Regalo en la Oscuridad

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Estacionándose frente a la preparatoria, el autobús dejó que Vladimir y otro grupo de alumnos bajaran. Vladimir se despidió de sus amigos y se fue caminando a su casa. Estaba un poco alejada de la preparatoria, tardaba casi treinta minutos en llegar. Podría tomar otro autobús que lo dejaba en la esquina de su calle, pero prefería caminar y ahorrarse un poco de dinero para alguna emergencia.Habían pasado la mitad de las horas de clases en el Museo, fuera del pueblo, ahora era momento de que regresara a su casa y soportar a su alcohólico padre. Tenía que hacer los deberes de la casa y los deberes de la escuela. En realidad tenía casi todo el día ocupado, podría esquivar a su padre con facilidad. También tendría mucho tiempo para pensar y reflexionar sobre lo que pasó en el Museo. Aquella transportación tan misteriosa y las cosas que le dijo el pequeño felino del bosque lo atosigaban en sus pensamientos, no podía sacárselo de la cabeza.El camino por el cual Vladimir se tenía que ir a su casa era un atajo de terracería. A los lados había ranchos y ladrilleras. Muchas veces el humo de las ladrilleras era insoportable cuando pasaba por ahí, pero por lo generar no las encendían por la tarde.Media hora después llego a su casa. Era de dos pisos, echa de madera desgastada por los años y las termitas. Tenía un cobertizo y una especie de torre, en ese lugar estaba su habitación. El frente de la casa tenía dos grandes ventanas, una a cada lado de la puerta. La pintura de color rojo con naranja se estaba cayendo, dejando ver su antiguo color verde. Vladimir sacó las llaves de su casa de la mochila y abrió la puerta con sumo silencio. Como él lo sospecha su padre estaba dormido en el sofá, sentado frente al televisor y con muchas botellas de cerveza vacías a su alrededor. Se acercó a él para apagar el televisor que transmitía un programa de lo mejor del deporte durante toda la semana. Odia el putrefacto olor de su padre. Casi nunca se duchaba, ni siquiera las manos. Aparte de las botellas de cerveza, también había bolsas de frituras y platos con restos de comida rápida. Vladimir tenía mucho trabajo que hacer.Subió a su habitación por las escaleras, después entró a una puerta en la que había más escaleras en forma de caracol, las que llevaban a la torre. La habitación de Evan era redonda, tenía una cama, un librero con pocos libros (la mayoría de la escuela), una laptop sobre una mesa de ping-pong. La laptop la compró después de haber ganado un concurso de literatura. Le dieron tres mil pesos y él puso lo demás. También tenía una impresora que había encontrado en uno de los basureros de la escuela. No servía, pero la reparó y ahora funciona perfectamente. Se le ven algunas partes rotas y algunas piezas no las tiene, pero por lo menos imprime en el papel. Solamente había una ventana de un metro cuadrado en su habitación. Su ropero no tenía puertas y a su cajonera le falta un cajón.Cada que Vladimir entraba a su habitación le recordaba a su madre. La mayoría de los muebles estaban nuevos. Cuando se mudaron a esa casa hace casi diez años atras, su madre y su padre los compraron. Cuando su madre desapareció Vladimir se sentía muy adolorido por su perdida, golpeaba los muebles para desquitar su ira, por esa razón están como están. Ahora Vladimir se arrepiente de haberlos roto.Lo primero que quería hacer eran las tareas de la escuela. Sacó su Smartphone y abrió la aplicación de reproducción de música. Su grupo favorito es Evanescence, un grupo americano de rock alternativo. Subió todo el volumen y empezó a trabajar en sus problemas de matemáticas, después investigó en la computadora algunos conceptos de las células para la clase de biología, y por ultimo escribió un cuento de dos páginas para la clase de lengua.Bajó un poco el volumen de la música y sacó unos auriculares, los conectó al Smartphone y lo guardó en su bolsillo. Era la hora de arreglar la casa para que no se pudriera al día siguiente, a pesar de que su padre, en menos de veinticuatro horas la tendría igual o peor de sucia.Bajó las escaleras y llegó a la sala, donde se encontraba su padre, despierto, mirando la televisión. ―Te he dicho que no me gusta que me apagues la televisión ―le dijo su padre a Vladimir cuando lo vio bajar. Su voz era grave y a cada rato se aclaraba la garganta por causa del constante desgaste que le ha hecho el alcohol a su cuerpo―. No me gusta tener que levantarme y encenderla de nuevo. ―Lo siento, padre ―se disculpó Vladimir, con un tono de pena―. Estábamos gastando electricidad innecesariamente mientras tú dormías. ―El sonido de la televisión me arrulla mientras duermo. Solo te estoy advirtiendo, me parece que ya te he dicho eso muchas veces como para que seas tan tonto para no recordarlo. A la próxima que la apagues te daré tu merecido ―se aclaró la garganta de una manera horrorosa, y después escupió en la alfombra manchada por cientos de sustancias diferentes―. ¡Prepárame algo para comer!Ya pasaba de las seis de la tarde. Vladimir no le dijo que ya casi seria hora de cenar porque su padre se enojaría más. Sin decir nada más, Vladimir entró a la cocina. Ese lugar era, por lo general, el más limpio de toda la casa (después de su habitación, pero a Vladimir no le gusta contarlo). Su padre casi nunca entraba a la cocina. De vez en cuando lo hacía para tomar una bolsa de frituras de las que Vladimir tiene que comprar por cajas para que nunca le falte, al igual que siempre compra cajas de cerveza. Pocas veces su padre se pone a comer algo de lo que hay en el refrigerador, pero cuando lo hace ensucia decenas de platos y utensilios de cocina. A Vladimir no le importaba.Abrió el refrigerador, estaba casi vacío por completo. Aun había algunas verduras de las que había comprado el día anterior, al igual que algunos filetes de carne de res. Faltaban tortillas y una buena salsa para poder preparar tacos como los que venden por las noches en las calles. Vladimir levantó una taza que se encontraba sobre el refrigerador y encontró quince dólares. Su padre siempre le dejaba eso cada dos días, con eso tenía que comprar todo lo que necesitara para la casa y para mantener a los dos vivos. Cuando Vladimir le pedía un poco más de dinero a su padre siempre se enoja y se pone muy histérico, pero al siguiente día encuentra lo que le pidió debajo de la taza. Nunca ha entendido ese estado de ánimo de su padre, pero ha sabido sacarle provecho, ya que nunca le pegunta para qué lo quiere o en qué lo gastó.Vladimir salió de su casa y fue a la tienda a comprar lo que le faltaba. Cuando regresó preparó lo que tenía pensado. Le sirvió a su padre en un plato y junto con tres botellas de cerveza se las llevó a su asiento en la sala. Vladimir regresó a la cocina y cenó en ese lugar. Cuando terminó, empezó a recoger todo lo que hacía falta en la cocina para que quedara limpia: fregó los platos, acomodó las cajas de cerveza para poner las vacías en la parte de abajo y las que aún tenían contenido arriba, así su padre no tendría que levantar las cajas y enojarse más. También barrió y trapeó el piso de azulejo color blanco.Bajó al sótano para sacar la aspiradora con la que podría limpiar un poco la alfombra que cubría todo el suelo de la sala principal. La dejó a un lado del televisor mientras levantaba todos los platos sucios de su padre, las botellas y las bolsas de frituras vacías. Llevó todo a la cocina y lo puso en su respectivo lugar. ―Padre, lamento tener que molestarte, pero ya ha pasado una semana y es hora de aspirar la alfombra ―dijo Vladimir con el mismo tono de disculpa. ―¡Aspiraste ayer! ―se quejó su padre.Vladimir aspiraba cada dos días la alfombra, tenía que engañar a su padre y decirle que hace una semana que no aspiraba, solo de ese modo su padre lo dejaba hacerlo. Era extraño que no pudiera recordar con exactitud qué días aspiraba. ―Fue la semana pasada, ¿no lo recuerda?Su padre ya no dijo nada. Solo levantó los pies y los subió en el otro extremo de sofá. La aspiradora de Vladimir era de batería recargable, duraría aproximadamente cuarenta y cinco minutos estando encendida, así que tenía que darse prisa. Comenzó por el alrededor de su padre y se fue extendiendo hacía las orillas. Vladimir odiaba aspirar cuando su padre estaba despierto porque cada minuto o un poco más lo obligaba a apagar la aspiradora para poder escuchar algo de lo que decían sus programas de deportes, después lo dejaba continuar, pero lo volvía a interrumpir. De ese modo la aspiradora se descargaba más rápido.Después de aspirar tuvo que recoger las demás partes de la casa: el baño, el patio y el jardín del frente de la casa. Vladimir terminó de hacer todo, ya entrada la noche, aproximadamente a las diez. Quería descansar, pero no durmiendo, porque eso no sería gratificante. Mientras limpiaba el jardín de su casa se percató de que no había luna, entonces decidió que iría a caminar hacía las ladrilleras. Todo estaría oscuro, tal como le gustaba a él. No habría gente que lo molestara y podría pensar en el tema de los Barlevit. Subió a su habitación y se vistió con ropa oscura, la usaba como camuflaje en la oscuridad. Después salió por la puerta de adelante para que su padre se percatara de que había salido. Vladimir no tuvo que decirle a su padre a dónde iba, porque evidentemente a él no le interesaba.Cuando llegó al camino de las ladrilleras empezó a caminar lentamente con las manos metidas dentro de los bolsillos de la chamarra. Miraba al suelo para concentrarse mejor, pero de vez en cuando miraba al frente para ver por dónde iba.A Vladimir le parecía muy raro todo lo que pasó en aquel lugar. ¿Por qué lo eligieron a él? Él no es atlético, ni muy inteligente, ni goza de tener mucho dinero, solo lo suficiente para vivir. Su familia está dispersa, no tiene hermanos, no se siente completamente feliz en su casa. Desea tantas cosas de la vida y envidia decenas de cosas de sus amigos y compañeros. No sabía vestirse con estilo y no le interesaba saber si estaba guapo o no. ¿Por qué a él? Se preguntaba a cada rato, pero con esa pregunta no lograría responder nada.Ya había aceptado la misión de salvar el universo, por más inverosímil que sonara eso, ya lo había hecho. Aún estaba en duda si había sido un sueño, una alucinación o algo parecido, pero mientras se podía ilusionar con ser reconocido universalmente por ser el salvador al lado de sus dos amigos y el chico del Museo.¿Acaso fue el destino el que los juntó con Alexander? Nunca lo había visto en su vida y ese día, el primer día en que lo vio, descubrió que él también era parte del problema de los Barlevit y sus Esferas. ¿Y las Esferas? ¿Qué tienen de poderosas unas Esferas que te dejan sin los sentidos? Sobre las de El Poder y la Pereza lo entendía, el Ocelote les explicó lo que hacían. Y si eran reales, tal como lo decía, entonces si es posible que estén en un grave problema. ¿Pero las demás? ¿Qué hace cada una? El oído es un sentido ¿no? ¿lo que haría la Esfera sería dejarlo sordo o hacer que escuche todo muy, pero muy fuerte, tanto que empiecen a sangrarle los oídos a la persona que la utilice? ¿o qué pasaba con ellas? ¿Todas las Esferas hacían algo similar? ¿A la vista la nublaba o la hacía más aguda? ¿Al tacto lo desconectaba del sistema nervioso o lo aumentaba para sentir cosas microscópicas? ¿A la nariz la tapaba con mocos para que no se pudiera oler nada o hacía que oliera las cosas como los perros sabuesos? Todo era muy confuso en esos momentos.Si se volvía a encontrar con el Ocelote le preguntaría todas las cosas en la que tenía duda: las Esferas, los Barlevit, la Bruja. El Ocelote les había dicho que los Barlevit eran de gran tamaño y parecían felinos. Los gatos domésticos son felinos, pero no son de gran tamaño. Un puma es un felino y es grande, pero no es negro, aunque si son de otro planeta es posible que sus colores sean distintos. Si se supone que se encontrarían con los Barlevit en su mundo, la Tierra. ¿No sería extraño ver a un gato gigante por las calles a lado de un adolescente? Llamaría mucho la atención que el animal fuese de otro color, ¿no? No entendía nada de lo que sucedía.Vladimir levantó la cabeza para mirar por donde pasaba. Tenía que girar a la izquierda porque el camino se le estaba acabando. En cuanto giró se tropezó con una piedra y cayó irremediablemente al suelo. Cuando abrió los ojos, después de aquel pequeño susto, se encontró mirando un pequeño peluche con forma de tigre blanco y rayas moradas. A pesar de estar en un camino lleno de Tierra, el tierno peluche estaba impecable, o tal vez no lo veía sucio a causa de la oscuridad. Vladimir se puso de pie y levantó el peluche. Lo apachurró suavemente. Estaba relleno de algodón y la tela con la que estaba cosido era muy suave y cálida. ―¿Es de alguien este peluche? ―preguntó Vladimir, mirando hacia el interior de la ladrillera más cercana. Estaba sola, pero creyó que tal vez podría haberlo dejado alguien mientras entraba a la ladrillera.Vladimir examinó de nuevo al peluche. Era muy tierno, perfecto para un regalo a una novia. ―Qué ironía, yo con problemas con los felinos y tú eres un felino ―le dijo al peluche como si lo estuviera escuchando.Vladimir dejó el peluche en el lugar donde lo encontró y continuó con su camino. Ya había caminado más de la mitad del camino de su casa a su preparatoria, así que decidió llegar hasta su escuela y después regresar a su casa. Continuó caminando y pensando en todo el tema de los Barlevit.¿Qué pasa con los objetos que tenían que buscar? Aquellos que la Bruja Itzel también estaba buscando para poder controlar universo. ¿Acaso tenían algo en especial? ¿Eran mágicos o algo así? ¿Y qué pasa con lo que la Bruja quiere hacer? "controlar el universo" ¿no es eso un tema muy popular entre los villanos de las películas de ciencia ficción? Tal vez en el planeta donde ella vive también tienen televisión y le llegó la idea de hacerlo. Es una Bruja, ¿qué le costara hacerlo? Si es Bruja y tiene poderes, ¿por qué quiere una Esfera de Poder que aumenta todas las habilidades del ser que la utilice...? Para aumentar su poder, ¿verdad?¿Cuáles serán los ocho objetos que estará buscando la Bruja? ¿Quiénes serán sus ayudantes? ¿También serán brujos, o serán duendes o alguna otra criatura mágica? Si la vida en otros planetas existe, y las Brujas y los viajes dimensionales ¿todas las cosas que el hombre cree que son mitos o leyendas existen? ¿Hadas, ogros, náyades, ninfas, demonios? ¿Todo es real?Vladimir llegó a la entrada de su preparatoria. Se detuvo unos segundos para admirarla cerrada, nunca la había visto así. Del otro lado de la verja vio algo que le llamó la atención. Era un peluche de tigre blanco con rayas moradas, era completamente igual al que se había encontrado en las ladrilleras. ―Tal vez la marca no es muy buena y nadie quiere esos peluches ―mencionó Vladimir en susurros―. Aunque es extraño que haya dos iguales y que los dos estén solos en el suelo. Deben estar contaminados con algo ―Vladimir trataba de encontrar una explicación para eso―. Tal vez alguna persona con mucho dinero mandó a hacer esa línea de peluches y los dejó tirados en diferentes partes del pueblo y en su interior tienen dinero. O si alguna persona lo regresa a la persona que los tiró recibiría alguna recompensa. Había visto algo parecido en la televisión, solo que sin los peluches, eran sobres con dinero. El cometido era demostrar que las personas ya no son responsables y que se roban cualquier cosa que se encuentren sola y desamparada, y en especial si es algo de valor.Vladimir no podía alcanzar el peluche que estaba del otro lado de la verja, pero decidió ir por el otro peluche que había visto y llevarlo a casa. Con mejor luz y en la seguridad de su habitación podría ver si tenía alguna nota o dirección, así podría entregarlo y demostrar que él no es como las demás personas. De inmediato dio la vuelta y emprendió el camino hacía su casa.Dejó atrás el tema de los Barlevit y se concentró en el tema de entregar el peluche a su legítimo dueño. Se imaginaba distintas escenas en las cuales él recibía un gran premio: viajes por el mundo, mucho dinero, una casa lejos de su padre. Hubo un pensamiento en el que le entregó el peluche a un hombre millonario de las afueras del pueblo y solamente le dio las gracias y lo sacó de su casa sin más, sin premios y sin cortesía. Esa imagen en su mente fue la peor de todas.Cuando llegó al lugar en el que se había encontrado al peluche se dio cuenta de que ya no estaba. Lo empezó a buscar, pero no lo encontró. ―De seguro pasó un niño y se lo llevó ―maldijo Vladimir.Decepcionado siguió con su camino a su casa. Al momento de girar hacia la derecha se alegró mucho al ver que el muñeco estaba ahí, sentado mirándolo, inmóvil y con una gran sonrisa de hilo en su hociquito. Vladimir corrió y lo agarró por el pecho. Lo levantó y empezó a girarlo tratando encontrar alguna etiqueta, pero no tenía nada. Necesitaba llevarlo a su casa y ahí buscar con más determinación algún indicio.Casi corriendo, Vladimir se fue a su casa. No pensaba en nada, sólo en llegar rápido y esconder el peluche mientras entraba a su casa o sino su padre le haría burla y le diría cosas como que era una niñita o que era homosexual. A él no le molestaría, porque tenía amigos homosexuales y bisexuales. En estos tiempos hay tantos tipos de preferencias sexuales que es extraño encontrarse con alguien verdaderamente heterosexual.Cuando llegó a su casa metió el peluche debajo de su chamarra y entró. Se le veía un gran bulto en el estómago, pero no le importaba. Así sería más fácil esconder el peluche y evadir las preguntas de su padre. Se planteó entrar por la puerta de la cocina, pero de todas maneras saldría a la sala y tendría que enfrentarse a él.Cuando abrió la puerta de inmediato su padre le clavó la mirada y notó rápidamente el bulto de su estómago. ―¿Qué escondes? ―le preguntó malvadamente. ―No es nada importante ―respondió Vladimir. ―Espero que no sea un perro o un gato, no quiero tener que alimentar a otro animal ―su padre se rió un poco porque había insultado a su hijo―. No es un animal, ¿verdad? ―No te preocupes, no es otro animal ―dijo Vladimir con un tono de pena. Empezó a caminar hacía las escaleras y las empezó a subir. Su padre se reía por el insulto. ―¡Animal! ―gritaba mientras reía―. Eso es lo que eres.Vladimir llegó a su habitación, cerró la puerta y encendió la luz de su lámpara de escritorio. Se sentó en la cama y sacó el peluche. Lo puso sobre la cama y después corrió por una libreta y un lápiz para apuntar lo que se encontrara. Cuando regresó se percató de que el peluche estaba erguido, sentado como lo había encontrado, no acostado como lo había dejado. Otra cosa que le llamó la atención era que bajo la luz de su lámpara las rayas que tenía el peluche eran de color morado mucho más brillante que las que había visto en la oscuridad. ―Si fueras de color negro y más grande, feroz y... realista diría que eres un Barlevit ―dijo Vladimir mientras escribía algo en la libreta. ―¿Y quién dice que no lo soy? ―respondió una voz chillona como de una caricatura de una rata bebé.De inmediato Vladimir soltó la libreta y el lápiz y se aventó sobre su escritorio, tumbando la lámpara de escritorio y la laptop. Se escondió entre el escritorio y la pared. ―¿Quién eres? ―preguntó Vladimir con la voz entrecortada. ―Mi nombre es Xinaberia, soy una Barlevit. El Ocelote me dijo que tú eras uno de los elegidos, de los seres que nos ayudarán a vencer a la Bruja ―mientras la voz chillona hablaba, una luz se encendió, era de un color verdoso, pero se acercaba más al amarillo.Vladimir asomó lentamente la cabeza sobre el escritorio y notó que aquella luz provenía del peluche, que ahora estaba sobre las cuatro patas. Parecía un cachorro de tigre, solo que hecho de tela y algodón. Vladimir empezó a salir de su escondite por completo y caminó hacía su cama. Se arrodillo a lado del peluche parlanchín, en el suelo. ―Me llamo Vladimir Sorenson, y sí, soy uno de los Elegidos. ―Como ya lo había dicho, yo soy Xinaberia una de los cuatro Barlevit sobrevivientes. Yo controlo la luz y la oscuridad. ―¿Luz y oscuridad? ―se preguntó Vladimir―. Las Esferas que tenemos que buscar son las que afectan la vista.El peluche se empezó a mover como si fuera un gato cualquiera. Se puso frente a frente con Vladimir y se sentó en la cama. ―Así es ―dijo el peluche moviendo su pequeña boca―. Me parece que ahora somos compañeros.De un momento a otro la habitación quedo completamente iluminada como si hubiera encendido la bombilla del techo. La luz no era cegadora, pero tampoco era tan tenue

Barlevit, Esferas y FelinosWhere stories live. Discover now