Autocontrol.

9.2K 1K 1K
                                    

¿Por qué todo había acabado así? No tenía ni puta idea.

—Espera, Kacchan... ¡Ah, ah! ¡Eso hace cosquillas!

Tal vez todo comenzó cuando tenían cuatro años, cuando por primera vez usó su Quirk no solo para causar admiración y envidia, sino para dañar al pequeño pecoso que lo seguía de lado a lado con los ojos verdes brillando de la fascinación. Quizás fue años más tarde, cuando los ojos verdes ya no tenían tanto de aquel brillo, cuando lo perdía por completo a causa de los insultos y golpes que lo atacaban. O cuando el brillo que había comenzado a extrañar de nuevo estaba presente, aunque quizás ya no era dirigido hacia él.

Tal vez cuando se dio cuenta que quería ser el único en el mundo de Deku que pudiese ver aquel brillo.

Sin embargo, en realidad no había comenzado en ninguno de esos años. No al menos la situación en la que se encontraban ambos en esos mismos momentos, con Katsuki intentando librarse de las garras de Izuku, que se aferraba a sus cabellos, soltando risitas bobas porque no se esperaba que aquellos pinchos extraños fuesen tan suaves y agradables al tacto.

La verdadera razón era porque, aún ambos viviendo solos, por alguna razón del destino (Bakugou se lamentó su milagrosa/asquerosa suerte), los dos habían vuelto a vivir del mismo lado de la ciudad, a solo unos cuantos metros de distancia, tanto que incluso algunas veces se topaban dentro de la tienda de conveniencia que quedaba en medio de los dos apartamentos, con el sonido de la caja registradora de fondo salvando al rubio de que el pecoso no oyese sus latidos bombeando a toda prisa cuando aparecía de la nada en frente de él.

— ¡Midoriya cayó muerto! —oyó gritar a Denki, haciéndose oír en medio de las risas y chillidos.

— ¡Es el primero, el primero! —exclamó Mineta, maravillado por no ser el único demasiado débil con la bebida.

Se había mantenido apartado, ignorando las conversaciones y deseando irse a casa para ver si en el camino se encontraba con algún villano de pacotilla para patear algunos cuantos traseros, pero aquellos gritos llamaron su atención antes de que hiciese el mínimo movimiento.

Dejó su propio vaso de cerveza a medio terminar sobre la mesa de aquel recinto, alzando la mirada para verlo por fin luego de un rato de haber perdido su ubicación, encontrándolo en medio de un gentío de personas, durmiendo en el suelo con una cara de idiota feliz y con una botella de alcohol a un lado derramándose por al alfombra, igual a la baba que caía por un costado de su boca.

Patético.

Sí, era patético, tanto que incluso se había molestado por verlo babeando ahí inconsciente, con Todoroki apareciendo de la nada pretendiendo cogerlo en brazos y llevarlo a casa, ¡a casa! Como si Katsuki fuese tarado y no supiese que el imbécil de dos caras ya le tenía puesto el ojo al que venía siendo su presa desde hace un tiempo. Pero no podía hacer nada, no cuando todos los que alguna vez fueron sus compañeros y creían que su odio hacia Izuku se mantenía vigente estaban allí, no cuando nadie sabía que se estaba casi explotando internamente con tal de no ir y llevárselo y matarlo por ser un mocoso descuidado.

No obstante, su casi inexistente cariño hacia Kirishima subió un escalón cuando éste lo jaló del codo y lo puso delante de todos, pasando uno de sus brazos por los hombros del rubio, rebosante de alegría.

— ¡Mi hermano aquí...! —pronunció en medio de una pausa, hablando con voz extasiada por el alcohol—, ¡vive en la misma dirección, él lo llevará! ¡Pero llévalo como una princesa, eh, Bakugou!

Cinco minutos enteros estuvo negándose rotundamente a la petición —debía mantener las apariencias—, y en medio del jaleo que se armó cuando Tenya apareció después de su pausa para ir al baño, encontrándose con medio mundo perdiendo la cordura, aprovechó el momento y se robó al dormido Deku antes de que Todoroki o cualquiera lograse llegar a su encuentro, porque incluso había visto como la perra de Uraraka le lanzaba miradas ansiosas.

AutocontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora