4

10.4K 1.2K 784
                                        

CAPÍTULO
CUATRO

- Bienvenida a casa, Mito.

- Muchas gracias. Estaba ansiosa por volver -la mujer de cabellos rojos, hizo una pequeña inclinación de cabeza y esbozó una cálida y gentil sonrisa-. Sobretodo por ella.

- Al igual que tú, pertenece al clan Uzumaki. Descendiente directa, más específicamente. Se llevarán bien. Eso espero.

- Eso suena muy interesante. ¿Podré conocerla pronto?

- De inmediato. Sobre la celebración de la noche... -y así se extendió la conversación.

Mito Uzumaki. Viuda de Hashirama Senju, quien había vuelto de su viaje por el evento anual que se realizaba en la aldea, en honor a su esposo.

Ese día era veintitrés de octubre y se conmemoraba el nacimiento del dios de los shinobi. Por lo que, en efecto, no era un día ordinario.

❀ ❀ ❀

La rubia sacaba de una bolsa las hojas que recientemente había recogido del bosque, todas en hermosas tonalidades ocres. Las depositó sobre el futón y las fue ordenando según sus colores. Del más claro, al más oscuro. Luego, sacó el pegamento que había comprado en la mañana y comenzó a pegar hoja por hoja en la pared detrás de su cama. Todas en el mismo orden que ya había preparado. Ya se había resignado a quedarse más tiempo de lo que esperaba en el Pasado. Por lo que tomó la decisión de darle un toque personal a su alcoba.

Tarareaba distraídamente una de sus canciones favoritas, mientras pegaba y se detenía a observar su trabajo.

- Bonita decoración -una voz femenina le hizo sobresaltarse.

Se dio la vuelta y tropezó con sus propios pies al mirar a la mujer frente a ella.

- ¡Madre santísima! -vociferó la hija del Cuarto, llevándose las manos al pecho-. O mejor dicho... ¡Usted se parece muchísimo a mi madre!

- Vaya, espero que eso no te haga sentir ofendida.

- ¡Para nada! Usted es muy... -la observó de pie a cabeza y sin al menos disimularlo.

La mujer frente a ella era sin duda hermosísima. Sus ojos eran negros, pero brillantes. Su piel casi traslúcida y de porcelana. Su cabello, de un rojo intenso y atractivo. Vestía un kimono tan elaborado, que intimidaba de solo verlo.

Desde otro punto de vista, esa elegante señora era como su madre, solo que mucho más hermosa. No es que no considerara linda a su mamá. Su madre era bellísima, pero ella... estaba tan arreglada, tan pulcra y perfecta que le recordaba a esas muñecas de feria que tanto amaba cuando niña.

Se sintió terriblemente fea de inmediato. Fea y desarreglada. ¡Y su ultima ducha había sido el día anterior! Qué patética que sentía.

- Estaba muy emocionada por conocerte -la mujer del kimono hizo una reverencia, en señal de respeto-. Phoenix-hime. Mi nombre es Mito Uzumaki.

- ¿¡Uzumaki!? -cayó sentada en la cama y con su mentón casi pegando del suelo-. ¿Mi... to? -balbuceó, apretando la sábana entre sus temblorosos dedos-. Entonces, usted es... ¡Mito Uzumaki! Usted... ¡Por Dios! La esposa del dios de los ninja. ¡Hashirama Senju! El hermano de Tobirama. Quiero decir... Tobirama-sama. Hashirama-sama. ¡Mito-sama! Por favor, disculpe mi poco respeto hacia su persona.

Así fue, como por primera vez en su visita al Pasado, la intrépida rubia se sintió intimidada. ¿Y cómo no sentirse una hormiga al lado de semejante personaje? La mismísima Kushina le había contado sobre ella. Sobre Mito, la mujer que en su lecho de muerte la escogió como la siguiente Jinchūriki de Kurama. La mujer que le dio valor y el mejor consejo que alguien pudo darle.

TEMPUS ★ S. TOBIRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora