Tienissana.

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Durante años escondí mi secreto, si es que así puede llamarse.  Nadie sabia de ello. De hecho, nadie decidió acercase a mi durante 10 años, puede que porque no les llamaba la atención alguien como yo, o quizás porque me veían como el bicho raro y les daba miedo acercarse. Fuera lo que fuera, nunca lo tuve en cuenta. 

Mi nombre es Shiva, bueno ese es el nombre que he decidido que conozca la gente sobre mi, ya que ese no fue el nombre que me dio mi madre. Mi verdadero nombre es Tiana, la abreviación del nombre de mi abuela, Tienissana. Realmente no se de donde viene el nombre de mi abuela pero mi madre decía que era muy especial, y que con el tiempo lo descubriría, lástima que ella no esté aquí conmigo.

Creo que toda historia debe empezar por el principio, pero yo no se donde se encuentra mi inicio. Mi madre murió cuando yo solo tenía 6 años en un accidente de coche. Y yo iba en ese coche. En el momento, todo ocurrió muy deprisa. Mi madre iba al volante y yo estaba en la parte trasera del coche observando las estrellas a través de mi ventanilla, tan solo fueron suficientes unos segundos para que un coche que venia de frente deslumbrara a mi madre, con la mala suerte de que el coche resbalase por culpa del hielo y saliera desprendido por un barranco.

Recuerdo que volvíamos de celebrar el año nuevo en el pueblo como tantas otras veces habíamos hecho, solo que esta vez, fue la última. Tan solo recuerdo despertar entre cristales rotos, con algunos arañazos en mis brazos y piernas y unos pedazos de la ventanilla clavados en mi rostro. Me desabroché el cinturón y lo siguiente que vi fue a mi madre, fuera de coche, con cortes en el cuello. Cualquier niño se hubiera echado a llorar pero por desgracia, yo estaba acostumbrada a ver aquellas escenas a diario por el trabajo de mi madre. No sabía que hacer pero sabía que no podía quedarme allí, aquellos cortes no habían sido causados en el accidente.

Nuestra casa estaba dentro del bosque, por lo que me conocía los caminos y podía recorrerlos con seguridad incluso con los ojos cerrados. En tan solo unos minutos había llegado a casa y en el momento que iba a entrar escuché unas voces dentro.

-No está aquí, no lo encuentro. Esa zorra debe haberlos escondido en algún lugar.

Decidí subirme a un árbol cercano a la puerta que era bastante tupido y cogí mi arco y unas flechas, tan solo había dos. Me senté a esperar y cuando salieron por la puerta disparé. Dos flechas, limpias, directas al corazón, una muerte rápida y sin dolor. Aquella fue mi primera muerte. Una vez cayeron al suelo me acerqué a ellos y los arrastré como pude hasta el árbol, no podía escapar de ahí totalmente a oscuras, no sabría a donde ir.

Y aquel fue el inicio de todo. A la mañana siguiente empece a desmontar los muebles de la que había sido mi casa hasta el momento y por piezas empecé a llevarlas cerca de un lago que había a un par de kilómetros de mi casa. Y repetí el proceso hasta que pude montar un casa encima de unas rocas cercanas a un árbol, en el cual até una liana para poder llegar a él y guardar mis armas. Volví a casa otras veces más, necesitaba un colchón donde dormir, ropa, calzado, y otras cosas que era vitales para que pudiera vivir sin dejar de parecer una niña de seis años. Prácticamente había montado una casa, yo sola, con tan solo 6 años.

La última vez que volví a casa fue doloroso. Había arrancado las paredes, partes del techo, los muebles eran escasos, y una vida entera empezaba a quedar bajo las ruinas de aquella que había sido nuestra casa. Cogí comida y salí de allí, fue la última vez que pasé por allí. Hasta hace unos meses, y encontré algo. Gracias abuela.

Era cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora