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Marco no estaba.

¡Nadie! ¡Nadie estaba!

La casa de los Díaz se encontraba en absoluto silencio, preocupando seriamente a Star. Buscó en todas las habitaciones del pequeño hogar, gritando los nombres de su familia de acogida. 

Pero no hubo respuesta. 

La rubia fue rápidamente a llamar al móvil de Marco. La señal tardó un par de segundos en llegar, y cuando lo hizo Star ya estaba comiéndose las uñas hasta las raíces.

—¿Sí? —sonó la voz del castaño al otro lado de la línea.

La chica soltó un suspiro de alivio y se dejó caer al suelo.

—Marco... Marco... Estaba tan preocupada... Pensé que os habría hecho daño mientras no estaba —sollozó Star.

—¿Star? ¿Eres tú?    

—Sí, Marco, soy yo. ¿Dóndes estás? ¿Dónde están tus pa...?

—¿Dónde demonios te habías metido, idiota?

Los ojos de la joven se abrieron de par en paz al escuchar como la voz de Marco temblaba notablemente.

—¿Marco...? ¿Estás bien...? —preguntó con delicadeza.

—Llevamos buscándote un buen rato, ¿y ahora te dignas a aparecer? ¿Cuándo ya te considerábamos muerta o perdida?

Star se mordió el labio y empezó a enrollar el cable del teléfono en uno de sus dedos.

—Yo... Yo... Lo siento, no sabía que...

Escuchó como su amigo suspiraba al otro lado de la línea.

—No te preocupes. Ya vamos para allá.

—¿Dónde estáis?

—Ponyhead nos prestó unas tijeras. Pensábamos que Toffee te había cogido, así que venimos a...

De pronto, un estridente grito resonó en el altavoz, haciendo a Star separar el oído del teléfono. Identificó la voz al instante como la de la madre de Marco.

—¿¡Marco!?

"Pi, pi, pi, pi".

Había colgado...  

     

    

AloneWhere stories live. Discover now