La puerta de la casa de madera se abre con cuidado, pero este hecho no impide que el correoso material rechine, tras esta acción está un joven que está en el ecuador de su vida que saluda al anciano sentado en el sofá.
-Papá qué tal estás?- pregunta cariñosamente.
Antes de que pueda responder aparecen detrás de sí unos niños de 4 y 6 años que imitando la velocidad y la fuerza de un tren saltan encima de su abuelo mientras gritan al unísono-
-Yayo Carlos, yayo Carlos.
El abuelo les responde con un beso en la mejilla y unas caricias en sus diminutas nucas, mientras los baja con cuidado, para ir a saludar a su hijo.
-Roberto campeón, tus pequeñines están hechos unos fieras ya parecen de Porriño.
Mientras dice esto le da un fuerte abrazo a su hijo que le pregunta susurrando al oído.
-Qué tal estás papá?-esta vez en un tono más íntimo.
Carlos sollozando en bajo para que los niños no le escucharan le responde.
-Hecho de menos a tu madre Rober... Hoy cumpliriamos 42 años juntos.
Roberto entonces recordó aquella historia que tanto le gustaba contar a su padre y que tanto le animaba.
Tras terminar el abrazo, le guiñó picaramente el ojo mientras dice a sus hijos.
-Pitufines... queréis que el yayo os cuente cómo conoció a la abuela ?
Los niños eufóricos asienten deseosos de las historias de su abuelo tirándose a las piernas de su abuelo y tirándole con cuidado del pantalón.
En la expresión del abuelo se dibujó una sonrisa que dejaba ver sus impolutos dientes blancos, expresando de esta manera la alegría que sentía. Tras sentarse en el sillón, Roberto y sus hijos se sentaron haciendo un semicírculo alrededor de su padre con Rober en el centro y cada hijo al lado de su padre.
-Chicos dejad que el yayo cuente la historia- dice Roberto cariñosamente.
Esta vez es Carlos quien le guiña el ojo a su hijo mientras le dice con los labios, gracias.
-Yo conocí a vuestra abuela el primer día de instituto, tenía una preciosa melena riza de color negro azabache que combinaba con sus azules ojos como el zafiro. Pero yo era hijo de granjeros y sus padres eran dueños de una fábrica de conservas local y nunca aprobarían que saliera con su hija. Así que traté de olvidarme de ella.
-Y abuelo?? la olvidaste?- pregunta el menor de los nietos
-Pequeñín, si la hubiera olvidado tú no estarías aquí- le responde su padre.
-Pues tras estar con varias chicas me di cuenta que a pesar del tiempo seguía pensando en aquella chica, Esther.
Un día a la salida del instituto la vi llorando y entonces mi corazón le ganó el pulso al miedo y me acerqué para consolarla, conseguí que dejara de llorar y tras charlar amistosamente quedamos para las romerías de la Franqueira, antes de que pudiera abrazarla un pijillo me empujó agresivamente mientras le dice <te está molestando este granjero, guapa> ese niñato siempre conseguía encenderme, así que decidí irme a mi casa.
Al día siguiente la acompañé a casa, y al siguiente así hasta el día antes de la romería. Cuando me iba a ir, vi bajar a su padre con una cara de enfado en una imponente postura amenazadora gritándome <niño vete, no quiero soltar a los perros>, mientras me dirigía a mi casa, aún podía oir los rugidos dirigidos a Esther.
Yayo y qué pasó?-preguntó el pequeño de los hijos con dificultad.
-Pues estuve a punto de no ir a la fiesta, pensé que aquella historia se había terminado sin ni siquiera empezar, pero mi padre, tu bisabuelo, me dijo <Carliños non me seas parvo, vai a romería e se non atopas a Esther esa pola que estas toliño, pois lle levantas a saia a outra moza e verás como te alegras>, y así hice.
Ya en la romería estuve buscando durante horas a esa princesa de ojos azules y como no la encontré comencé a hablarle a otra chica, cuando noto que me tocan el hombro al girarme veo que es vuestra abuela con un precioso vestido estampado, de la alegría la abracé y comenzamos a girar hasta que caímos en un pradito y allí nos besamos. Desde aquella no nos separamos y yo me esforcé en estudiar para poder ganarme la vida de buena manera y que sus padres me aceptaran y así fué chicos.
Si realmente queréis algo de corazón luchad por ello, pues no hay guerra más noble.
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Siempre contigo Esther- One-shot
Historia CortaEmotivo one-shot que cuenta la historia de Carlos, un hombre de cumplidos años que recuerda con añoranza su mejor experiencia vivida.