CAPITULO 30: De colores a blanco y negro {Parte 1}

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Describir como me sentí en ese momento era inexplicable.

Todo lo que pensé fue en que nada de eso podía ser posible.
Julian Serrano ¿mi padre? No intenté buscar la relación entre Rousse y yo, solo me quedé ahí de pie junto a la planta sin inmutarme a dar un paso hacia la cocina y enfrentarme a ambas. Simplemente no fui capaz.
Mi estomago dio un vuelco cuando escuché como Rousse se despedía de mala forma, dejando a mi mamá sollozando y exclamando que nada de eso era posible. De un rápido movimiento corrí hacia mi habitación envuelta en silencio.
Entonces pensé, que cuando crees que todo está mejorando pasa algo que te lleva incluso más atrás del regreso. ¿Acaso el destino tenía algo contra mí? Porque todo lo que pasaba en mi vida me respondía que sí.
La primera persona que amé realmente se volvió tan imposible en todos los sentidos. Y aunque quería ignorar que había escuchado eso, mi cerebro lo impedía de una manera tan violenta que me regañé por haberme permitido sentir todo aquello por Julian. El señor Serrano. El padre de mi mejor amiga y ahora el mío. Lloré toda esa noche. Esperé a despertarme para dejarlo como una fría y oscura pesadilla.
La mañana siguiente, decidí no ir a la escuela, esperé a mi mamá sentada en la silla del comedor. Tal vez la noche anterior había quedado de piedra y sin poder decir nada pero debía enfrentar la realidad que me había golpeado brutalmente. Escuché el sonido de la puerta de su habitación abrirse, no me moví, eran más de las nueve de la mañana se suponía que debía estar en la escuela a esa hora.
— ¿Oriana?
Me quedé viendo directamente sus ojos. Seguía sin creerlo porque si todo era verdad, ella no era mi madre. La amaba tanto, y aunque no fuera así ella seguiría siendo eso para mí porque a Rousse la veía como una perra del infierno que solo llegó para destruir la poca felicidad que tenía.
— ¿Cómo es que conoces a Rousse?
Ella no dijo nada, solo se quedó ahí de pie frente a la mesa.
— Mamá...
Sus ojos pasaron de mí al suelo.
— ¿Me lo dirás? — pregunté parándome frente a ella. Me esquivó y caminó hacia la sala, dejándome con la palabra en la boca.
La desesperación volvió a crecer, realmente me estaba cansando su actitud. Solo necesitaba saber si era verdad todo lo que había escuchado o no.
— ¿Qué es lo que quieres saber? — cuestionó insegura. Parpadeé varias veces, quería saberlo pero en el fondo sentí miedo.
— ¿Qué relación tienes con Rousse?
Mi mamá limpió su garganta. — ¿Cómo sabes de ella?
— ¡Solo dilo! — grité sin poder controlarme.
Jamás lo había hecho, pero en ese punto ya no podía controlar mi cordura.
Ella permaneció en silencio un momento. Me miró con los ojos rojos y cansados, se mantuvo quieta e inexpresiva.
—No debiste escuchar nada — Empezó a decir, y supe que era el momento.
— Pero lo hice.
Agachó la mirada y cerró los ojos. — Primero antes de todo lo que te vaya a decir quiero que sepas que a pesar de todo te amo y siempre te amaré.
Sentí un nudo enorme en el estómago.
Eso solo me decía que todo era verdad, que nada de lo que creí que podía ser una pesadilla del inframundo era mentira. Todo fue en la realidad.
— Necesito saberlo todo — supliqué. Mis ojos ya lo rodeaban las lágrimas que amenazaban con salir.
Ella asintió no muy convencida, se dirigió al sofá de en medio de el lugar y palmeó a un lado para que lo ocupara.
— Todo inició con que Osvaldo trabajaba en la casa de la mamá de Rousse, era el chofer de la familia. A veces iba a visitarlo, y en una que otra ocasión pude charlar con ella. No fuimos las mejores amigas pero puedo considerar que un poco lo era. Nos entendíamos, solo tenía tres años más que ella. Rousse contaba con diecisiete años, y salía con Julian. Él ya era mayor de edad pero eso no era impedimento para ella, aparte que como ambos eran de la clase alta sus padres quedaron maravillados por la noticia — Se detuvo. Tomó mi mano y continuó: — Un día llegué a la casa de ellos, y encontré a Rousse llorando en el jardín de su casa, de verdad se veía mal. Ella me confesó que estaba embarazada. Rousse tenía mucho miedo de que sus padres la castigaran, a penas y tenía los diecisiete. No sabía nada sobre la maternidad, y quiso abortar. Después la convencí de que le dijera a Julian, y así lo hizo. Días después Rousse me confesó que lo estaba de dos meses.  

Noooooooooo, no puede ser verdad! :( 
PD: Gracias a las chicas que votaron y comentaron los ultimos capitulos! eso me dio ganas de seguirla mas rapido. 

Dias de Otoño *Adaptada* /Orian/Where stories live. Discover now