Capitulo 2. Despertar en la obscuridad

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⚠️Advertencia por mención de abuso infantil ⚠️

Harry estaba feliz de volver a recuperar la conciencia, al menos era algo. Pero sus ojos no se aclararon y no era capaz de escuchar nada a su alrededor. Trató de mover las manos pero parecieron chocar contra algo.

La oscuridad era algo que parecía se volvería una constante en su vida. El pensamiento de tener que permanecer en la oscuridad por más tiempo le resultaba desagradable.

La mente de Harry entró en pánico cuando por su cabeza cruzó la idea de que había sido enterrado vivo en lo profundo de una tumba. Nadie esperaba que una persona pudiera regresar de entre los muertos. ¿Debería preocuparse por cómo salir de la tierra?.

Pero antes de que pudiera continuar divagando, un dolor agudo invadió su cabeza.

Era insoportable, podía sentir como cada músculo de su cuerpo se contrae con los segundos que pasan. Era peor que el crucios, y mil veces peor que morir. No tenía idea que el dolor podía hacer que un segundo se sintiera como una hora.

Harry se retuerce con la mente en blanco, sus extremidades chocaron en algún momento con las paredes circundantes y resulta que el dolor físico es más controlable que el dolor en su alma.

——¿Qué...?

Entre jadeos logró soltar una pregunta que sonaba más a un gemido.

Imágenes empezaron a arremolinarse en su cabeza obligándolo a recordar un pasado muy lejano de su vida.

Desde su nacimiento y la calidez del abrazo de su madre, el cariño y protección de su padre, hasta la fatídica noche en la que los perdió.

Vio a Snape derrumbándose, a Sirius que lo dejó a cuidado de Hagrid, a Albus Dumbledore convenciendo a McGonagall que terminar en manos de su tía Petunia era la mejor opción.

Cuando empezó a recordar su vida con los Dursley, Harry comenzó a ser más que consciente de su propio cuerpo.

El vacío crecía en su corazón mientras recordaba cómo eran los ojos con el que lo miraban. Brillaban de una forma espeluznante, sin locura, solo el más sincero odio. Nunca tuvo la oportunidad de encajar allí, incluso siendo un bebé.

Su frente sudaba mientras su mente revivía el dolor que sufrió en ese entonces.

Se le revolvió el estómago de asco cuando recordaba cómo lo mataron de hambre durante semanas con el único propósito de enseñarle una lección.

Espera, espera, ¡Espera!. Ellos no habían sido tan malos con él, ¿verdad?.

Sentía como si estuviera sumergido en lo profundo de un lago apunto de ahogarse

Los nuevos recuerdos se estaban mezclando de tal forma que ya era imposible distinguir los originales. No puede distinguir cuáles son antiguos y  cuáles nuevos.

Un mal presentimiento se extendió en su corazón.

Recordó al niño de 3 años al que le safaron el brazo de un fuerte jalón.

Al de 4 que nadie preguntó por su pierna rota.

Al niño de 5 años que cortaron por primera vez con un cuchillo con la justificación de recordarle cómo debe cocinar correctamente.

Muriendo para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora