Capítulo 6 "Oscuridad poética"

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¿Qué tenían las noches que nos hacían sensibles? ¿Por qué el poeta enamorado salía a flor de piel?

Quizá era la soledad y la oscuridad junta que me hacía querer invocarlo o era el hecho de que extrañaba su rostro. De todos modos, mi cerebro dejaba de pensar cuando se trataba de él, de Ayden Knight.

Fije mi vista en el techo blanco. El único ruido que se escuchaba era el molesto sonido del aire acondicionado. Bufé y miré a mis hermanas dormir en la cama con tranquilidad.

¿Por qué yo no podía estar en brazos de morfeo ahora?

Tan rápido como me vino la idea, me levante de mi cómoda cama y mis pies tocaron el frío piso -a pesar de ser ruidoso el condenado clima enfriaba muchísimo. Tome mi celular y mis audífonos y volví corriendo a mi cama. Enchufe el cable en el móvil y coloque mi playlist de música romántica.

Mis manos automáticamente crearon un sonoro movimiento al ritmo de las teclas. La letra de las canciones fluían mi cerebro de emociones y mis ganas de escribirle poemas a Knight cada vez eran más.

Empecé con "Tu eres aquello", ¿Qué era él para mi?

Me descubrí dejando mis sentimientos en esos poemas, no rastros, ni pistas, solo la presencia de un poeta enamorado.

No dude en parar, las letras caían al ritmo de las canciones. Cada vez Knight estaba más metido en mis entrañas, mis venas clamaban las palabras, mi mente recreaba su rostro y mis dedos empuñaban su nombre.

El cometido se estaba logrando. Estaba invocando el nombre de Ayden Knight en mi tercer poema. Y es que, bien esta dicha esa frase, "Prepárate para no irte nunca de la mente de un escritor, que te hará regresar con cada verso y te envocara cada vez que le ardan las manos."

Cuatro, cinco, inclusive una canción que cuenta relativamente el lapso del tiempo en que descubrí el proceso de pre-enamoramiento.

Mi pecho subia y bajaba. Mi sonrisa se estrechaba con cada pieza. Mis ojos leían las maravillas líneas de un amor en secreto.

Estaba orgullosa de eso. Y la luna lo estaba de igual modo.

Podía contar con los dedos a las personas que les había dedicado algún poema, de hecho me sobraban diez dedos, sin incluir a Knight.

La luna era testigo de que nunca había sufrido la oscuridad poética. Siempre había escrito, pero nunca había hecho poemas, no me consideraba poética, de hecho solía decir que la poesía no iba conmigo y quizá ni siquiera lo había escrito bien. Pero si de algo estaba segura era de que en esos versos rebosaba el amor y la fricción. El deseo y el dolor.

Podía ser una auto lesión. ¿Con que frecuencia prefieres el dolor del amor? En varios días había dejado de pensar en él, ni siquiera había parecido en sueños. Lo deje pasar y cuando me di cuenta... necesitaba escribirle, dedicarle.

Mordí el interior de mis mejillas cuando conté los poemas. Me di el tiempo de releerlos y corregirlos.

Pensé entonces en mis anteriores crushes. Claro que los había tenido, pero, ¿Cuál había sido mi último paso con ellos?

Observarlos desde lejos, suspirar por ellos y con uno que otro había tenido la suerte de conversar. Pero, ¿cuanto podía ser comparado eso con una noche oscura y llena emoción?

No me sentí mal. De hecho me alegré de que mis sentimientos recobraran sentidos. Desde la última carta que le había escrito a ese chico, ese preciso chico, había sido mi última confesión.

Knight estaba influyendo en mis decisiones, en mi manera de pensar.... Ayden Knight debía considerarse el chico más afortunado, él era el chico que con facilidad podía ocupar mi cerebro y mi razón, mis poemas y mi canción.

Atentamente alguienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora