Capítulo 3

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Me desperté con la incómoda sensación de ser observada, abrí los ojos y miré rápidamente a mi alrededor, la luz del sol se filtraba por las finas cortinas. Ya era otro día.
Me levanté y dirigí al baño, hice lo de siempre y bajé a desayunar, abrí la heladera y estaba totalmente vacía, genial, tendré que salir en busca de comida. Posiblemente yogurt y algo de fruta.
Me vestí con un vestido holgado de gasa y tomé mis llaves, pero... algo había ocurrido, el cubo de rubick estaba resuelto, las seis caras estaban unicolor. Mis manos temblaban y mi estómago estaba entre mi garganta y el pecho. ¿Qué demonios había ocurrido?. ¿Será que el estrés y el tormento que este odioso juego me provocaba llevó a que me levantara en la noche y lo resolviera? Eso era perfectamente imposible. Aunque, ¿Si no era eso, que más podría ser?.
Haciendo mis pensamientos a un lado, puse mi llavero dentro de una pequeña cartera de lado y salí rápidamente.
El cielo estaba completamente despejado y una brisa fresca y refrescante circulaba por todos lados, hoy me sentía bien, a pesar del extraño episodio de la mañana, tenía la sensación de que sería un gran día.
Llegué a un pequeño mercado y tomé un carrito, busque algunos snacks y un par de gaseosas, frutas, yogurt, algunos alimentos que hacían falta en la despensa y me dirigí hasta una caja para pagar mi cuenta.
Al llegar, mi pulso se aceleró y mis manos comenzaron a sudar, producto de lo que mis ojos veían. El chico de la pizza, era  también el chico del mercado, ¿Acaso tenía dos trabajos?. Me acerqué cuidadosa y con la mirada abajo comencé a depositar todos los productos sobre el mostrador, supongo que no me reconoció puesto que no me ha dirigido la palabra en todo el rato, y Yo lo prefería así.
—Tres cientos cincuenta y siete dólares— dijo al finalizar de escanear los productos y ponerlos en bolsas de papel marrones.
Sin mirarlo tomé mi bolso y lo abrí, estaba segura de que aquí adentro estaba mi tarjeta de crédito, impaciente tomé mi bolso y lo vacié de un solo movimiento sobre el mostrador, haciendo caer el llavero, que ahora estaba... ¿Tal y como antes? Sin resolver, colores mezclados en todas las caras. ¿Qué? ¿Qué sucedía conmigo? ¿Acaso lo imaginé?.
Visualice mi tarjeta negra y se la ofrecí. Él la tomó y me entregó con ella un recibo.
— firma y documento— dijo ocultando una pequeña mueca de risa.
Tomé el papel y lo firmé, seguido de mi documento de identidad y se lo entregué.
Miró el papel, —así que... Linda, eh?— dijo enarcado una ceja y mirando de una manera poco habitual. No respondí.
— la chica del cubo— dijo riendo, ¿Qué? ¿Acaso dijo lo que creo que dijo?
— veo que aún no puedes resolverlo— dijo algo cómico. ¿Aún? ¿A qué se refiere con eso? Tomó el cubo que yacía frente a él, sobre el mostrador, y en un par de movimientos de muñeca lo resolvió. ¿Cómo eso era posible? ¿Menos de treinta segundos le llevó resolver algo que yo no pude resolver en toda mi vida?

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Lamento la tardanza al actualizar, estuve bastante ocupada últimamente, ¿Les gusta la novela? Voten y comenten!

¿Por qué a mi, Sebastián?. |Sebastián Villalobos|Where stories live. Discover now