El viaje en auto fue larguísimo. La música que tenía en mi celular no ayudaba. Todas las canciones tristes de todos los artistas que conocía en una sola playlist. Parecía como si fuese obra del destino. Traté de buscar nueva música, pero no podía porque tenía poca señal.
Mi padre no separaba la vista de la carretera con una expresión de enojo. Me llevaba al aeropuerto para ir a Chicago, lugar donde vive mi madre y donde no conozco a nadie. No hay amigos ni novio.
Cuando llegamos al aeropuerto, el dejó mis valijas en la puerta y subió de vuelta al auto. Es como si me hubiese abandonado sin importarle a done me este yendo. No se despidió ni se paró para darme algo ni nada. Me paré a pensar en que estaría muy enojado. Sabía que no me volvería a hablar por meses.
Puse todas las valijas en un carrito con dificultad y empecé a ver los carteles de los viajes. Encontré el de Chicago que decía que se iba exactamente en tres horas y doce minutos. Los minutos no me importaban. Pero esperar dos horas para poder dejar mis valijas y sentarme con las manos vacías era muy cansador.
Tenía muy poco efectivo y no me alcanzaba para poder comprar ni un vaso de agua. En los aeropuertos está todo más caro de lo normal.
Me ponía demasiado triste esta situación. Hoy corté con Chris, me despedí de John sabiendo que sólo podíamos vernos por Internet, mi padre se enojó demasiado como para no hablarme por meses y me estoy mudando a Chicago. Este es el día más triste que tuve.
Esperé sentado y, al cabo de 5 minutos, un chico se sentó a mi lado.-No, mamá, no voy a tardar mucho. Son sólo un par de vacaciones... Ya sabes, mis amigos de escuela... Si, sabemos todo lo que pasa en la calle- me miró con cara vergüenza e hizo un gesto de que no se aguantaba la conversación que estaba teniendo-. Mamá, tengo que colgar. Ya me estoy por ir- El chico colgó y se guardó el celular-. Las madres son siempre tan insoportables.
El chico era alto de pelo castaño. Tenía ojos marrones y un par de lentes. El chico se sacó los anteojos y se refregó los ojos. Tenía unos jeans azules y una campera de color bordó. Abajo de la misma tenía una remera gris.
-Si, yo no veo a la mía desde hace como tres años. Hoy la vuelvo a ver- mi voz salió seca ya que no estuve hablando por casi una hora.
- Wow, ¿porqué tanto tiempo sin verla?
-Pasa que mis padres están divorciados y ella vive en Chicago. Mi padre en Nueva York.
-Ah, ¿Después de tres años la vas a ver y dejas Nueva York atrás?¿Qué pasó en tu vida?
El chico parecía tranquilo. Tenía demasiada confianza como para hablar con un desconocido así como si nada.
-Es algo complicado. Por cierto, soy Dan.
-Dan, mucho gusto. Soy Isaac- me extendió la mano y yo se la estreché-. ¿Y a que Universidad vas a ir?
-Ah, yo todavía no terminé la secundaria. Me queda este último año y me iré a la NYADA
-Oh, la, la, tenemos un chico que se dedicará a actuar en Broadway... Pero como lo harás yendote de Nueva York?
-No se. No estaba en mis planes irme de mi hogar. ¿Y tu?
-Yo estoy seguro que iré a Berklee. Toco el piano y canto desde hace 10 años.
Isaac parecía que era muy interesante. No quisiera estar sólo en la espera de un avión sólo. Mi celular tenía poca batería y ya no sabría que hacer si no hubiese encontrado a Isaac.
-¿Qué vuelo tienes a Chicago?-le pregunté con expresión curiosa
-El de las 16:47, fila 18, butaca 3
Tenía la misma fila y dos butacas después de la mía. Le contesté asombrado.
-Yo tengo fila 18 butaca 5.
-Esperemos a que nadie compre la butaca 4.
Estaba más que claro que Isaac estaré acompañado en este viaje.
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Y Miramos A Las Estrellas
Novela JuvenilDan tiene que mudarse de La Gran Manzana a Chicago. Dejará sus amigos y su novio atras para empezar una nueva vida. Tendra que acostumbrarse a asistir en la tienda de a la vuelta de su casa y conocerá a sus nuevos mejores amigos. Nueva York será una...