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Hugo

-Como porque me despide, hago toda la comida bien- proteste en defensa

-Se que lo haces bien pero no quiero tener a alguien que siempre llegue tarde- argumento mi jefe

-Se que llego tarde, pero puedo cambiarlo, solo dame otra oportunidad.

-Lo siento chico, yo necesito a mis empleados a sus horas- dijo y dio un suspiro- Encontraras otro trabajo eres bueno en lo que haces, solo que necesitas ser cumplido.

Otra vez despedido, con este ya van como 6 restaurantes que me corren a causa de no llegar a tiempo. Necesito un empleo pronto ya casi me quedo sin dinero por la herencia de mis abuelos.

Ya sin nada más que hacer decidí esperar a que salieran mis hijas de la escuela. Hijas adoptivas, las tengo desde hace 7 años y no me arrepiento de haberlas adoptado.

-Hola papá!!!- gritaron a la par

-Hola princesas- las abrazo- ¿Como les fue en la escuela?

-Bien, aunque a Teresa le enviaron un reporte.

-Elizabeth!! Cállate...- dijo entre dientes mi hija mayor.

-Teresa Suarez, porque te enviaron un reporte- dije tranquilo

-Por golpear a un niño- dijo en voz baja- pero estaba molestando a una de mis amigas- dijo rápidamente.

-Bueno no pasa nada, de hecho, no me molesta el reporte ya que fue por ayudar a una amiga. Pero trata de que no se repita.

-Está bien papá- dijo abrazándome.

Mis hijas gemelas se llamaban Teresa Suarez y Elizabeth Suarez ambas con mi apellido. Ellas no saben que son adoptadas y creo que por ahora no es momento de decírselos debido a su corta edad, ambas de 8 años.

Una vez fuera de su escuela no fuimos en dirección a la casa para poder comer en familia.

-Papá llegaste muy temprano por nosotras esta vez, ¿saliste temprano del trabajo? - pregunto Teresa.

-Algo así- dije tranquilo.

- ¿Te volvieron a despedir verdad papi? - pregunto Elizabeth.

-Mmm no- dije nervioso.

- ¿Seguro?

-Bueno si me despidieron, pero tranquilas, ya tengo en mente otro trabajo en el cual me podrían aceptar.

- ¿Por qué siempre te despiden papá? - cuestiono Teresa.

-Es por llegar tarde al trabajo- al decir esto tanto como Elizabeth y Teresa bajaron la cabeza- Hijas no es su culpa, es que no me doy prisa al momento de llegar es solo eso- le dije para tranquilizarlas.

-Podrías decirle a nuestro abuelo que nos lleve- sugirió Teresa.

-Jaja no, no quiero que las chifle.

-Pero papi él es genial- reclamo Elizabeth.

-Si! Siempre nos da lo que queremos

-Por eso mismo no dejare que el los lleve, solo las chiflara y no quiero eso- diciendo esto las niñas se quejaron y yo me reía.

Después de comer decidimos salir a un parque cercano, era algo chico pero lo justo para pasar un rato en familia.

-Papá ¿Me comprarías un algodón de azúcar rosa? - pregunto Elizabeth

-Claro que si princesa, Teresa ¿Tú quieres algo?

-También quiero uno, pero de color azul.

-Jaja siempre llevándole la contraria a Elizabeth, vamos por los algodones- les dije y fueron corriendo tras ellos.

Una vez comprado los algodones fueron a comérselo tranquilamente, al acabárselo continuaron jugando en todos los juegos. No podía imaginar la gran energía que tenían mis dos niñas, siempre estaban en movimiento y sabría que una vez después de comer caerían rendidas en la cama. Al regresar a casa decidieron solo cenar un cereal, cuando acabaron fueron a su cuarto a bañarse y luego a dormir, cuando ellas hicieron eso, me quede pensando en lo que dijeron en la hora de la comida, no podría creer que ellas imaginaran que por su culpa me despidieran y en la realidad no fue su culpa, siempre espero a ver que lleguen a su salón que desde la entrada se podría ver.

Al día siguiente me pare más temprano para hablar con el jefe del restaurante para ver si tenía una vacante cosa que si tenía, al saber eso me alegro automáticamente el día. Lo siguiente que hice fue hacer el desayuno y despertar a mis hijas.

-Hijas levántense- le dije mientras abría las cortinas.

-Ya vamos papi- dijeron ambas.

Doy gracias que mis hijas no tarden al despertarse, de hecho, tardo más haciendo sus trenzas que levantándolas. Después de un intento terrible de trenza fueron a desayunar con el cabello suelto, la maestra les hacia las trenzas, pero creo que debía hacerlo yo.

-Niñas, para mi mala suerte su abuelo ira por ustedes, quiero que se comporten bien. ¿Quedo claro?

-Si papá! - era evidente su emoción- Papá, ¿Eso quiere decir que ya tienes trabajo?

-No del todo, aún tengo que ir al restaurante a ver si el jefe me da el trabajo.

-Se que te lo darán papá, eres el mejor chef! - me declaro Teresa.

-Gracias amor- le dije y la abracé.

Al acabar el desayuno, mis niñas fueron por su mochila y subieron al auto para que las llevara a su escuela. Al momento de dejarlas trate de irme después de verlas entrar en la escuela, pero ya era costumbre para mi esperar a verlas entrar a su salón.

Bueno una cosa hecha, ahora vamos por lo difícil. Pedirle trabajo a mi padre.

HugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora