Capítulo 18

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Con cierta dificultad abre sus ojos y se confunde de inmediato al no distinguir el lugar en el que se encuentra. Posterior, se sienta en el borde de la cama y recorre el lugar con su vista para encontrar una pista que le diga dónde se localiza. Los sofás de color beige, el pequeño buró, la cama con sábanas púrpuras y el tapizado, son completamente diferentes a los de su habitación en la casa principal de la séptima familia.

―Me alegra mucho que te hayas despertado ―dice una voz masculina―. Caroline regresó del trabajo y ha preparado la cena.

Se acerca a la cama colocando un plato de comida al frente de Nicole. Ésta lo toma entre sus manos.

―¿Por qué estoy en la casa de la princesa? ―Suspira y decide reclamar―. Leonti, debiste llevarme a la mansión.

―Lo siento, no lo creí conveniente. ―Responde Góluveb con una sonrisa―. Adelante, come. Debes recuperar energías.

No muy contenta, decide comer. Despacio y con elegancia empieza a llevarse los alimentos a la boca, asombrándose en el proceso de lo delicioso del platillo. Es la primera vez que consume algo que no ha sido preparado por un chef y no parece estar nada mal.

―Cuando la princesa se enteró que te quedarías a dormir, se emocionó. ―Comenta el hombre tratando de comenzar una conversación―. Pero luego, me hizo muchas preguntas cuando le dije que no podías salir de la habitación porque estabas muy cansada y estabas durmiendo.

―Me imagino que te fastidió con sus preguntas. Julia a veces es muy molesta.

Leonti demuestra sorpresa ante el comentario de su compañera y cuando está a punto de reírse, se detiene al encontrarse con la mirada asesinada de Nicole que se ha percatado de sus intenciones y no desea que él sea el tercer hombre que se ría de ella en el día; con Grayson y Dan, ha sido suficiente.

―No me mires así, das algo de miedo ―Al ella no cambiar su mirada, suspira y habla―: Hace unos días escuché que llamabas a la princesa por su nombre y hoy también volví a escucharlo pero, me convencí de que había escuchado mal.

―Ella me pidió que la llamara por su verdadero nombre ―explica avergonzada concentrándose de nuevo en su comida.

―Eso especulé ―responde con una sonrisa.

Ninguna otra palabra sale de la boca de Leonti, por el contrario, se dedica a observar a Nicole quien se muestra incómoda por haber sido sorprendida ante lo que para cualquiera hubiese sido una gran falta.

―Cuando te conocí pensé que eras una mujer fría y con muy mal carácter. Aunque... si lo pienso bien, tal vez me dejé influenciar pun poco por lo que otros agentes dicen de ti. Tú sabes, algo como: «Es un demonio» «Con ese carácter se quedará soltera» «Espero que no tenga hijos porque pobrecillos» ―expone Leonti acostado en la cama con sus brazos en su cuello―. En fin, mi percepción ha cambiado así como tú, has cambiado de forma considerable en estos meses.

―Te equivocas, soy la misma de siempre ―dice con simpleza siguiendo con su ensalada, demostrando que muy poco le interesan esos absurdos comentarios.

―Bueno, tus órdenes siguen siendo duras como siempre, sin embargo... ―Se detiene un segundo y la mira divertido―. Desearás matarte por lo que te diré pero...

―¿Pero qué? ―Pregunta la mujer molesta, creyendo que explotará al no poder soportar a otro que se quiera hacer el divertido.

―Aposté con John a que luego de una semana de ser instaurada como maestra auxiliar de la princesa, saldrías huyendo ―confiesa levantándose de la cama y mirándola de frente.

―¿Qué has dicho? ―Lo observa a sus ojos castaños, totalmente irritada queriendo tener su espada entre sus manos.

―No pienses mal. Eres una magnífica psicóloga pero todos los que hemos trabajado contigo sabemos que tu fuerte no son los niños.

Princesa Juliana: La maldición de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora