31: De colores a blanco y negro. {Parte 2}

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— ¿Cómo es que Julian no lo supo?

Mi mamá suspiró profundamente. — No lo supo hasta que te vio. Julian no estuvo presente en el parto, esa noche... lo recuerdo muy bien, él estaba en otra ciudad atendiendo uno de sus casos, la madre de Rousse fue la que entró. Los doctores le informaron que una de las niñas no aguantaría mucho tiempo, durante el proceso de embarazo no había consumido los nutrientes necesarios al igual que oxigeno. De hecho, fue un milagro que naciera con vida. Era demasiado pequeña.
Las lágrimas se derramaron sobre mis mejillas, pero tomé todo el aire que pude para poder preguntarle.
— ¿Esa niña soy yo?
Ella soltó un sollozo profundo. — Sí, eres tú Oriana.
— No entiendo, si los doctores dijeron...
— ¡Lo sé! Rousse te iba a dejar en el hospital internada, iba a pagar tu estancia ahí pero no podía dejarte. Eras tan pequeñita e indefensa... los días siguientes los doctores que te atendieron dijeron que te recuperaste, no el cien por ciento pero si lo suficiente para vivir unos años más, le dije a Rousse pero ella se negó, se excusó en que no sería lo suficientemente fuerte para dejarte ir, entonces... ella me dijo que si quería hacerme cargo de ti podía llevarte conmigo. Te juro Oriana, que siempre te amé. Desde el primer momento que te vi lo hice. Eres mi adoración y un milagro.
— Eso quiere decir que Julian... — Ni tan siquiera pude terminar lo que quería. Las palabras se desprendían de mi boca sin ser pronunciadas.
— Sí, Oriana. El señor Serrano es tu padre y Yolanda tu hermana.
Desde mi cama podía observar la luna a través de la ventana. La noche era aun más oscura que lo normal o así lo sentí.
Después de haber platicado con mi mamá y aclarar todos los asuntos y puntos pendientes comprendí todo. Mi amor por Julian era lo más imposible y lo peor es que le entregué mi virginidad. No fue normal y mucho menos cómodo pensar 'mi primera vez fue con mi padre'.
Me tragué el llanto, pero la verdad era que ya no me quedaban más lágrimas que derramar. Todo era una mierda. Una bola de mierda tan grande que podía ahogarme en ella. Todo mi cuerpo estuvo relejado encima de la cama, con mi colcha encima. Las ganas de salir corriendo igual desaparecieron, no tenía ganas de nada. Incluso ni de matarme.
Observé como las nueves blancas pasaban por delante de la Luna tapando en su camino su brillo y su forma tan bella, un sonido me despertó mi transe. Volteé a ver hacia mi celular y una luz parpadeaba, lo cual marcaba que era un nuevo mensaje. Incliné mi cuerpo hacia la mesa de atrás para tomarlo, lo desbloqueé y así fue. Era un mensaje de Julian, mi padre.
Aventé el celular hasta las profundidades de mi habitación y mi cara se volvió a ver debajo del agua que mis ojos derramaron.
El sonido insistió una y otra vez hasta que por la venteaba vez me atreví a leer uno de ellos.
'Necesito saber que estás bien, no sé nada de ti y me preocupa. Por favor responde este mensaje. No hagas que valla hasta tu casa y tire la puerta'.
Supe que Julian Serrano era capaz de eso y más cuando se lo proponía, así que respondí.
'Estoy bien, no te preocupes. ¿Podemos vernos?'
Fue más que claro que no le diría nada sobre el tema, no podía. Él debía darse cuenta el tipo de mujer que tenía como esposa. Y aparte me encontraba lo suficiente dolida para no poder soportar algo más fuerte como si se enterara y se arrepintiera de todo. Porque aunque eso estaba sucediendo yo no lo hacía.
Llegó su respuesta.
'Te juro que estaba a punto de salir de casa. Estoy feliz de que estés bien. Por supuesto ¿En dónde y a qué hora?'
Suspiré. Consideré que sería más fácil si él hubiese puesto el lugar y hora.
Pero debía enfrentarlo todo de una vez.

>>Continuará<<  

Que creen que pasara? tal vez el destino no los quiere juntos.. D: 
Si quieren los próximos capítulos puedo comenzar a hacer dedicaciones a los comentarios!

Dias de Otoño *Adaptada* /Orian/Where stories live. Discover now