3-Un golpe de no tan suerte

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"Bienvenidos a Peflanla"

Sobre un muro enmarmolado rosado y con una caligrafía exquisita de color dorado, es lo único que te puedes encontrar antes de pisar el instituto, la bienvenida.

Desde que entre a este centro siempre me he preguntado ¿de dónde han sacado ese nombre tan ridículo? Y lo que es aún peor ¿¡Quien habrá tenido las narices de ponérselo!?

El instituto es demasiado grande, su fachada de color rojo y sus grandes ventanales hace que el edificio tenga un aspecto elegante e importante a la vez, lo maravilloso de este centro es su campus, el césped natural hace que este lugar sea vea aun mas luminoso y grande de lo que es, los alumnos cuando no están en clase se pasan la mayor parte de su tiempo tirados en la hierba o haciendo lo que les venga en gana como ahora mismo.

Debe de haber más de trescientos alumnos por el campus, algunos pasean por el suelo empedrado, otros ligan, algunos se sientan en césped a hablar, las animadoras mueven sus pompones y se preparan para el curso que esta por venir y otros simplemente tratan de hacer nuevas amistades.

Me paro justamente en la entrada, debajo de un gran arco de medio punto que separa el instituto del exterior. Observo todo muy bien y doy un suspiro de felicidad, por fin empieza la rutina.

Comienzo a caminar hacia la entrada del pabellón principal.
Por dentro es todo muy claro, el suelo blanco y brillante, las paredes lisas del mismo color... Lo único que marca la diferencia y llama la atención son las taquillas que tienen un color rojo sangre. He de decir que mi instituto, desde mi punto de vista es maravilloso.

-¡¡Emma!! ¡¡Emma!!- oigo una voz súper chillona y noto perfectamente que viene corriendo hacia mí y reconozco esa voz a la velocidad de un rayo.

-¡¡Bonny!! ¡Que cambiada estas, te ha sentado súper bien el verano!

-Muchas gracias- me lanza una sonrisa tímida y noto perfectamente como sus mejillas se ponen sonrosadas, la chica que ha hecho desaparecer sus gafas y aparatos continúa su discurso - Quería comentarte una cosa, ¿Sigues queriendo ser presidenta del club de teatro y directora del periódico?

-¡Obviamente! Hemos cambiado de curso, no de ideas cielo, sigo queriendo estar en todos los mismos grupos del año anterior.

-Vale de acuerdo -apunta algo en su libretita color canela- ya no te molesto más- Me sonríe y con la mismas se da la vuelta y se va.

-Chao

Continúo mi trayecto en busca de mi nueva clase. Después de diez minutos no la encuentro, ¡maldita sea!, llego tarde y no se donde está, me estoy poniendo de mala gana.

Por un pasillo me encuentro a una conserje llamada Esther o al menos eso pone en la placa que lleva al pecho.

-Perdone, ¿el aula 27?  Llevo media hora buscado y no se donde encontrarla.

-Está en el ala derecha y usted esta en el edificio principal- Me explica ¡¡Como si fuera nueva en el instituto!!

¡¡Con razón no encontraba la maldita clase!! ¡¡Seré tonta!!

Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, paso por el enorme pasillo que separa el edificio principal de lo demás.

Miro el reloj y... ¡Madre mía! Llego 15 minutos tarde, esto no puede ser, primer día y no llego a clase nada temprano, ¿¡Qué impresión le voy a dar al profesor!?

Miro el reloj sin prestar atención al camino, resoplando y por si fuera poca mi desdicha, de repente me encuentro en el suelo con un imbécil de ojos verdes aceituna y muy intensos mirando fijamente los mios como si fuesen algo raro y que él no hubiese visto nunca.

Princesa Sin CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora