1. El bosque de Denver

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—Explícamelo otra vez, no te entendí—se rascaba la nuca nervioso y miraba su cuaderno con confusión.

—¡¿Otra vez?! ¡No es tan difícil, hombre!

—¡No es mi culpa que tu seas una pésima tutora, Sky!

—¡Y tampoco es mi culpa que tu seas un lento, Peter!—le grité en respuesta.

Puede que sea mi mejor amigo, pero también me saca de quicio con mucha facilidad.

—Es que tu no me tienes paciencia—se cruzó de brazos en modo de berrinche haciendo un puchero como un niño pequeño.

—Eres un hombre lobo, deja de actuar como un estúpido—rodé mis ojos y dejé el bolígrafo en la mesa de manera brusca.

—¿Qué esta pasando aquí?—dijo la voz que menos quería escuchar en estos momentos.

—Nada, señora Ruffler, puede seguir con lo que sea que estaba haciendo—respondí con irritación y al parecer ella lo notó.

—Yo soy la directora de este Instituto, me debes más respeto—le rodé los ojos mentalmente a sus palabras—. Escuché gritos y ustedes saben perfectamente que a mi no me gusta que griten. Ahora, explíquenme por qué estaban peleando esta vez.

Florencia Ruffler, (o como ella quería que la llamasen, señora directora Ruffler) era una de las personas más importantes del Instituto, ya que como su cargo lo dice, nos vemos obligados a tratarla con respeto y admiración. No me malinterpreten, no es una mala persona. De hecho, le tengo mucho cariño. Detrás de toda esa fachada de directora exigente y malhumorada, se esconde una dulce persona que quiere lo mejor para los niños y jóvenes de la manada.

«Todos merecen la educación de un corriente y la sabiduría de un licántropo» era su frase favorita. En sus clases nos hacía sentir corrientes, los cuales ella idolatra. Debemos estudiar lo que ellos estudian, ya que si el día de mañana queremos estudiar en la universidad y conseguir un trabajo, podríamos pasar desapercibidos, fingir ser uno de ellos y acoplarnos a la vida de un ser humano normal.

Dos palabras: ni loca.

No pienso abandonar el bosque, y menos para tener que convertirme en una humana común y debilucha. No, gracias. Prefiero estudiar y cuando crezca, ser profesora en el Instituto y servir a la manada. Mi madre siempre quiso que estudiara, y yo quiero cumplir su sueño. Estaría muy orgullosa de mi si viera todo el trabajo que he hecho.

Tampoco digo que no sirve lo que nos enseñan, esta bien que sepamos la historia de nuestro país —no ser completamente humanos no significa que no seamos patriotas— y conocer sobre la cultura. Al igual que el resto de las materias: biología, prácticas del lenguaje, literatura, geografía, química, etc. Todo nos puede resultar útil.

—Sky no me quiere explicar, se enoja conmigo—dijo fingiendo inocencia.

—¡Te expliqué miles de veces los colores de los ojos de los hombres lobo! Rojo si eres un alfa, azul si has pasado por algún trauma o acontecimiento que hizo que tus ojos se volviesen fríos lo cual le puede pasar a betas u omegas, marrones claros si eres un beta u omega normal. ¡No es muy difícil!

—¿Aun no sabes eso, Peter?—inquirió la señora Ruffler con una ceja alzada—. Creo que ya estas bastante grandecito como para que te expliquen algo tan simple.

—¡Ja! ¿Ves? ¡Te lo dije!—me burlé.

—No es que no lo sepa, solo que a veces me confundo, ¿si?—agarró sus cuadernos y su bolígrafo y salió cabizbajo de la sala.

WEREWOLF © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora