Kuchel Ackerman

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La inexistencia de luz natural en la ciudad subterránea ha provocado que los días pasen sin notarse. Algunas personas han llegado a morir sin conocer lo que es el sol o la luna, Kuchel sabía esto de sobra. Una vela fue encendida en la oscura habitación, una corriente de aire cruzó por la puerta abierta, iluminando la pequeña figura que se instaló en la misma. Kuchel sintió su corazón hecho trizas al ver la silueta esquelética de su primogénito de ocho años, el constante castañeó no le pasó inadvertido.

—Ven, cariño —Le llamó abriendo los brazos—. Con mamá ya no sentirás el frío —Rápidamente el niño cerró de golpe la puerta, corriendo a los brazos de su madre. La mujer se dedicó a peinar el cabello de su hijo, arrullándolo. La culpa la invadía a cada momento, porque fue ella quien aceptó dar a luz, aun sabiendo que el padre (uno más de sus clientes de familias adineradas) no se haría cargo de él. No se arrepentía de tener a Levi, a pesar de las condiciones en las cuales vivían.

Una prostituta de la ciudad subterránea no tenía nada que ofrecerle, podría haber seguido el consejo de sus compañeras y darlo a una familia adinerada de la superficie (frecuentemente estos solían tener algunos problemas de concepción) para que le dieran una vida digna a su hijo, aunque se aferró a él después de tenerlo por primera vez en sus brazos. Ese pequeño se volvió su razón de ser y de vivir. Fue el motivo por el cual se ha esforzado tanto en darle una mejor vida, claro, tanto como sus posibilidades –y trabajo– se lo permitían.

Atrajo a Levi con más fuerza a su pecho, antes de levantarse y acomodarlo en la cama, se alejó de él cuando la tos la atacó otra vez, a ese paso, no faltaría mucho para que la enfermedad que la aquejaba terminara con ella. Kuchel sabía que su muerte sería lo de menos en ese lugar tan lúgubre, una muerte más no importaría, le afligía pensar que su hijo tuviera que sufrir por su ausencia. Después de calmar el picor de garganta ingreso a la casa nuevamente, no trabajar le empezaba a afectar, su hijo comenzaba a pasar más hambre y las medicinas que empleaba se terminaron. Asumía que en el burdel le negarían el acceso al trabajo hasta que estuviera sana.

Se dispuso a reacomodar sus pocas pertenencias, buscando algún objeto de valor que pudiera vender para alimentar a su pequeño. Encontró, escondido entre ropas viejas, el emblema familiar que provocó que terminara en aquel lugar, lo apretó con fuerza entre sus manos, podría venderlo, valía una fortuna, no dudaba de ello, pero sacarlo, la idea de que la persona correcta lo vea, significaría su muerte inmediata, peor aún, la de su hijo. Tragó saliva, cavilando las desdichosas posibilidades, levantó el collar, colocándolo frente a la vela, Kuchel podría jurar que ese objeto se burlaba de ella, sin pensarlo, lo lanzó al rincón más alejado.

—No quiero tener nada que ver con ese maldito apellido nunca más —prometió guardando todas sus cosas y olvidándose de todo aquello que le recuerda a los Ackerman.

***

Los días comenzaron a pasar con más rapidez, Levi tenía que salir a buscar algún alimento para su madre, quien cayó definitivamente enferma, la ausencia de comida sólo empeoró su estado, en ocasiones el simple acto de levantarse de la cama le causaba mareo. Poco le faltaba a Kuchel para morir de inanición, aborrecía la idea, sobre todo que su hijo tuviera que lidiar con un cadáver.

Kuchel comenzó a sentir como se marcaban los huesos en su abdomen, pese a que ese sería su mayor problema, le atormentaba más los pronunciados huesos del infante. Cada vez que este le ofrecía alimento, lo rechazaba, alegando que carecía de apetito, esperando que este, comiera más. La resignación se volvía mayor con el paso del tiempo, su inminente muerte le parecía más cercana, habría deseado que Kenny, su hermano, estuviera ahí para cuidar de Levi, le entristecía recordar que probablemente él estuviera muerto.

—Mamá —La voz de su hijo le trajo levemente al presente. El límite entre la consciencia e inconsciencia se difuminaba al paso de los días. Entreabrió un poco los ojos, todo se veía borroso, la figura pronunciada del niño ocupo su campo de visión—. Mira, he conseguido mucha comida —Contó emocionado, alejándose para preparar la mejor comida que tendrían en semanas—. También un poco de medicina, así que come para que puedas tomarla —Kuchel volvió a cerrar los ojos, preocuparse por los problemas en que se metió Levi para llevarle comida la agotaba en vano, porque el niño no dejaría de hacerlo por mucho que ella le rogara. Minutos después sintió la cama hundirse—. Bebe —ordenó el infante acercando un vaso con té a los labios de su madre. Con esfuerzo, la mujer logró tragar, al principio tosiendo por el contacto del tibio líquido que calentó un poco su cuerpo, se preguntó a quién tuvo que robarle su hijo para conseguir aquel té. Y así continuó, hasta que terminó con el contenido del vaso. Levi, satisfecho, se dispuso a cortar pequeños pedazos de pan.

—Cariño —Kuchel se sorprendió del sonido que hacía su propia voz—, ¿dónde conseguiste todo esto? —preguntó pausadamente. Lo último que quería era ver a la policía militar arrestando a su hijo.

—Es más importante que comas —respondió metiendo un pedazo de pan en la boca de su madre antes de que esta hablara. Suspiró, introduciendo otro trozo en su boca, pensando en cómo decirle a su madre. "Unos desconocidos me ayudaron, al intentar robarles", no sonaba una historia muy creíble, en momentos, ni siquiera él llegaba a creerla, ya pensaría en una forma de devolver lo que le han dado, por ahora, su prioridad era ver a su madre recuperada.

La medicina se terminó, el alimento le siguió más rápido de lo que Levi esperó, no quería volver a robar en las calles. Mientras su madre dormía buscó entre sus pocas pertenencias algún objeto de valor que pudiera vender. Nada. Sólo encontró ropa vieja.

—Maldición —renegó golpeando con el pie uno de los escasos muebles que acondicionaba el apartamento. Un tintineo llamó su atención, inmediatamente buscó al responsable del sonido. Metió su mano debajo del mueble, palpó el suelo hasta dar con el causante de todo, haló del cordón que sintió, observó dubitativo—. ¿Será de valor? —Cuestionó para sí. Antes tendría que verlo adecuadamente, acercándose a la luz, pudo notar el emblema grabado. Puede que Levi careciera de conocimiento sobre piedras preciosas y metales, pero con su corta edad, hasta él sabía que aquel collar tenía un gran valor.

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¡Hola! Es la primera vez que subo un fanfic aquí... esto es raro. xD

Espero que les guste, no olviden votar y comentar si les gusta :)

Sangre Ackerman (HIATUS INDEFINIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora