Capítulo 1.

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Despierto en la madrugada como todos los días.

Estoy cansado de sentirme así, ¿acaso nada puede mejorar?. Cada día me siento peor que el anterior.

Estoy en un "hospital de rehabilitación" por ser homosexual, y es la tortura más grande que pueda tener. No tengo muchos amigos, de hecho sólo tengo uno, Niall. Es la única persona cuerda en este lugar, todos los demás son raros y están locos.

Bueno, no todos, hay un chico aparte. Un chico del que me he sentido atraído desde el primer día que llegue a este infierno.

Su nombre es Louis, y cada vez que lo veo me siento un poco feliz, pero mi alma se destroza cuando recuerdo lo mucho que me odia.

No sé ni porqué, pero desde que se enteró de que soy gay, empezó poco a poco a maltratarme. Primero pensé que todo era broma, y sólo lo hacía por diversión, pero luego me di cuenta del odio que transmitía al verme, y al decirme esas palabras que siempre me dice. Sí otra persona me lo dijera, no me importaría, pero cuando él las dice me siento aún peor conmigo mismo, y es cuando la navaja y yo compartimos más tiempo juntos.

Tengo los ojos abiertos en la obscuridad de la madrugada, sólo pudiendo pensar en todo lo malo que me pasa en la vida.

Me han diagnosticado "depresión clínica", que es básicamente una depresión muy seria, donde pierdes el amor a la vida y a las cosas que te solían gustar.

Me levanto sigilosamente, y busco al fondo entre la funda de mi almohada, mi hermosa herramienta, la navaja.

Sé que no es sano pensar en esto, pero le tengo tanto cariño. A ella, y a mis heridas.

Son la única forma en la que me puedo olvidar unos minutos de todo lo que pasa a mi alrededor.

La sigo admirando, mientras me subo suficientemente la manga izquierda, listo para lo que sé que va a seguir.

Sé me sale una sola lágrima, y es cuando deslizo la pequeña navaja sobre mi muñeca, viendo como se forma la herida, y como va corriendo la sangre por todo mi antebrazo. Siento una especie de adrenalina, pero a la vez de calma, dejando todo atrás y sólo concentrándome en eso.

Hago lo mismo varias veces más, y me envuelvo las heridas con una venda blanca que está guardada en el cajón.

Me vuelvo a acostar sintiéndome con un poco de alivio y satisfacción, al menos por ahora.

Cierro los ojos, mientras sé me van cerrando los ojos, cayendo poco a poco en un profundo sueño.

Me despierta la agresiva voz de la enfermera avisándome que puedo salir de la habitación, para ir a comer al comedor.

Me despierto y salgo para tener que comer las cosas asquerosas que sirven ahí.

Me formo en la fila, listo a que me sirvan a eso que le llaman "comida", y cuando me siento en una mesa, sentándome sólo, veo que Louis se acerca a mi, oh no.

-¿Qué hay maricón?- me dice en una forma sarcástica.

-H...Hola Louis.

-¿Quién te crees que eres para sentarte aquí ricitos? Yo vi primero este lugar.

-Lo.. Lo siento, pensé que sólo yo lo había visto.

-Pues no es así, ¡quítate!- me grita realmente fuerte, empujándome los hombros.

Me levanto lo más rápido que puedo de ahí, suspirando por una más de sus agresiones.

Decido no seguir comiendo, así que tiro la comida y regreso a mi cuarto.

Quiero llorar y gritar, porque tengo una especia de obsesión con Louis.

Siempre me lastima con sus palabras y acciones, pero prefiero que lo haga a que me ignore.

No podría dejar de ver su rostro y sus ojos ni por un día. Lo necesito, aunque sea unos segundos para admirarlo aunque él me odie.

No tengo mucho que hacer, así que salgo a buscar a Niall, para hablar un poco con él.

Lo encuentro en su cuarto, jugando cartas sólo.

-Hola!

-Harry, pasa.

Niall padece de ansiedad social, que es la razón por la que está aquí, y por eso también soy su único amigo. Le tiene miedo a las personas, y a lo que puedan pensar de él.

Hay veces que llega a los extremos pensando que lo voy a evaluar negativamente, y que sólo me fijo en sus defectos, en esos casos tengo que salir de su cuarto dejándolo sólo un buen rato. Pero aún así lo quiero, es como un hermano para mi.

-¿Quieres jugar cartas?

-No, nada más te observo, sí te parece bien.

-Bueno, como quieras.

Veo que empieza a sudar, y a incomodarse con mi mirada fija en él, así que decido empezar una plática para ver sí se tranquiliza un poco.

-¿Y cómo te ha ido estos últimos días?- le digo

-Pues bien, en lo que cabe. Los doctores me han dicho que he mejorado últimamente, y que a lo mejor pueda salir al comedor, o la sala a convivir un poco más.

-Me alegro mucho! Son muy buenas noticias.

-Lo sé, yo también.

Hace rato vi que Louis estaba hablando contigo, ¿algo bueno ha pasado?

Niall es la única persona en el mundo que sabe que me gusta mucho Louis y me siento agusto platicándole sobre él, porque sé que no me juzgará.

-No. Ya sabes, los mismos insultos de siempre, pero al menos me habla.

-Ay Harry, no te entiendo. Te insulta horrible, pero tú sigues bien con todo lo que te hace.

-Ya sé que es raro pero no entiendes.

Cada vez que lo veo mi corazón acelera demasiado, y pierdo mi mirada en sus ojos, sin poderme concentrar en nada más.

Mientras él me insulta, y me dice miles de groserías, yo me quedo en mi propio mundo, admirando sus movimientos. Y cuando lo veo reír con otra gente, ah no sé ni que siento, porque desearía que esa risa fuera producida por mi, y que todo él fuera sólo mío.

-¿De quién hablas tan apasionadamente ricitos? ¿Acaso el joto me salió enamorado de alguien de aquí mismo?

Veo que Louis está parado en la puerta del cuarto, esperando por una respuesta mía, ¿ahora qué le voy a decir?

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Holaaaaaa, ojalá les esté interesando esta nueva historia.

En verdad me estoy forzando por escribirla, así que comenten qué piensan. Haha, sé que es algo dramática, pero aún así me gusta escribir sobre estos temas. x

Adolescencia Interrumpida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora