Volvía a caminar entre la gente, sin rumbo fijo. Como siempre nadie me veía. Desde hace ya un tiempo nadie parece verme, es como si el mundo entero se hubiera puesto de acuerdo para ignorarme.
Volví a casa, todo seguía silencioso. Hacía días que mis padres no volvían a casa, pero bueno, eso no es que fuera tan extraño. Desde hace años, siempre se ausentaban durante días, incluso semanas, pero siempre acababan volviendo así que no le daba mucha importancia.
Fui a mi cuarto, mañana tenía examen de historia y aún no había estudiado nada. Aunque eso tampoco me preocupaba, ya que los profesores también parecian ignorarme y estaba segura de que mañana, con un poco de suerte, conseguiría librarme del examen.
Me acosté en la cama y cerré los ojos. Ya no recordaba la última vez que había hablado con alguien, la última vez que había sentido la necesidad de comer, la última vez que había conseguido conciliar el sueño. Ya no me siento yo. Tengo que conseguir averiguar de una vez que rayos me pasa, esta enfermedad o lo que sea, está acabando conmigo, me estoy empezando a volver loca.
Volvía a caminar por la calle, de nuevo invisible entre la gente. Me paré en un semáforo junto a la gente que me rodeaba a esperar que se pusiera en verde para poder cruzar la calle.
Sentí unos ojos mirándome. Hacía siglos que no sentía esa sensación. Miré hacia todas la direcciones buscando al dueño de aquellos ojos. Justo delante mía, al otro lado de la calle, se encontraba el dueño.
Era un chico aproximadamente de mi edad. Permanecía quieto, mirándome fijamente con sus oscuros ojos negros. Sentí un escalofrío rrcorrerme la espalda.
El chico comenzó a andar hacia mí, ignorando el tráfico de coches a su alrededor.
De repente sentí un terrorífico miedo recorrerme. Girando sobre mis talones, corrí, corrí y corrí, lo más rápido que pude.
Seguía sintiendo aquellos ojos mirarme, sin perderme de vista. Por más que corría y corría aquella sensación no desaparecía.
Al girar la siguiente esquina, choqué contra alguien. Subí la mirada y me encontré con aquellos ojos negros. En cuanto nuestras miradas se cruzaron lo entendí todo, por fin la muerte había venido a buscarme.
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Final.
SpiritualVolvía a caminar entre la gente, sin rumbo fijo. Como siempre nadie me veía. Desde hace ya un tiempo nadie parece verme, es como si el mundo entero se hubiera puesto de acuerdo para ignorarme.