Capitulo 4. Un pequeño brillo de esperanza

10K 1.1K 81
                                    

Harry no quería permanecer en el armario ni un segundo más. Tomó su nueva varita y lanzó un hechizo al lugar donde sabía que estaban las cerraduras.

—Alohomora.

El candado hizo un sonido sordo al estrellarse contra el suelo pero decidió no preocuparse por ello.

Cerró los ojos cuando salió del armario. Un reflejo condicionado a los recuerdos de vivir con los Dursley.

Había aprendido por las malas a no provocar una posible reacción violenta de los Dursley. Un impulso que permaneció incluso cuando ya no era el niño de 10 años indefenso al que podían intimidar.

Después de recordar un poco ya sabía que los Dursley habían salido de vacaciones. Los escuchó cuando se fueron de la casa con su equipaje, un motivo más para querer maldecirlos.

Harry no tenía conciencia de la hora y tampoco había nada en la casa que pudiera decirle. Supuso que era de noche, por el poco ruido que venía del exterior.

——”¿De casualidad sabes algún hechizo que me pueda dar la hora?” —preguntó a la serpiente en broma.

Harry lo había dicho porque al ser una criatura regalada por la misma Muerte no podía creer que fuera solo un compañero espiritual. No esperaba obtener una respuesta afirmativa de ella.

——”Tempus” —respondió de inmediato—. "Si lo lanzas sobre tu brazo podrás sentir los números".

Harry parpadeó confundido.
Harry tomó al reptil con ambas manos y levantó a la serpiente del suelo hasta dejarla a la misma altura de su rostro. Cuando la tomó fue capaz de notar que es larga y pesada, seguramente mediría 2 metros o más.

——”¿Puedes enseñarme magia entonces?” —preguntó Harry.
——"El creador me dotó de sabiduría para ser tu guía."—respondió la serpiente.
——"Puedo suponer que tú creador es la Muerte".

Harry suspiró suponiendo que la muerte no podía ser tan buena sin razón. Colocó a su nuevo compañero en el suelo, era demasiado grande y pesado para que un chico que acababa de morir lo mantuviera levantado por mucho tiempo.

Conjuró un Tempus en una de sus manos y con la otra palpó un relieve arenoso sobre su piel, la hora marcaba las 5:30 am.

——La hora perfecta para largarse de esta casa —murmuró antes de empezar a moverse.

Al caminar a la puerta principal los recuerdos que tenía sobre la casa le servían de ayuda para saber que camino tomar.

Arrastrando los pies para no tropezar con nada en el camino logró llegar hasta la puerta de entrada donde encontró una sombrilla.

——Transformaciones nunca fue mi punto fuerte —dijo mientras fruncía el ceño.

Harry transformó el paraguas en un bastón largo. No tenía idea de cómo usarlo, pero había visto a un hombre ciego caminar con él antes.

Usó su bastón para reconocer el último trozo antes de llegar a la puerta. No esperaba chocar de frente con un montón de algo tirado en el piso.

Se agachó para tomar lo que estaba tirado, era papel, estaban por montones acomodados en el suelo. Después de levantar uno de ellos se dio cuenta de que eran cartas, y no cualquier carta, por el sello de cera seguramente no era más que su carta de admisión a Hogwarts.

Harry supuso que la carta había llegado hace algún tiempo a la casa, seguramente era el desencadenante del abandono repentino de los Dursley.

Hizo una mueca al darse cuenta que nadie nunca había revisado el destino de sus cartas, puede que incluso los Dursley supusieran que alguien vendría pronto por él y se escaparon antes de sufrir las consecuencias. Claro que eso nunca ocurrió.

Muriendo para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora