[68K.] Extra publicitario» Besos Prohibidos

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NOTA:

¡LO SIENTO! Se supone que ya no publicaría nada aquí pero acabo de corregir Besos Prohibidos, y me dije, ¿por qué no le haces publicidad a tu otra historia con un extra? Así que aquí está. ¡OJO! Como estoy promocionando Besos Prohibidos voy a mencionar a algunas personitas que tal vez no reconozcan. Para averiguar sobre eso, es necesario dirigirse a la otra historia. Si tienen pereza de leer, en serio, sin compromiso pregunten. Otra cosita, como esta es la historia de Demyen, él se encargara de darnos un vistazo a lo que podrán esperar en BP.

Hasta pronto, avecitas.

Marina Lyre

☼☼☼

''Por Dios, Demyen. Deja por un segundo de suponer que todo se trata de ti. ¡Si no quiero que Mika te vea es para protegerla a ella! Tú, grandísimo idiota, no mereces ni por un segundo volver a verla. Hiciste mucho daño, no ellas, no a mí, sino a Mikaela.''

☼☼☼

—D E M Y E N

Leer aquel diario me ponía enfermo, me hacía tener todos esos malos recuerdos sobre lo que solía hacer y todo el daño que ocasione. Cuando los recuerdos regresaban a mí, me repetía constantemente que solo fue un beso, que jamás hubo daños colaterales. Pero él, él lo hacía con el afán de herir. No sé si quería herirse a él o herir a esas chicas y no me sentía con el valor de preguntarle porque si de algo estaba bastante seguro es que su respuesta no me agradaría.

—¿Qué sucede, Demyen? —pregunta Malia preocupada. Negué dejando el diario de tapa dura sobre el escritorio. Ella dirigió su vista a él con intriga adivinando que mi cambio de humor se debió a eso—. ¿Qué es eso?

—Un diario.

—¿Tu hermano no está ya mayorcito como para tener un diario? —preguntó medio divertida, decidí asentir sin querer realmente explicar de qué iba todo eso.

Había solo cinco nombres, eran pocos, pero suficientes para adivinar que Aaron no pararía, no hasta que el decidiera que era suficiente. Huir fue mi manera de parar con el sufrimiento, pero Aaron parecía no tener la intención de parar.

—¿Cuántos años me dijiste que tenía? —volvió a preguntar Malia sin despegar los ojos del diario, lo que me incómodo.

—Tiene veinte —respondí—. Así que hay que salir de su habitación antes de que aparezca o conocerás a un Aaron de mal humor.

Rio divertida.

—Si él es como tú, no creo sentirme intimidada. ¡Eres un blando! —acuso tomándome de la mano para bajar a la sala y esperar a que mamá o Aaron aparecieran. Y sí, rogaba al cielo que mamá llegara primero. No estaba ni cerca de querer aguantar el humor de Aaron y menos con lo que leí en su habitación—. ¿Crees que le agrade a tu madre y hermano?

Su pregunta llamo mi atención. Nosotros no éramos una familia que se preocupara por tomar decisiones que les agradaran a los demás, incluyéndonos. Por eso constantemente terminábamos discutiendo, por eso ya no vivía con ellos.

—Supongo —murmuré pasando mi lengua por el labio inferior—. No es como si realmente interesara, ¿sabes? No somos muy unidos. Si no les agradas peor para ellos, porque tú me agradas.

—Bien —suspiró dándome un apretón de manos para ganar seguridad.

Ese gesto me recordó mucho a ella. Evitaba pensar en Mikaela pero cada vez que veía el anillo en el dedo anular de Malia, me imaginaba como hubiese sido el dárselo a ella. ¿Le hubiese gustado una propuesta tradicional? ¿O prefería algo sencillo? Ni siquiera podía hacerme preguntas como esas con tranquilidad porque conocía con exactitud lo que ella hubiera deseado.

Besos RobadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora