca podía matar a un humano, esa era una regla esencial. Los humanos y los Brujos han vivido durante mucho tiempo en paz, aunque en secreto.

    —Niña—dijo Elena—no podemos hacer eso. El reglamento dice…

    —A la mierda el reglamento—dijo—Somos brujas, y somos poderosas. Podemos hacer que ellos ardan como las nuestras lo hacen.

    — ¿Cuál es tu nombre pequeña bruja?—preguntó Elena.

    —Danielle—dijo—Danielle Millan.

      Elena se sorprendió.

    Hasta donde ella tenía entendido, los Millan habían muerto todos. Los Millan conformaban a Tyler Millan, el esposo de Darla. Tenían una hija llamada Danielle, habían sido quemados hoy al atardecer.

Cruel WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora