I

159 19 0
                                    

A un mes de haberse cumplido ocho años de la llegada de los Ravenwood a Londres. Es el día del cumpleaños número diecinueve de los gemelos, no han tenido problema para hacer amigos, claro que estudiar en la academia Buckingham Palace es una muy buena forma de conseguir tanto amigo como enemigos.

El tío Conrad, cómo lo había hecho éstos últimos años, se encargaba de todos los arreglos necesarios para que los hermanos tuvieran el mejor cumpleaños, y éste año no sería la excepción. Ya había decorado la sala principal con globos de colores negros y blancos, había colocado una gran mesa en la sala principal en donde colocaría los tipos de comida favorita de Jake y la otra mitad de la mesa las comidas favoritas de James. Cuando llego de comprar lo que según el, faltaba para la fiesta, abrió la gran puerta de la mansión con dos carros de mercado llenos de todo tipo de dulces, gaseosas y muchos regalos. Pero lo que más sorprendió a los chicos fue que detrás de el estaban dos barriles de las mejores cervezas de todo Londres.

—¿Qué? ¿Pensaban que me olvidaba de algo? Ya tienen diecinueve y su primera cerveza no será la porquería que venden a las afuera de la ciudad.

—¡WOW! Tío ¿estás seguro? ¿No dijiste que la edad mínima para comenzar a tomar es a partir de los veinte y uno? —preguntó Jake tomando una botella del carrito.

—No Jake, en USA se empieza a beber a los veinte y uno, y digamos que aquí es muy diferente. Aquí en Londres se les permite consumir alcohol a los diecinueve, lamento no haberlo comentado antes —respondió Conrad entregándole una botella—. Además, los Ravenwood no fueron muy buenos con las leyes en ningún lugar.

Con un gemelo ocupado, Conrad fue en busca del otro que estaba petrificado en medio de la sala observando la mesa con toda la comida, con un brillo en sus ojos y la quijada por los suelos. Conrad solo se limitó a verlo por unos segundos y también reposo sus ojos en Jake. 

«Cualquiera diría que ambos son extremadamente iguales, pero son los pequeños detalles que marcan sus diferencias.»

Jake llevaba una camisa de vestir color negra, con las mangas recogidas hasta los codos, pantalón negro con zapatillas negras y para marcar diferencia usaba una corbata gris. James, al igual que a su gemelo, usaba camisa color gris con las mangas recogidas hasta los codos, dejando a la vista la pequeña cicatriz que sufrió cuando estaban recién mudados a Londres. Pantalón gris con unas zapatillas y usaba una corbata negra. Siempre querían hacer todos juntos, vestirse similarmente pero marcando diferencias.

Conrad desvío la mirada al candelabro esbozando una sonrisa poniendo sus manos alrededor de su boca.

—¡JAMES CUIDADO! —gritó mientras le lanzaba un trozo de carne descompuesta.

—¿Qué demonios...? —logró esquivar el trozo de carne haciendo una pirueta en el aire aterrizando sobre sus pies —Oh vamos, tío, sabes que fue difícil encontrar algo en el armario que quedara bien con la celebración.

—Veo que estuviste practicando tus reflejos y tu capacidad de reacción —dijo, bajando la mirada a la cicatriz que tenía en el brazo.—Después de la ultima vez, claro.

Por los Dioses, te he dicho miles de veces que era un perrote con grandes dientes y unos grandes ojos negros —replicó un chico  de cabello oscuro, ojos color verdes y vestía con pantalón gris y una camisa roja.—¿No es lo que siempre dices, James?

Su nombre era Dave Bradley, muy pocas veces paraba de hablar de cosas como esas, pero era una buena persona y, desde que los Ravenwood llegaron, no ha hecho más que brindarle su apoyo y amistad.

—¿Qué ocurre aquí? —dijo Jake intentando respirar con normalidad—. ¿Lo del perro de nuevo? tienes que superar eso, tío.

—¿Por qué vienes tan agitado? estabas en la entrada.

A Wolf Inside Of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora