Mis lagrimas caen sobre la polenta que estoy preparando. Lloro en silencio para que Carlos no vuelva a pegarme. Disimulo mi llanto con la cebolla que estoy picando, bien chiquita, al desgraciado no le gusta su textura. Todo lo hago por amor
¿Por amor o por miedo?
La casa en oscuras de nuevo, solo ilumina el televisor. Parece de Noche.
- Negra te traje la carne, que no te salga cruda esta vez.
Malparido, me habla como si nada hubiera pasado. Tomo el trozo de carne picada, y sin que se dé cuenta me lo aprieto en el rostro para deshinchar un poco el moretón de la piña. Lo escucho reír a carcajadas con los chimentos. Me hierve la sangre.
Sigo en la mía, pero me toma por detrás y me abraza fuerte para que no escape. Me lame el cuello.
¡Siento asco por Él!
Me susurra mientras manosea mis pechos. Me duele.
- Perdóname negrita mía, sabes que no me gusta que la gente vea nuestra pobreza. Solo tenes que dejar las cortinas cerradas. Eso es todo. Te gusta provocarme mi putita.
¿Provocarte? Por favor, si sos un gordo carnicero grasoso, lo que menos quiero es provocarte.
- No pasa nada viejo, tengo que ser más responsable.
Sigo cocinando, pero me detiene, me baja la pollera y la bombacha bruscamente. Quedo paralizada mirando como tonta los azulejos de la cocina. Escucho como baja el cierre de su pantalón. Y sin esperarlo, penetra su pequeño pene en mi.
- Esto te mereces por provocarme
Contengo el dolor, mientras por dentro me asqueo al escuchar repetir la misma frases y sus gemidos de hipopótamo.
Algo caliente siento dentro mío. Se detiene. Acabó. Seguimos la rutina como si nada.
Carlos me despide con un pico y vuelve al trabajo. Espero que entre al ascensor. Prendo de nuevo nuestro equipo de música viejo y pongo mi tango favorito. Miro las cortinas y cometo los mismos errores de esta mañana. No temo esta vez, antes que vuelva cerrare todo de nuevo.
El atardecer me impacta.
Al desgraciado lo conocí un atardecer hace veinte años atrás, yo era una veinteañera estudiante de literatura y este un gerente de una importante multinacional. Nos conocimos en un club de tango en San Telmo. Nos enamoramos a primera vista. Fueron años hermosos. Dejé mi carrera por pedido suyo, según él jamás me haría faltar nada. Pero la crisis del 2001 nos destruyo. A Carlos lo despidieron del trabajo y yo perdí mi embarazo.
Si amigas, estaba embarazada del desgraciado.
Desde ese momento mi vida fue un tormento.
Ya no puedo tener hijos. Estoy seca por dentro. Algo que Carlos me recrimina todos los días.
Volviendo al causante de mi trágica vida, mi marido empezó a jugar y aposto todo lo que teníamos, perdimos casa, auto, no me aposto a mi porque Dios es grande. Comenzó a beber los vinos mas berretas, desde ahí empezó a pegarme. No me deja traer amigas, ya las perdí. Nadie viene. Nuestra casa tiene que estar siempre con las ventanas cerradas, para que los vecinos del edificio de enfrente no vean cómo vivimos. No hay día que no me golpee por algo, yo lo termino perdonando porque entiendo su enojo con la vida
¿Lo entiendo?
Consiguió laburo en la carnicería del amigo, acá a cuatro cuadras de casa. ¿ Pero ustedes piensan que el cambió?. Claro que no, cada día está más agresivo.
Pero lo que más me duele es que me prohibió escuchar tango. Porque dice que por culpa del tango me conoció a mí.
Yo estoy resignada a lo que me toco. Y Carlos es lo único que tengo.
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EL BAILARIN DE TANGO
RomansEn ese momento, siento como crece su pene al rozar mi cuerpo tanguero. No me animo a tocarlo.