T r e s

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Los rayos se escuchaban a lo lejos, podía escuchar aun entre el bullicio el chispeo de estos al caer en tierra. Me estremecí por completo cuando escuche el desgarrador grito de mi madre a lo lejos, estaban en una batalla allá arriba, la piel se me puso de gallina pero tuve que aguantarme las ganas de llorar frente a mis protectores.

- ¡Sybil, ahora! –mi protectora abrió las puertas de la cueva. A pesar de su larga edad, aun se mantenía a lado de la familia real protegiéndola.

- Es hora, Mad –ordeno ella. Mire atrás tragándome las ganas de llorar porque dejaba a mi familia abandona mientras huía cobardemente. Los guardias estaban con sus espadas en alto a la espera de algún atacante mientras vestían sus corazas bañadas en plata las cuales protegían sus cuerpos.- Madison...

Me monte sobre el lomo del oso polar y sin esperar alguna orden más este comenzó a correr, la brisa helada golpeaba mi rostro y hacia que pequeñas partes quedaran escarchadas de hielo. Mi largo vestido de seda se movía al compás de la brisa mientras me aferraba a al pelaje del oso.

Cuando empecé a escuchar los rayos a metros de mí, entre en pánico por completo. Escuchar aquel sonido solo significaba algo, me estaban siguiendo.

Mire a mi derecha cuando el sonido de caballos se hizo presente. Sus rostros tapados, vestiduras extrañas, sobreros, látigos y armas fue lo que llamo mi atención.

Mi madre una vez me había contado sobre ellos, era la cacería salvaje, antiguos espíritus cabalgando sobre rayos. Cualquiera que se atravesara en su camino seria raptado y llevado lejos de su casa o algunas veces moría.

Mi tape la vista cuando un rayo cayó casi encima mío. El oso perdió el equilibrio y todo paso en cámara lenta, me encontraba volando por el aire mientras uno de los cazadores estiraba su látigo. Anticipándome a la fuerte caída, saque de mi espalda la daga para defenderme pero cuando iba aproximándome al suelo solo pude sentir como pequeños fragmentos me envolvían, asustada por lo que ocurría mire atrás viendo como mi madre cabalgaba hacia mí.

No, no, no. Se iba a sacrificar por mí.

- Madre, no-

Ni siquiera pude terminar la frase cuando ya no me encontraba en mi reino helado sino en otra parte, de hecho era un lugar extraño ya que una luz brillaba demasiado, no me dejaba abrir bien los ojos y sentía como podía quemarme la piel, nunca antes la había sentido y era irritable.

Nunca antes había salido de mi reino y era extraño ver algo nuevo ante mis ojos, los arboles tenían hojas, habían insectos revoloteando por todos lados. Era un lugar diferente para mis ojos.

 Era un lugar diferente para mis ojos

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LA REINA DE HIELO [LIAM DUNBAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora