Primeros Días

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La familia se dedico al mantenimiento de su nuevo hogar los primeros días, paso de ser un hogar en ruinas a una maravillosa casa, tenía tres habitaciones, una para Thomas, otra para los padres y la otra para la próxima niña que nacería en un mes o dos. El padre de Thomas no se encontraba bien de dinero, había sido marine hasta hace unos meses, Thomas nunca supo por que ya no lo era. La madre no tenía empleo y por lo que tenía entendido Thomas ella nunca había trabajado, sus padres fueron novios en el colegio. No tuvieron para ir a la universidad, aunque su padre no tenía trabajo, salía de vez en cuando de noche y regresaba tarde o a veces volvía en un día o dos.
Al sexto día Thomas observaba por la ventana a los demás niños, cosa que hacía desde el primer día.
—¿Por que no vas a jugar con ellos?— pregunto la madre —Aprovecha que tu padre salió temprano hoy de la casa.
—No lo se mamá, ¿y si no les agrado?
—No digas bobadas, además mira—la madre se acerco y le señaló con el dedo. —Esta esa niña tan bonita—Thomas no puedo evitar sonrojarse —¿Como es que se llama?.
—Se llama Abigail mamá.
—En dos días entras a estudiar para entonces es mejor que ya tengas amigos — la madre mientras le hablaba lo iba empujando hacia la puerta. —Vuelve más tarde.

La puerta hizo un chirrido a la espalda de Thomas, el día estaba un poco nublado, los niños jugaban fútbol americano con un balón muy viejo. Thomas se acerco silenciosamente las piernas le temblaban por la expectativa. Al llegar los niños lo ignoraron, solo murmuraban entre ellos y no paraban de jugar.
<fue un error salir, mamá por que eres así>. Ya se disponía a devolverse, cuando una dulce voz le dijo.
—¿Te vas a quedar parado solo mirando?
Los ojos de Thomas se cruzaron con los de Abigail, él solo se quedó mirándola y se dejó llevar por sus pensamientos.
—Hey, bobo acaso no hablas— dijo un niño regordete. Al parecer el comentario fue de lo más chistoso, todos los niños rieron.
—Si, quiero jugar gordo— la respuesta enmudeció a todos, incluso Abigail que se había reído tomo expresión seria.
El niño regordete cambio de expresión y se dirigió hacia Thomas, se acerco hasta que sus caras quedaron tan cerca que se sentía su mal aliento, además de su mal olor corporal. —Como me llamaste.
—Tu me escuchaste bien—Thomas tenia expresión seria y tranquila, aunque el niño gordo era más grande que él.
—Esta bien, jugarás — una sonrisa enmarcó su cara — Abigail el nuevo esta en tu equipo.
—¿Por qué? Se ve que no juega bien, no es justo — Thomas pensó que aún que lo menospreciara de esa manera seguía siendo linda, la siguió con la mirada captando cada gesto que hacía la niña.
—Tu fuiste quien le hablo.
Abigail encogió los hombros. —Ya que, espero que sepas jugar.

Los niños se formaron en línea, los equipos eran cuatro contra cuatro, sacaría el equipo de Abigail. Se hizo silencio… Abigail lanzó el balón hacia Thomas, por poco le da en la cara, corrió hacia el frente, un niño lo iba a embestir, los esquivo por la izquierda, el gordo se acercaba dispuesto a atropellarlo, Thomas lanzó el balón hacia un compañero, pero aún así el gordo no detuvo su carrera, Thomas lo alcanzó a esquivar por poco aunque recibió un golpe en el hombro.
—¡Si!
Abigail tenia una gran sonrisa, <Es hermosa> Pensó Thomas cuando la vio celebrando, no se dio cuenta como, pero al parecer habían anotado.
—No eres tan malo después de todo.
—Gracias — titubeo, su voz era frágil, se sonrojo y se dio cuenta que era la primera vez que él le hablaba. No, no fue la mejor impresión, no con esa voz temblorosa —Tu tampoco eres mala — su voz sonó más segura, Thomas se sintió mejor al arreglar su error.

Los niños se volvieron a formar en línea, el equipo de Abigail iniciaría de nuevo.
—Saca tú —Abigail le entrego el balón, miro al frente el niño regordete lo miraba fijamente… Lo tiro a una compañera y arrancaron a correr, Thomas no le quitaba la  mirada esperando el pase, la niña esquivo a un niño rival y lanzó el balón a Abigail, quien lo recibió y esquivo a otro niño… Un fuerte golpe en la cara, el niño gordo embistió a Thomas con gran fuerza dándole un codazo en un pómulo y arrojándolo al suelo con la fuerza de su cuerpo, Thomas quedó sin aire mirando el cielo.
—Estas bien— De nuevo la dulce voz, Abigail le dedico una sonrisa y le extendió la mano , sintió que el dolor disminuía, quizás por distraerse en ella.
—Si, estoy mejor gracias a ti.
—¿A mí?
—Si, a ti.
—No entiendo.
—Tu sonrisa… es hermosa.
Abigail se colocó roja, enmudeció. Luego le respondió —Si claro bobo, vamos a jugar mejor.

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