Welcome

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Una vez que llegué a la casa de mi madre, me sorprendí de lo grande que era. Era un edificio situado enfrente del lago. Nuestro departamento era el último piso. ¿Dónde habría conseguido mamá todo esto?

Parecía que era todo un piso que tenía un living enorme con un smart tv, sillones blancos y unas ventanas enormes. Tenía un balcón del cual se veía todo. Volviendo, había una biblioteca que contenía muchísimos títulos, de los cuales recuerdo que yo había leído algunos de los que estaban ahí.

Entrando por un pasillo, había una cocina con una mesada enorme, una heladera gris metalizado y un horno moderno. Yo amaba cocinar en un momento, quizá pueda volver a cocinar, si mi madre me dejaba, claro.

Había una mesa para comer con un diseño muy hermoso y unas sillas que parecen que no se sostienen, pero en realidad aguantan mucho peso. Siempre quise tener de esas sillas. 

Saliendo para el otro lado, había una habitación con cama matrimonial, me imaginé que era la de mi madre, pero cuando vi que tenía algunas cosas mías, me di cuenta que era mi habitación. Una cama matrimonial... ¿para mi? Parecía que mamá me había leído la mente. Que había sido una huésped en mi cerebro por los 5 años que estuve sin ella.

-Dan, ¿cuando llegaran las demás cosas?- la escuché hablando desde la cocina- Tu padre me dijo que iban a mandar las cosas por camión.

-La verdad que no lo se. Me imagino que te avisará en cuanto lleguen o te habrá pasado el numero de la empresa. Él no quiere hablar conmigo.

Dejé las valijas al lado de un escritorio de vidrio que había. En la pared, había una plancha metálica con imanes como para que pueda poner cosas como fotos o recordatorios importantes. No dudé en poner una foto que tenía guardada en la mochila de John y yo en la playa. Nos la había tomado Sandy, una amiga que tenía en Nueva York. A ella no le avisé nada de que me había mudado a Chicago. 

Pensando en ellos, me di cuenta que tenía el celular apagado. Decidí prenderlo para ver quién me había mandado mensajes. Tenía mensajes de la compañía de celular, de John, de Sandy y tenía uno de Chris.

Cuando vi el mensaje de Chris, se me partió el alma sabiendo que me había mandado algo. Pensé que no quería hablar conmigo. Que quería que lo deje en paz. El mensaje había sido enviado a las 16:45. En ese momento estaba en el avión. Lo reproducí con miedo.

-O-oye, Dan- estaba llorando- , l-lo siento mucho. No-no quería hacerte s-sentir mal- lo siento, pero ya lo hiciste, Chris- so-solo quiero volver a s-ser algo. Al menos a larga distancia- lo que seguia del audio era un llanto de Chris. Los últimos segundos me rompieron el corazón más de lo que lo había hecho hace unas 5 horas- Dan, lo lamento.

Empecé a llorar. Lo último que quería era que mamá me vea llorar. Así que me sequé las lagrimas con la remera y apagué el celular.

Si me iba a mudar y dejar todo atrás como mi padre quería, iba a empezar una nueva vida. Era algo que no quería, ya que mi padre quería eso. Pero era lo que necesitaba para dejar a Chris en el pasado.

Dejando el celular en mi cama, me levanté para ir al baño. Primero fui a la cocina para preguntarle a mi madre dónde quedaba.

-Mamá- mi garganta estaba un poco seca-, ¿dónde esta el baño?

Ella había sonreído como en el auto, y me miró fijamente.

-Ve por el pasillo a la primer puerta a la izquierda, la contigua a la de tu habitación.

Cuando me fui al baño, escuché que la puerta había hecho un ruido. Con miedo la abrí y vi que ese no era el baño. Me habré equivocado de puerta. Pero entendí lo que mi madre había querido hacer. Me quería sorprender con un regalo de bienvenida.

De la puerta, salió un cachorro pug. Empezó a ladrar y cuando me agaché para agarrarlo, me lamió toda la cara con su lengua. Era muy pequeño. Era como una bolita marrón que iba y venía por todos lados. Lo alcé en brazos y lo llevé a la cocina. Cuando mi madre me vio, vino hacía mi sonriendo.

-Bienvenido, Dan.

El perro eliminó todas las cosas tristes que tenía en mente y me alimentó con felicidad y ternura.

Y Miramos A Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora