-¡Sara, está listo el desayuno!
Escucho a mi madre gritar desde la cocina.
Me levanto de mi cama con dificultad, y me planto frente el espejo de mi habitación.
Que desastre.
Pienso mientras me miro de la cabeza a los pies. Veo mi pelo negro y lo primero que pienso al verlo es en un nido de pájaros. Me dirijo a mi armario para tomar una playera color negro y unos jeans.
Los tiro en mi cama, y levanto la sabana del piso para poder tomar mis zapatillas de debajo de la cama.
No entiendo como puede ser que la arruine. despierto con la almohada en los pies, las sabanas colgando y misteriosamente mi colcha desparramada en una esquina del cuarto.
Me saco el pijama y lo cuelgo en el respaldo de la silla de mi escritorio.
Me pongo la playera y el jean, me siento en mi cama y me calzo las zapatillas de un tirón (que siguen atadas).
Abro la puerta de mi habitación y me dirijo al baño que esta a la derecha del pasillo. Tomo un peine y me peino Daah pienso. Decir eso es como decir, subo arriba, bajo abajo.
-¡Vamos Sara, apúrate!
Bajo por las escaleras como si fuera un Zombi, cuando llego al final me voy por la izquierda y veo a mi madre intentando hacer que mi hermana pequeña Margaret coma su desayuno.
En cuanto entro a la cocina mi mamá deja la cuchara y se limpia las manos.
Yo me siento en un extremo de la mesa y miro por la ventana el soleado día.
Siento que alguien me esta mirando fijamente, mi madre.
Levanto la vista para confirmar que es ella.
Lo es.
-¿Estas lista para esto?
-Si, si lo estoy.
-¿Estas segura?. Insiste
-¡Si!
Levanta las cejas.
Me percato que estoy elevando la voz y fijo la mirada en los huevos revueltos de mi plato.
Aveces mi madre me saca de mis casillas, aunque entiendo que ahora este preocupada por que me vaya de casa.
-Bueno, me alegra saberlo. Te voy a extrañar.
-Lo sé, yo también. Pero que me mude no significa que no nos veamos nunca más.
-Pero es difícil dejarte ir...
Me sorprende que esas palabras salgan de la boca de mi madre.
-Tienes a Margaret
-Ya sé, pero tú eres tú.
-Nos vamos a ver igualmente. No te preocupes.
Mi madre asiente y se levanta de la mesa. Se da la vuelta y empieza a preparar un jugo de naranja.
Me apresuro a comer mi desayuno para subir a mi cuarto y poner en cajas todas mis cosas.
-Buen Provecho.
En cuanto digo eso me levanto y subo las escaleras para ir rápidamente a mi habitación.
No se por donde empezar. Esto me llevara mucho tiempo.Termine de cerrar la ultima caja y me tiro en el helado piso de cerámica a descansar.
Contemplo el castillo de cajas que hay enfrente mío.
Me siento feliz de independizarme, por fin voy a tener un poco mas de libertad.
Miro la hora en el reloj que deje en la pared, todavía tengo tiempo para llevar mis cosas al departamento.
Llamo a mi madre con un grito y enseguida escucho sus pasos dirigiéndose a mi habitación, Sin preguntar abre la puerta como una bestia. Por cosas como estas me siento feliz por mudarme.
-¿Estas lista?
-Obvio - digo después de suspirar -
Las dos tomamos grandes cajas y hacemos varios viajes de arriba a abajo para cargarlas en su camioneta.
En cuanto terminamos de cargar todo, nos subimos.
Enciende el motor y veo una expresión de sorpresa en su cara
-¡Margaret!
Dice mientras se desabrocha el cinturón y apaga el motor.
¡Es verdad! Se había olvidado de mi hermana. Ya sentía yo mucho silencio. Me quedo unos minutos esperando sentada y veo que sale de casa con Mar de la mano y se dirigen al auto, entran como flechas. Mi madre se sienta, se pone el cinturón, posa sus manos en el volante y se queda mirando sus pies.
Miro su cara sudada y sus temblorosas manos que parecen que se van a caer del volante. Me quedo hipnotizada con sus grandes ojos celestes, salpicados de azul.
Me recuerdan a una catarata con ese tono celeste. Me sobresalto al escuchar que me habla, me había perdido en sus ojos
-¿De verdad estas lista?
-Claro que si madre, no te preocupes.
Todo va a salir bien.
Ella asiente con la cabeza. Sigo mirándola a los ojos, ahora los tiene húmedos. Lo que hace que me recuerden aún más a una catarata.
En cuanto se da cuenta de que la estoy mirando a los ojos se los refriega con las palmas de las manos y acelera.
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El día que te conocí.
Teen FictionSara Miller se acaba de independizar y consiguió un pequeño piso con su amiga Maddison Lewis. Una mañana, de camino a su trabajo se encontró con una persona. Una persona que ella no sabia que iba a cambiarle la vida.