Retorno

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Habían viajado gran parte del día y el cielo anunciaba la noche inminente.

Las hojas de los árboles eran bañadas con el color del ocaso, logrando que parecieran llamas meciéndose a merced del viento.

Las sombras de los shinobis apenas se notaban entre el manto imperceptible de la oscuridad, avanzando para cubrir todo a su paso.

Hikari iba adelante de la formación, ella era quien conocía mejor el camino hacia la aldea.

Si bien los Youkai pertenecen a Konoha, su villa estaba más alejada de los muros principales y estaba en las profundidades del bosque del sur. Había ido por última vez meses atrás, para llevar un mensaje de su padre y sólo había visto a Sasuke durante unos pocos minutos.

Su usual mirada de desgano y su voz inexpresiva le dió la bienvenida esa vez, pero ella pudo ver a través de sus ojos, que estaba feliz de verla.

Varios años de amistad le habían enseñado a Hikari la manera en la que el Uchiha solía ocultar sus sentimientos, tiempo atrás no había sido así, tiempo atrás...ambos eran el uno para el otro.

Escuchó risas detrás de ella, donde Ichiro y Sadao, los dos jóvenes que había elegido, conversaban y seguían sus pasos.

Una de las razones por las cuales estaba adelantada, era Ichiro.

Hubiera deseado no llevarlo pero era uno de los mejores Youkai en la edad de un Genin, aunque Hikari lo detestaba. No soportaba su sádica sonrisa o sus ojos burlones, ni siquiera su manía de siempre demostrar lo superior que era entre los de su edad.

De todos con los que había practicado, Ichiro era quien más se aprovechaba de las debilidades de ella y no dudaba ni un segundo en dejarla con una o más heridas de las necesarias en los entrenamientos.

Como era de esperarse, su padre nunca intervenía en esos combates, quizás buscando que ella formara el carácter para soportar esas torturas.

Si tenía que ser justa, Ichiro era básicamente un buen ninja, siempre adelantado a los movimientos y capaz de leer los puntos flojos en cada ataque y por supuesto, en ella. Lo que la convertía en una pésima contrincante.

Sadao era uno de los más débiles en la generación, pero sus dotes medicinales eran más que reconocidos en la villa, razón por la que Hikari decidió reclutarlo pese a sus defectos como shinobi o las quejas de su padre.

Habían viajado durante casi dos días, a paso tranquilo y vigilando. Los exámenes Chunnin eran el principal objetivo y tanto Ichiro y Sadao tenían por entendido que sólo consistiría en participar. Sólo Hikari sabía sobre los ninjas del sonido que su padre le ordenó vigilar y estaba completamente segura de que ese fue un comando del mismo Hokage.

El país del sonido era nuevo en esos lares, no era de extrañar que los Youkai comenzaran a inquietarse por las noticias. No serían buenos guardianes si no estuvieran atentos a esos detalles.

Era evidente que su padre sospechaba de los emisarios de ese país y Hikari tenía ahora la responsabilidad de vigilarlos. Ocultar esa información por el momento sería fácil con Sadao, pero no estaba segura de que funcionaría con Ichiro. No sólamente tenía que liderar un equipo sino que también tenía que manejar información clasificada, al menos, hasta que pudiera hablar con el Hokage.

Era la primera misión de ese tipo de la que estaba a cargo y que algo saliera mal no era una opción para alguien como ella.

-¿Cuánto falta para que lleguemos, Hikari?- preguntó Ichiro.

-No mucho.

-Vayamos más despacio, aún tenemos tiempo para llegar.

-No.

La Luz detrás de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora