Epilogo.

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Severus yacía dormido en la cama de enfermería del colegio, muchas de las personas que estuvieron el día de la batalla, relataban que cuando Celaena se acercó al cuerpo de Severus, una luz muy brillante los cubrió a los dos, pero cuando el resplandor dejo que las personas vieran, estaba el cuerpo del pocionista, ni había rastro de Celaena.

Llilyan por otra parte había sido expuesta ante todo Hogwarts y varios alumnos habían denunciado las cosas que ella les había hecho, había sido llevada a Azkaban y sentenciada a morir ahí.

Todo había vuelto en calma para estas personas, que a lo largo de casi cinco años habían tenido un par de desgracias, algunos sufrirían más por no saber de personas importantes, y las noticias tan sorprendentes que habían salido a la luz, sin embargo, para algunos estaría lleno de paz.

***

Era un día muy agradable en el colegio, todo iba muy bien, una chica con cara angelical caminaba por los corredores de aquella escuela, su largo cabello se movía al compás de sus pasos, sus ojos negros hacían un lindo juego con aquel vestido largo de color turquesa, sonreía con dulzura a los alumnos.

-Disculpe-dijo la chica con una voz muy dulce y una sonrisa muy ancha a un hombre alto y de cabellos enmarañados- busco al profesor de pociones.

El hombre la miró y con un asentimiento de cabeza como saludos le hizo un ademán para que la siguiera.

La joven caminaba tras aquel hombre, hasta encontrarse en las mazmorras, la joven sonrió en agradecimiento y con unos sutiles movimientos tocó la puerta.

Un "pase" de una voz muy fría se escuchó detrás de la puerta, la chica entró y lo único que hizo fue dirigirse al escritorio que se ubicaba al fondo.

El hombre de piel blanca alzó la mirada y se quedó en un estado de shock, pues esa joven era Celaena, lo único que variaba eran sus ojos.

-¿Celaena?-preguntó con gran asombro y apenas logró escucharse.

La chica arrugó su nariz y frunció el ceño.

-No, ese nombre es el de mi madre...

La chica no pudo terminar la oración pues una mujer que tenía los rasgos de Celaena entró y miró con una cara roja a Snape.

-Discúlpame Severus, así no era como ibas a conocer a Abril.

Severus que en ese momento se encontraba muy confundido, miraba a su amor antiguo como pidiendo una explicación.

-Abril, por favor deja de transformarse en la persona que eres en Trelliyian, y vuelve a tu edad-ordenó Celaena con un tono autoritario, la joven de nombre Abril se convirtió en una pequeña niña de diez años-ahora ven y deja te presento.

La pequeña obedeció.

-Severus, hola, sé que tarde un año en volver, después de mi desaparición, ella es Abril, mi hija-dijo la joven tan rápido si apenas se pudo entender todo.

-Hi... hijo... ¿Hija?-preguntó rojo.

-Bueno nuestra hija-corrigió.

Abril miraba atenta todo, su madre le había explicado todo y que tuviera paciencia al ver a su padre.

- ¿Nuestra?

La cabeza del profesor era un lío total, no entendía todo.

-Si, resulta que estaba embarazada, y bueno Arelian vino por mí mientras quede inconsciente me llevó a mi tierra y ahí he estado este tiempo, ella nació ahí y como te dije hay una diferencia de tiempo, así que ha crecido y ahora está de esta edad.

-Tengo una hija-susurró al fin.

Celaena le contó todo a su amor y la niña era abrazada por su padre, sonreían y esta vez nada los volvería a separar.

Fin.

El profesor de pocionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora