Capítulo 1

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Solo un par de días para navidad... y aquí me encontraba.

Frank Sinatra cantaba de fondo "That's life" en mi reloj alarma, pero apenas lo escuchaba...

Tirada en mi cama mirando cómo el ventilador de techo giraba y hacía un ruido espantoso, mientras afuera la temperatura estaba casi llegando a los cuarenta grados centígrados. Bonito, ¿no?

Eso es lo que tienen estas fechas en el hemisferio sur. Se festeja y se come como en invierno, pero sofocándose en los días más calurosos del año.

Pero yo no estaba así solo por el asfixiante clima en plena ciudad. No.

Lo mío venía de antes. De cuatro meses antes, para ser más precisa.

Cuatro meses desde que había suspendido mi compromiso con Tomás, con todos los preparativos listos, el salón reservado, las invitaciones enviadas y el primer mes de alquiler pago de nuestro nuevo departamento.

Si hasta habíamos comprado unos sillones adorables de color blanco que iban perfectos con la decoración de la sala.

Yo solo tenía que hacerme una prueba más de vestido, y ya estábamos. Era vintage y tan bonito... recuerdo que fue verlo y quedar absolutamente enamorada del modelo. Blanco con gran caída y encaje bordado en piedritas brillantes, y otras opacas que parecían perlitas. Por el precio, tal vez lo fueran.

Tenía un cinturón fino que lo cortaba a la altura de la cintura, y unas manguitas delicadas, que le daban un aspecto lánguido y fino que era lo que más me gustaba.

Sabía que a Tomás le encantaría.

Tenía un gusto conservador, elegante y clásico, así que no tenía dudas.

Además, tenía la aprobación de mi suegra, que justamente aquel maldito día me había acompañado a que me lo midieran.

Olga había insistido, y ahora la tenía conmigo en la tienda, emocionada hasta las lágrimas al verme frente al espejo con tan bonito vestido.

—Sos la novia perfecta para mi hijo. – había dicho y yo sonreí.

Sonreí. ¡Ja!

Me encantaba la idea de ser perfecta para Tomás. Él que siempre había sido tan perfecto en todo.

Primero en su clase y reciente socio de uno de los estudios de abogados más importantes, tenía un curriculum ejemplar. El hijo prodigio de la familia, adorado por todos, hasta por mis padres, que a veces parecían quererlo más que a su propia hija.

Llevábamos siete años de novios, de una relación tan estable, que el matrimonio iba a ser solo una formalidad.

A los veinticuatro años, me sentía casada ya, y cómoda con la vida que llevábamos.

Pero claro, fiel a su estilo, tenía que seguir con las tradiciones impuestas.

Ya tenía su título, su trabajo, un carro último modelo, su novia de toda la vida, y eso era lo que faltaba.

La boda, el nuevo apartamento, y los niños. Que no tardarían en llegar. Lo habíamos hablado, y en nuestros cronometrados planes, estaban agendados para el año próximo. Cuando hubiéramos tenido tiempo de viajar un poco, trabajar y sentirnos a gusto con nuestra rutina.

Todo iba sobre ruedas.

Yo no podría haber encontrado a un mejor candidato. Lo quería con locura, y había sido mi primer –y único– hombre. Pero además de eso, era un partidazo.

Dulce, cariñoso, siempre considerado y caballero, me llenaba de detalles bonitos y recordaba todas nuestras fechas especiales.

Cocinaba, le gustaba hacer la limpieza y aceptaba el hecho de que aun no me hubiera recibido, y quisiera tener un trabajo de medio tiempo. Era vegetariano, y amante de los animales...

Ese maldito vestidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora