La Bruja Itzel

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El zombie que caminaba por los pasillos hacia la habitación de la Reina de los Zombies era una criatura que habitaba en un planeta muy lejano a la Tierra. Era completamente igual a los humanos, solamente que tenía todo su cuerpo en descomposición, había partes en sus brazos y piernas que estaban descarnadas y se podía ver el hueso amarillento que los sostenía. La nariz parecía un plástico quemado, al igual que sus orejas y algunas partes de su boca. Su cabeza estaba calva, a excepción de algunos cabellos oscuros que parecían tela de araña.

Unas grandes puertas se abrieron gracias a otros zombies de la misma especie que el mensajero. El zombie principal entró en la habitación y las puertas se cerraron detrás de él. Se encontró frente a frente con la Reina de los Zombies, una mujer hermosa por el exterior, de tez morena y tenía un largo y rizado cabello color negro con algunas canas de color plateado. Llevaba puesto un vestido de color negro, muy pegado a su escultural figura y detrás, en la espalda alta, había un adorno que parecía un abanico, pero estaba hecho con huesos y pedazos de piel.La Bruja Itzel miraba como se acercaba aquel zombie, ella lo llamaba Lacayo. Era su zombie mensajero, sirviente y ayudante en todo lo relacionado con el dominio del universo. La Reina de los Zombies tenía una buena reputación en más de la mitad de los mundos y planetas de todo el universo. Desde que logró conseguir las dos Esferas más importantes de los Barlevit en la Guerra de las Esferas de Poder, su nombre hace temblar a muchas de las criaturas que habitan los mundos cercanos al que ella controla. En especial todas aquellas criaturas que tienen forma parecida a la de ella: humanoide. Había otra clase de criaturas de lo más variado y vistoso, algunos tenían miles de manos, otras parecían baba, algunas son invisibles o son fantasmas, etc. Ella prefería reclutar a los más parecidos a ella, en su estructura física, para agregarlos a las filas de su ejército de zombies. En el momento en que se transformaban en los muertos vivientes, su forma de pensar cambia por completo: ahora piensan lo mismo que la Bruja Itzel y quieren que ella logre su cometido: conquistar y controlar el universo entero.Lacayo se acercó al lugar donde se encontraba la Bruja Itzel, estaba sentada en una mesa, rodeada de libros con escritos tan variados como todos los insectos. Estaba leyendo y tratando de localizar a la perfección los objetos que necesitaría para lograr su afán. Ya tenía la ubicación exacta, el tiempo exacto y el momento exacto en que se buscarían cuatro de los objetos. ―Mi reina ―dijo Lacayo para hacerse notar frente a la Bruja―. Tengo malas noticias para usted y cada uno de nosotros, sus fieles sirvientes ―la Bruja dejó de leer en los libros y miró fijamente a Lacayo, esperando a que le dijera la información―. Descubrimos la presencia de algunos Barlevit y de un Honment. También tenemos entendido que las Esferas de Poder fueron reactivadas y fueron lanzadas a un planeta llamado Tierra, en el sistema solar de la Vía Láctea. Los Barlevit también se encuentran en ese planeta y descubrimos el aumento de energía de cuatro de las criaturas que habitan en ese planeta. Tienen la misma forma que usted y nosotros, se hacen llamar humanos.Lacayo se quedó en silencio, esperando a que la Bruja le dijera algo. Ella se rascaba la barbilla mientras miraba hacía el techo de su gigantesco hogar. Era un lugar con forma rectangular, parecía una bodega gigante desde el exterior, pero en el interior parecía uno de los palacios medievales mejores adornados y más caros. La mayoría tenía detalles de color negro o rojo, pero se veía completamente hermoso bajo la luz de los luceros incandescentes, estrellas que se encuentran tan cerca de algunos planetas que parecen el mismísimo sol. ―¿Qué importancia tienen esos cuatro humanos? ―preguntó la Reina de los Zombies después de unos segundos de meditarlo. ―Solamente creemos que son los compradores de las Esferas de Poder ―respondido Lacayo―. Por eso las Esferas y los Barlevit están en ese mismo planeta.La Bruja Itzel asintió con la cabeza. ―¿Eso es lo que creen? ―le preguntó la Bruja―. ¡Están equivocados! ¡Esos cuatro humanos son los compañeros de los Barlevit y serán los dueños de las Esferas de Poder porque aprenderán a controlarlas para detenerme! ―La Bruja Itzel se calmó después de haberle gritado a Lacayo. ―¿Cómo sabe eso, mi Reina? ―Porque los Barlevit ya habían hecho eso anteriormente, aún antes de la Guerra de las Esferas de Poder. ―¿Qué es lo que quiere que hagamos? ―Consíganme a un humano para que se una a mi ejército, alguien que sea muy cercano a uno, o a todos los humanos. Pero no lo transformes, déjalo en su forma natural. ―¿Cómo quiere que lo reclute si no pensará igual que todos nosotros? ―preguntó Lacayo con un poco de temor por hacer que la Bruja se enojara con él. ―¡Convéncelo! ―le gritó la Reina de los Zombies. Le arrojó uno de los libros y lo golpeó en el brazo, haciendo que se deprendiera del hombro―. Dile mentiras, hazle pensar que somos los buenos, que lo que hacemos nosotros está bien y lo que hacen los demás está muy mal. Invéntale cosas, no me importa cómo lo hagas o qué le digas, solamente quiero que lo hagas, ¡ahora!Lacayo juntó su brazo y lo puso en el lugar donde debía estar, de inmediato el brazo se le quedó pegado como si no le hubiera pasado nada. Lacayo tenía la fortuna de haber recibido un hechizo de parte de la Reina de los Zombies, ahora su piel y su cuerpo no se descomponía más de lo que ya estaba. Se quedó y se quedará de la forma en que se encuentra en ese momento. Si pierde alguna parte a causa del desgaste que si alcanzó a tener, se puede regenerar y quedar como antes. La Bruja no puede regresarle toda su piel y regresarlo a la vida a causa del hechizo que tienen todos los zombies, el cual se comparte cuando muerden a un ser vivo, dejándolo siendo un zombie.El zombie personal de la Bruja Itzel se dio media vuelta y salió de la habitación. A su paso lento, se movía entre los pasillos del lugar. Al final llegó a una habitación que estaba completamente hecha de piedra de color gris y negra. Es ese lugar tenían la tecnología más avanzada de muchos de los planetas cercanos al que la Reina de los Zombies controlaba. En el centro de la habitación había un pilar circular de medio metro de radio y un metro y medio de alto. Sobre esta había una plataforma de dos metros de radio y en el centro había media Esfera. Del centro de la Esfera salía un holograma que mostraba una gran imagen del universo, que se extendía por toda la habitación sin ningún mueble más. Los planetas, el oscuro vacío y las estrellas lucían todo su esplendor. La tecnología de esa habitación se controlaba con la mente. Un ser decidía lo que quería ver y se mostraba en la habitación, en tercera dimensión, a color y en tiempo real.Cuando Lacayo entró en esa habitación, un zombie ya se encontraba dentro, este zombie estaba manipulando la maquina haciendo que uno se acercara hasta parecer que se estaba sobre la superficie de un planeta y después se alejaba para entrar a otro. ―Deja de hacer lo que estés haciendo ―le dijo Lacayo al otro zombie. Su voz era rasposa, pero entendible―. Busca el planeta Tierra, justo en el lugar donde se aparecieron lo Barlevit. Tenemos que buscar a una persona que se infiltre entre ellos y que esté de nuestro lado. Es una estrategia para ganarles a los Humanos Elegidos.De inmediato Lacayo y el otro zombie se acercaron al pilar con la plataforma y la Esfera en el centro. Los dos se agarraron de ella y todos los hologramas de su alrededor se empezaron a mover. Era como si se viajara a través del universo a miles de kilómetros por hora. Cuando el viaje holográfico a través del universo se hizo más lento, quedaron frente a frente con un enorme planeta cubierto en su mayoría por un color azul con muchas nubes blancas a su alrededor: era la Tierra.Giraba muy lentamente al igual que su único satélite, la luna. Lentamente la imagen se empezó a hacer más grande, haciendo la ilusión de que estaban cayendo lentamente hacía la superficie terrestre. Primero se acercaron a un continente, después a un país, después a una gran ciudad y después a un pueblo. Parecía uno de los programas de internet para poder ver el mundo desde el espacio. Cuando la imagen se detuvo, pudieron ver un pueblo grande con autos por las calles y personas caminando por las aceras. ―Marca los lugares donde se aparecieron los Barlevit.El zombie que ya estaba en la habitación cerró los ojos y de un momento a otro parecieron cuatro puntos rojos en la ciudad holográfica. ―Investigaremos minuciosamente las familias de cada uno de los humanos... ―Lacayo y el zombie examinaban cada uno de los puntos rojos que estaban marcados en el mapa―. Empezaremos por el que se encuentra en las afueras del pueblo.El holograma empezó a acercarse rápidamente hacía el punto que dijo Lacayo. Al final, cuando estuvieron, literalmente, sobre la calle y frente a una casa descuidada y un poco despintada. Empezaron a caminar hacía la puerta de entrada. La puerta estaba cerrada, pero la atravesaron sin ningún problema. Dentro, se encontraron a un hombre mal vestido, sucio, y dormido en el suelo. No se veía muy inteligente y denotaba que tenía muy mal olor. Ese individuo no era el que necesitaban para aquella misión.Al compañero de Lacayo le llamó la atención las escaleras de madera. Sin que Lacayo quisiera, empezaron a subir por las escaleras hasta terminar frente a una puerta que estaba abierta. Dentro se encontraba un chico hablando con un peluche blanco. El peluche se movía y le respondía al humano. ―¡Ese debe de ser el Humano Elegido y el Barlevit! ―exclamó Lacayo―. El felino está muy pequeño y se ve muy inofensivo, pero tiene la forma de un felino y eso es lo importante. ―Tal vez es el camuflaje que utilizaron para no resaltar en esa raza ―respondió el otro zombie, ese hablaba como si tuviera la boca llena de baba y se le estuviera saliendo por la boca―. No debemos de confiarnos por las apariencias inofensivas. ―Tienes razón ―dijo Lacayo, acercándose un poco al humano―. Obtén su información y guarda las imágenes del Humano y el Barlevit. Tal vez nos pueda servir de algo.La imagen se alejó, lo suficiente para que aparecieran sobre el tejado de la casa. Una especie de rayo iluminó la casa y la volvió de un color verde, las imágenes de los seres vivos que había dentro de la casa aparecieron. Los humanos tenían un color rojo y el Barlevit era de color azul. A lado de cada ser empezaron a aparecer los datos personales: nombre, edad, ocupación, personalidad, habilidades y defectos. Era una lista muy completa para agregarla a una base de datos de la Bruja Itzel. ―Al parecer no hay más familiares que el ser oloroso e inconsciente que vimos al comienzo ―dedujo Lacayo―. No creo que ése nos funcione, así que tendremos que buscar entre los otros Elegidos.Nuevamente apareció todo el pueblo, con los cuatro puntos donde se encontraban las casas de los Humanos Elegidos. El lugar al que ya habían ido estaba marcado de color morado. Sin que Lacayo dijera algo, se acercaron a un punto que está muy lejos del pueblo, en una casa que parecía más bien una bodega de grandes dimensiones, casi del tamaño de un estadio pequeño. Terminaron justo en frente de un lugar con bellos jardines y una entrada de grandes dimensiones, con puertas dobles de madera. Sobre las puertas había un gran letrero en tercera dimensión, iluminado con una luz amarilla que anunciaba que ese lugar era el Museo de Historia Natural. Nuevamente la puerta estaba cerrada, pero la atravesaron con facilidad. Se encontraron dentro de una gran sala con alfombra roja y decenas de mostradores y plataformas que exhibían objetos terrestres muy antiguos o desconocidos. ―¿Dónde estamos? ―pregunto el zombie baboso. ―No lo sé, pero tenemos que encontrar al Elegido que vive en este lugar ―empezaron a avanzar por la sala hasta llegar al otro extremo―. Es un lugar raro para vivir ―observó Lacayo.Había distintas puertas, pero casi todas llevaban a habitaciones repletas demás artefactos y esculturas. Encontraron un pequeño pasillo que estaba conectado a un túnel con escaleras que subían. De inmediato subieron y llegaron a una exposición de animales disecados. Empezaron a rondar por el lugar con la esperanza de encontrarse con algún humano, pero el lugar estaba carente de vida. Llegaron a una sección de selva. Todo era verde con distintos tipos de plantas de colores. Los animales se dejaban ver claramente entre los árboles y en medio de ellos había algunos tipos de felinos salvajes. ―¡Trashjot! ―gritó el zombie baboso―. Tenemos que salir de este lugar. ―¡Espera! ―le detuvo Lacayo antes de que lograra mover el holograma y se fuera hacía otro lugar―. Estos seres no tienen vida, están inmóviles. Ni siquiera tienen signos vitales. ―No es un hechizo, ¿verdad? ―dijo el otro zombie―. De seguro están muertos y muy bien conservados... ¡Qué envidia! ―gimió, mientras se tocaba la cara, en sus pedazos de piel putrefacta y su piel corroída. ―Andemos con cuidado ―dijo Lacayo.Salieron de la zona de los animales disecados, regresaron por las escaleras por las que habían entrado y continuaron por el corto pasillo hasta llegar a otro lugar. Eran unas escaleras, pero está vez las escaleras iban hacia abajo. Había un piso debajo del Museo.El lugar era una casa completa. La sala y la cocina estaban conectadas, sin paredes que las dividieran, pero a pesar de eso se veía muy acomodada y ordenada toda la casa. Las únicas paredes que hacían separaciones en la casa eran la de las habitaciones y la del baño. Las luces estaban apagadas, pero Lacayo y el otro zombie podían ver a la perfección. Llegaron a la primera habitación, la puerta estaba cerrada, pero entraron de todos modos. En la cama se podía ver a un hombre un poco gordo, con un gran bigote canoso al igual que su cabello. Estaba cubierto por una sábana, así que no se le podía ver el cuerpo. ―¿Guardo su información? ―preguntó el zombie baboso, susurrando. Lacayo asintió.Cuando se estaba utilizando el holograma se tenía que tener mucho cuidado, cualquier ruido que se produjera dentro de la habitación de piedra, se podría escuchar en el lugar en el que estuvieran.Salieron de la habitación y entraron a la otra, que estaba al lado de la primera. En ese lugar se encontraba un joven adolescente, dormido en su cama sin nada que lo cubriera. Tenía abrazado a un peluche blanco con manchas y anillos de color verde. ―El otro Barlevit ―observó al zombie que babeaba.De inmediato absorbió la información del adolescente y del Barlevit. ―Creo que son todos los humanos que hay en este lugar ―mencionó Lacayo―. Deberíamos ver desde el techo de la casa y ver si hay algún humano más en alguna otra parte de este lugar.

Alexander se despertó por estar escuchando unas vocecillas terroríficas cerca de donde él estaba, dentro de su habitación. A pesar de estar despierto, se negaba a moverse o a abrir los ojos. Las voces hablaban y Alexander les entendía cada palabra que ellos decían, a pesar de sus dificultades para hablar. ―Creo que deberíamos de quedarnos viendo sobre las casa desde antes de entrar. De ese modo podemos ver las personas que están dentro y no tendríamos que arriesgar a despertar a alguien. También podemos obtener la información sin tener que estar frente a frente con los humanos.A Alexander le aterraba la idea de ver quiénes eran los que estaban en su habitación. Creía que solo era un sueño. Entreabrió los ojos un poco y pudo ver a dos personas platicando a susurros entre sí. Después de unos segundos con los ojos abiertos por completo, se aterró al descubrir que eran unos horripilantes zombies. Tenía abrazado a Frigaray, que dormía tranquilamente con el calor que desprendía el cuerpo de Alexander. Alexander la empezó a mover ligeramente para despertarla, pero no lo logró.

A Lacayo le pareció buena idea lo que le dijo su compañero zombie: quedarse fuera de las casas y solo observar desde ahí. De un momento a otro escuchó que algo se movía en la cama, cuando se giró para ver lo que pasaba, vio que el humano se estaba moviendo, como si quisiera cambiar de postura para dormir mejor. Se dio la vuelta y les dio la espalda a los zombies. ―Vámonos de aquí antes de que lo despertemos ―opinó Lacayo.El holograma empezó a alejarlos de la casa, quedando sobre su tejado y viendo todo el interior de éste. Se podían ver a los dos humanos y al Barlevit. No había nadie más en ese lugar. ―Creo que el hombre con bigote nos podría ayudar ―mencionó Lacayo.Una pequeña sección del holograma se cambió y mostraba toda la información del hombre con bigote y cabello canoso. ―Se llama William y es el padre adoptivo del chico. Es muy sabio e inteligente. Eso nos podría ayudar. ―¿En qué? ―preguntó el otro zombie―. Este un poco anciano, no creo que se pueda infiltrar entre los cuatro jóvenes que serán nuestros enemigos. ―Si logramos hacerlo cambiar de mentalidad podremos explicarle todo sobre los Barlevit y cosas parecidas. Entre la especie humana es muy común que se hagan amigos de las personas que saben algo que ellos nos saben. Lo hacen para conseguir la información. ―¿Entonces dejamos de buscar y nos quedamos con...William? ―preguntó el zombie que babeaba. ―No hay que precipitarnos. Aún nos falta buscar en dos casas más y tal vez podamos encontrar a alguien mejor que William. Nosotros seleccionaremos a los posibles candidatos y nuestra reina decidirá con quien quedarse.Se alejaron hasta que quedaron viendo, nuevamente, el pueblo completo. Ahora había dos puntos morados y dos rojos. Lacayo señaló un punto rojo y de inmediato se empezaron a acercar, pero hasta que quedaron suspendidos sobre el techo de una casa blanca de dos pisos. Los colores desparecieron y la casa se volvió de color verde. Aparecieron cuatro siluetas rojas y un punto azul, a lado de una silueta roja. ―Obtén la información y después nos asomamos un poco para ver al Barlevit ―mencionó Lacayo―. Me gustaría verlo en persona.De cada silueta roja y la azul apareció una línea que se alejaba un poco de los puntos, después, al final de la línea apareció un cuadro amarillo con el fondo negro. En la zona de negro empezaron a aparecer muchas letras extrañas, justo las que utilizaban en el planeta de los zombies. Las letras aparecían y aparecían, cuando el cuadro negro se llenó, los renglones empezaron a subir mientras aparecían más letras. Lacayo se concentró en los tres cuadros que no tenían nada que ver con los Barlevit. Los leía uno y después otro y después otro, para que después regresara al primero que había leído y volver a pasar a los otros. Estaba comparando la información de los tres individuos. Dos eran adultos y uno era un joven muy menor. De los tres el que más le llamó la atención a Lacayo fue el pequeño. Era ágil, amigable y tierno. Podría coexistir perfectamente con los compañeros de su hermano, que era el que tenía el Barlevit. ―Ya está toda ―dijo el zombie baboso―. ¿Has elegido a alguien de esta casa? ―Sí, creo que si ―respondió Lacayo―. Y es mucho mejor que el anterior. ―¿Vamos a echar un vistazo al Barlevit? ―Si... ―Lacayo se quedó pensando unos segundos. Era evidente que los humanos aún estaban despiertos, se movían de un lado a otro. No podían entrar como en las casas anteriores―. Pisemos la parte superior de la casa y solamente meteremos las cabezas a la habitación del Humano Elegido.El holograma hizo lo que Lacayo dijo. Cuando estaban sobre el techo, pisándolo como si en realidad estuviera ahí, los dos zombies se arrodillaron y atravesaron el tejado como si fueran fantasmas. Dentro, vieron al Humano Elegido. Estaba en su escritorio haciendo algo en una libreta. Estaba hablando, pero los zombies no podían escuchar lo que decía. De la cama de debajo de la litera saltó un peluche blanco con manchas azules y se acercó al Humano Elegido. Saltó nuevamente y cayó sobre la mesa, ahí se sentó y siguió platicando con el humano.Los dos zombies sacaron la cabeza y justamente después de eso el holograma se empezó a alejar hasta que vieron el pueblo. Pareció que dieron un gran salto desde el tejado de la casa. Ahora solo quedaba un punto rojo. Se acercaron casi al momento de haber visto todo el pueblo y nuevamente quedaron suspendidos sobre el tejado. La casa se hizo de color verde y aparecieron los mismos individuos que en la casa anterior. Cuatro rojos y uno azul a un lado de un rojo. En esa casa todos estaban inmóviles en distintas habitaciones, estaban dormidos. De inmediato la información empezó a aparecer y nuevamente Lacayo la empezó a leer toda, excepto el del Humano Elegido y el del Barlevit. Nuevamente le llamó la atención uno, un joven mayor que el Humano Elegido. Tenía conocimientos sobre tecnologías, electricidad, y mecánica en general. Tenía veinte años de vida y era un hombre muy amigable con todos. ―Otro más a la lista ―canturreo alegre Lacayo. ―¿Veremos este Barlevit? ―preguntó el otro zombie.Lacayo asintió. ―Entraremos como en las primeras dos casas, aquí todos están dormidos.El holograma los empezó a acercar hacía la casa, atravesaron el tejado y se detuvieron justo frente a una puerta cerrada de color rosa. Los dos zombies metieron la cabeza y pudieron ver el interior de la habitación. Era casi completamente de color café a causa de las paredes de madera. Lo que le gustó a Lacayo fue que todas sus cosas eran de color negro con rojo. La luz estaba encendida y la Humana Elegida estaba recostada en la cama, despierta, hablando por teléfono, con un peluche blanco de melena rosa sobre su estómago. Lo acariciaba suavemente. ―¿Que viste qué? ―preguntó la chica por el teléfono. A los zombies se les hizo extraño que la pudieran escuchar―. ¿Unos zombies hablando español? ―la humana rió un poco―. De seguro tuviste una pesadilla.Guardó unos momentos de silencio. ―¿Ya le preguntaste algo a Frigaray?Volvió a guardar silencio. ―Mira, en cuanto yo vea algo extraño por mi casa, te llamaré ―continuó la chica―. Estaba dormida muy cómodamente antes de recibir tú llamada ―guardó casi dos segundos de silencio―. Mañana por la mañana les llamaré a los demás y nos reuniremos en mi casa. No iré a trabajar. Creo que es muy importante eso de los zombies que viste. Si tu Barlevit dice que pueden ser parte de los aliados de nuestra enemiga, pues tenemos que preocuparnos... ―Los zombies son los asistentes principales de la Bruja ―mencionó el pequeño peluche de melena rosa sin abrir los ojos. ―¿Lo ves? Nanolovy dice que los zombies también son enemigos ―guardó silencio unos segundos. ―Ve a ver cómo está tu padrastro y si todo está bien, nos vemos aquí en la mañana. Adiós.La chica se separó el teléfono de la oreja y lo puso a un lado de su cabeza. ―Creo que la batalla está comenzando y ellos ya empezaron a investigar sobre nosotros.Los dos zombies separaron la cabeza de la puerta y todo el holograma desapareció. Estaban en la habitación de roca con el pilar en el centro de esta.―Se dio cuenta de que estábamos ahí ―dijo Lacayo, preocupado―. Por suerte no sabe lo que somos en realidad. ―¿Crees que estemos en problemas? ―preguntó el otro zombie. ―Mientras la Reina no sepa nada, todo estará bien ―Lacayo se acercó a la media Esfera de la plataforma y agarró una pequeña Esfera que había sobre la gran media Esfera. La pequeña Esfera era de color negro, al igual que las rocas de la habitación―. Le llevaré la información a la reina, no le menciones nada a nadie y todo estará bien.Empezó a caminar hacia la salida pero se detuvo antes de atravesar la puerta. Puso una mano sobre el marco de esta y dijo: ―La guerra ha comenzado.
Continuó su camino hacia el lugar donde estaba la Reina de los Zombies investigando todo sobre los objetos que debía conseguir. El otro zombie se tiró en el suelo y se quedó inmóvil. Le dio un ataque de pánico. A pesar de estar muerto, de cierto modo, le daba miedo dejar de vivir para siempre.

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⏰ Last updated: Jan 11, 2017 ⏰

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Barlevit, Esferas y FelinosWhere stories live. Discover now