Capítulo dos. Diriuss.

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Los tres hermanos se dirigieron a clase, como cada mañana a eso de las ocho, al pequeño instituto que había en ese pintoresco pueblo. Todo era agradable y tranquilo allí, incluso las clases, tan tranquilo que a veces era hasta aburrido.

Cualquiera diría que aquellas tres personas que caminaban juntos todas las mañanas eran hermanos, diferentes aspectos y personalidades.

Matt iba andando tan distraído como siempre, hablando por teléfono con Alyssia; Ally.

--No…yo te quiero más-decía con voz empalagosa haciendo que Elizabeth subiera el volumen de su reproductor de música por no oír aquellas palabras que la daban arcadas.

James iba jugando, como siempre, a luchar, matando dragones y gigantes de su mundo imaginario.

--¿Por qué no dejas de jugar a eso?-preguntó su hermana cogiéndole en brazos-no está bien matar.

--Pero son los malos-se excusaba siempre el pequeño-sin mí ya os habrían atacado.

--¿Atacado quién?

--Los siervos del señor de las sombras-dijo serio y totalmente convencido.

Eso hizo que su hermana resoplara mientras le dejaba de nuevo en el suelo, acto seguido cogió su mano su mano para que pudieran ir a un paso correcto y no llegar tarde.

--¿Otra vez con eso? James, no existen los dragones, ni los trasgos o los duendes, lo más parecido a un duende que existe es Matt-dijo ella divertida.

Aparcado ese tema siguieron su camino como siempre hacían; Matt hablando por teléfono, Elizabeth escuchaba música mientras llegaba de la mano a James, que daba pequeños saltos o decía cosas aparentemente sin sentado, hasta que llegaron a clase y cada uno se fue por su lado. Nadie sabía que eran hermanos, no pasaban tiempo juntos, ni siquiera se hablaban, tampoco se parecían, por lo que nadie les relacionaba.

Un día normal, de lo más normal para ellos, o eso creían.

Matt, besuqueándose con Ally a escondidas de los profesores, no hacían otra cosa, lo que provocaba que si Elizabeth se cruzaba con ellos les mirara con repugnancia.

Esta, sin embargo, solitaria como siempre, fue a clase, silenciosa y sin que nadie notara su presencia. Por el rabillo del ojo miraba a Jake, el chico que había robado su corazón años atrás, de ojos azules y pelo castaño y revoltoso, con una sonrisa que podría hacer desmayar a cualquier chica que lo quisiera, pero quizás demasiado por encima de Lizzy, por lo que ella tan solo le miraba, haciendo que suspirara.

James cambiaba por completo en clase, no luchaba ni hablaba de seres de fantasía, tan solo jugaba con sus compañeros como cualquier niño pequeño.

Al salir de clase se reunieron a la salida del colegio como solían hacer todos los días. Emprendieron el camino de vuelta a casa cuando James salió corriendo sin razón aparente por lo que Matt y Elizabeth dejaron su música y su móvil y fueron tras él todo lo rápido que podían; no podían dejar que le ocurriese nada.

Le siguieron hasta el viejo puente de hierro, el cual estaba apartado del pueblo, prácticamente a las afueras, y allí le perdieron de vista.

--¡James!-gritaba su hermana preocupada.

--¡James! ¿¡Dónde estás?!-preguntó gritando Matt.

--¡Mira!-exclamó Elizabeth señalando algo que flotaba sobre el río-es su bufanda.

Sin pensárselo dos veces bajó hasta quedar al borde del río. Se paró a mirarlo detenidamente. Finales del invierno, en Irlanda y el río con agua casi congelada.

La magia de los Wardebroke (PARADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora