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—Tal vez es sólo gente que aprovechó que ese lugar esta totalmente abandonado— no les faltaba mucho para llegar al letrero donde se leía el "bienvenidos a..."

—¿Y por qué la gente dejaría sus cosas así nada más?— seguía preguntando el menor.

—Tal vez eso llegue a pasar aquí— ya habían pasado el letrero y estaban caminando por las calles —mucha gente vive sola y ya esta anciana, nadie se hará cargo de sus cosas cuando mueran. Quizás allá vivían muchas personas solas y poco a poco se fue quedando solo.

—¿Así es como se extiguen las civilaciones?— SeHun caminaba con las manos dentro de los bolsillos del pantalón.

—Si, la gente se queda sola y de pronto ya no queda nadie— KyungSoo se alzó de hombros, había visto eso en alguna clase de historia con las antiguas civilizaciones —también así mueren las lenguas, como el latín.

—Bueno... creeré que sólo es gente que aprovechó que era un lugar desierto— ya estaban muy cerca de donde KyungSoo vivía —no borres las fotos, me las pasas también.

KyungSoo rodó los ojos y siguió su camino, llegaron a una calle donde sus caminos se separaban.

—Nos vemos mañana, será tu día divertido de lectura— recordó SeHun, entonces el mayor sonrió y se despidió de su amigo con la mano, él siguió por su camino y el bajito por el suyo, en cuestión de minutos llegó a su casa, su abuelita estaba sentada en una mecedora cerca del recibidor.

—¿Cómo se la pasaron?— preguntó la ancianita mientras se mecía, el perro viejo que estaba dormido a sus pies despertó al notar la presencia de KyungSoo y a pesar de su edad, se puso en posición de ataque y empezó a gruñir —tranquilo, sólo es Soo.

—Ese perro nunca me quiso— recordó mientras veía como el can le mostraba los colmillos, si bien el perro siempre le ladraba hasta que el chico se alejaba, nunca le había gruñido de aquella manera, como si fuera a atacarlo en cualquier momento —pero si... la pasamos... bien...

—Me alegro Soo, que bueno que SeHun y tú se hicieron buenos amigos— la ancianita se levantó de su asiento para intentar tranquilizar al perro que comenzó a ladrar de manera agresiva —¿Qué te pasa a ti eh? Deja a Soo en paz— la viejita le acariciaba la cabeza para intentar calmar a su mascota —ve a tomar un baño, hijo. Ya mismo te sirvo la cena.

Con todo lo que había pasado en las últimas horas KyungSoo no recordaba que en todo el día no había probado bocado más que el almuerzo que tomó en la casa de la tía de SeHun. El chico asintió con la cabeza y salió a su habitación para tomar una ducha caliente que mucha falta le hacía.

El vapor del agua caliente cubrió todo el baño, las gotas sobre su piel eran relajantes, cerró los ojos y se sintió tranquilo luego de un ajetreado día. Empezó a lavar su cuerpo cuando bajó la vista y vio que entre la espuma blanca y el agua incolora se colaba un tercer color. Vio como desde su altura una gota carmesí caía sobre el agua, llevó sus manos inmediatamente a su rostro, su nariz estaba sangrando, trató de detener el sangrado con sus manos pero fue casi imposible, tuvo que salir de la ducha.

—¿¡Pero que te pasó!?— su abuelita se alarmó cuando vio a su nieto llegar con un montón de papel higiénico pegado en la nariz —a ver ven— le indicó al chico que se sentase para ayudarle y que empezara a comer.

—Me estaba bañando y me empezó a salir sangre— KyungSoo se sentó en la silla y con la cabeza hacia atrás dejó que su abuelito se hiciera cargo.

—Ayy niño, ya les dije que no pasen mucho tiempo bajo el sol, te me vas a enfermar— la viejita le quitó el papel de la nariz y examinó un poco, puso en posición recta la cabeza del chico y le hizo levantar una de sus manos mientras tapaba el narina que no sangraba.

Si juegas con fuego... [SeSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora