Una espada pequeña
La batalla de Trost
En la sede de la infantería, los cadetes encargados de reabastecer los suministros de los soldados en combate se habían amotinado frente a la salida del piso donde se almacenaban. -¡Espere por favor, comandante! -suplicaban- Si los titanes atacan, no seremos capaces de proteger este lugar por nosotros mismos. ¡Por favor, quédese aquí!
El barbudo oficial ante ellos ordenó:
-Apártense del camino. Debo marcharme para supervisar al escuadrón de refuerzos.
-¿Y en la puerta interior que es más seguro? -soltó un recluta. Podía leer la huidiza mirada de su superior.
-¿Qué quieres decir? -gritó el comandante. Su voz, aguda- Esas son las reglas. ¡Un soldado siempre debe seguir las reglas!
-Pero si este lugar cae…
-¡SILENCIO! -El oficial desenfundó el acero, y las voces se apagaron- ¡Si abren la maldita boca de nuevo, voy a tratarlos como rebeldes y los ejecutaré AQUÍ MISMO!
Mikasa llegó a junto a la línea media. La lluvia comenzaba a aminorar, hasta detenerse por completo. Desde la cima del tejado, vio escuadrones de soldados sin hacer más que hablar entre ellos. No comprendía del todo lo que estaba sucediendo. La campana de retirada ya había sonado, ¿por qué todavía no habían entrado a la muralla? Pensó en las posibles razones, y divisó el edificio de la sede, en la zona alta del distrito. Sobre la torre más antigua se movían un puñado de cuerpos rosados. A tanta distancia, casi parecían diminutos.
Los cadetes atrapados dentro de la torre habían dispuesto los muebles de las bibliotecas y oficinas como fortines detrás de los cuales ocultarse. En las ventanas se asomaban ojos del tamaño de cabezas humanas, espiando. Los jóvenes eran incapaces de realizar un movimiento. Cualquier cosa delataría su posición. Hechos un ovillo, lloraban, rezaban. Sólo uno de ellos se veía tranquilo. En sus manos sostenía un arma. Una escopeta. Pacientemente, le cargaba la pólvora.
El edificio tembló con un rugido y el sonido del cristal quebrándose. No, nuevamente no le había tocado a esa habitación.
-Bien -susurró el soldado cuando acabó su trabajo con el arma. Sonreía. La cadete a su lado lo observó.
-¿Eso en qué nos ayudará?
El soldado abrió la boca y metió el cañón en ella. Con una explosión, el rostro de su compañera se humedeció de sesos y sangre.
-¡Oye, Jean -gritó Connie tras su encuentro al sur del distrito-, ¿qué hacemos?!
-No podemos hacer nada -La cabeza le caía entre las rodillas. Intentaba pensar una alternativa. La señal de retirada ya había sonado, pero no tenían el gas para regresar a la muralla-. Todos vamos a morir... ¡Todo por culpa de esos cobardes!
-¿El escuadró de apoyo? ¿Qué crees que pasó? ¡¿Murieron?!
-Probablemente perdieron su voluntad de luchar -contestó con franqueza, mirándolo-. Entiendo cómo se sienten. Pero de seguro se escondieron en el cuartel general. Creo que la base está rodeada de titanes y ya no pueden rellenar nuestras reservas de gas.
-¡Entonces hay que ir con todo para matar a esos titanes! -gritó Connie, exasperado-¡Si nos quedamos aquí, va a ser lo mismo! ¡Y los titanes nos encontrarán!
Jean solo lo miraba con sombría irritación.
-Si seguimos escapando -seguía-, vamos a desperdiciar el poco de gas que nos queda ¡Y cuando perdamos nuestra movilidad -le dio un golpe al tanquecillo plateado junto a su cadera. Sonó desesperanzadoramente hueco-, será nuestro fin!
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El avance de los Titanes
FanfictionLa historia nos traslada a un mundo en el que la humanidad estuvo a punto de ser exterminada cientos de años atrás por los titanes. Los titanes son gigantes, parecen no ser muy inteligentes y devoran seres humanos. Lo peor es que parece que lo hacen...