Capítulo 1

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Estaba sumamente cansado, el viaje en los vagones siempre era agotador, doloroso y frustrante. Agotador, porque no les daban suficiente comida. Doloroso, porque los caminos estaban llenos de piedras y baches, y no contaban con asientos, todos iban amontonados en una esquina junto a las cajas de carga, siempre eran tratados como animales, como si no fueran capaz de sentir o pensar. Frustrante, porque por más que anhelaran salir y escapar de allí, no podían. Las cadenas en sus manos y tobillos, se los impedía.



Ya se encontraban en un cuarto, con todos sus compañeros por supuesto; allí todos vivían juntos, compartían todo, desde las sábanas rotas y desgastadas, para abrigarse al menos un poco en las noches heladas, hasta las ropas roídas que trataban de cuidar al máximo y que les servían para cubrir un poco su cuerpo.

Aunque aquello no importaba demasiado, pues cuando les daban permiso para tomar un baño, lo hacían en grupos y con el tiempo marcado. No tenían derecho a tener su propio espacio, para ellos no era permitido sentir pudor.



Todos estaban con el ánimo más bajo de lo normal, pues ya se avecinaba la mayor y más importante temporada de batallas, el Rey cumplía años. Y lo que a su Majestad le gustaba era ver como los hombres luchaban por sus vidas, mas no le bastaba con un solo día, tenían que ser estrictamente treinta y cinco días.


El tendría que proteger su vida y matar a lo largo de treinta y cinco soles, era algo que odiaba con todo su corazón, pero prefería quitarle la vida a otro que perder la suya, por muy cruel que sonara. El le temía a la muerte.



Habían viajado por una semana hacia la arena principal, donde se llevaría a cabo el evento, donde se verían morir a más de diez hombres por día, donde habría sangre, dolor y sufrimiento a grandes cantidades.


Sin embargo, su cansancio iba mas allá de lo físico, era emocional. Pensaba en los nuevos esclavos que serían reclutados para unirse a las batallas, para unirse a la celebración sangrienta que habría en el lugar.


Por ello, en esos momentos estaban todos ansiosos, los nuevos reclutados no tardarían en llegar, lo que significaba que las batallas en poco tiempo iban a empezar.



Quería aprovechar el tiempo al máximo, no es que tuviera muchas cosas por hacer, pero quería reafirmar sus emociones, quería sentir lo más que podía, llevarse mejor con sus compañeros, hacerse amigo de ellos, de todos, forjar una amistad sincera que se llevara en su corazón y la que recordaría con mucho aprecio cuando se fuera a su otra vida, estando con los dioses.

Estando por fin en paz, sin sentir sufrimiento, agonía, tristeza e infelicidad. Porque, aunque evitara a toda costa sentirlos, no podía, eran sentimientos que estaban con él siempre, que lo acompañaban en su día a día. El convivir con los demás sólo hacia que estos se hicieran más llevaderos y menos dolorosos.



Cuando los desgraciados elegidos para la matanza previa llegaron, sus emociones negativas aumentaron, eran tantos, que no los podía contar rápidamente, pero calculaba al menos unos cien hombres, lo que hacía que su agonía se intensificara, porque el hecho de que hubieran muchos significaba que todos ellos iban a morir, que por lo menos un centenar de hombres lucharía como perros callejeros para poder salvar su pellejo, para poder vivir un poco más, para poder respirar un día más.



Y al ver sus rostros más de cerca, mientras todos iban entrando uno por uno al cuarto gigante, su corazón se estrujó tan fuerte que le costó respirar por unos segundos; todos tenían un semblante alegre, o al menos resignado para morir, eso quería decir que pensaban igual que lo hacía él, todos querían vivir de manera tranquila, divertirse y llevarse entre ellos mientras podían.

No querían caer en la desolación, la soledad y el vacío que la falta de sentimientos traía consigo. Todos y cada uno de los que entraban se saludaban entre sí, queriendo entablar una relación, deseando encontrar entre sus compañeros consuelo, confortación y un poco de alegría, así como compartir las vivencias que cada uno habría tenido a lo largo de sus años.



O al menos casi todos, pues al fijar su mirada en un hombre en especial, uno con cabello castaño, ojos como el trigo, cuando ya está listo para cosechar y cuya mirada no expresaba nada. Entonces fue allí cuando su corazón ya estrujado, se volvió más pesado.



¡Era lo peor que le podría pasar a un esclavo!



No tener nada en su corazón era lo más horrible que podía pasarle a las personas como ellos. El no sentir nada significaba que su vida habría sido el peor infierno de todos, que el sufrimiento habría sido tan intenso que le provocó ese vacío en su corazón, en su alma y en su espíritu.


Vio como el hombre se iba a una esquina, lejos de todo y de todos.

Dando así a entender que no quería ni esperaba nada de nadie. También vio como otros lo miraban con cierto tinte de lástima y decepción. Eso hizo que el dolor ya dé por sí intenso en su corazón, se elevara tan alto, tan fuerte, tan insoportable, que le hizo soltar un jadeo.



¡El no podía permitir que ese hombre muriera de esa manera!



No podría soportar que uno de los que estarían a su alrededor muriera de esa manera, era algo inconcebible para él.



¡No lo permitiría!



O, al menos lo intentaría.



Se levantó de donde estaba sentado y fue en su dirección, saludando a todos a su paso, cuando llegó a su lado, este lo ignoró completamente, pero apenas había empezado, no se rendiría tan rápido.




- Hola, mi nombre es HyukJae - habló con voz suave y calmada. Aún así el otro no respondió, siguió viendo a la nada, pasando, trazando con sus dedos sobre la tierra, sin ver lo que estos dibujaban. - Es bueno conocer a más hombres ¿no lo crees? - nuevamente fue ignorado, por lo que intentó una vez más - Es una manera de hacer algunos amigos por un tiempo, hace que los días se vuelvan amenos.




DongHae no lo miró, pero si respondió.




- Fuera de aquí - su voz ronca y sin emoción.




- Sólo quiero platicar un poco, me gusta hacer amigos.




- Yo no quiero.




- Pero aún así no me iré, si no quieres hablar, bien, pero me quedaré aquí, yo hablaré lo suficiente por los dos.




Haría todo lo que estuviera en sus manos para salvar al hombre del vacío en el que caía cada vez más a fondo.



Claro que lo haría.




***


¡Hola! Aquí el primer capítulo, se que es un tanto aburrido, pero es como una introducción al fic, no desesperen.

Espero y les guste.


¡Nos leemos en el siguiente!


💙💙


DETRÁS DE ESPARTA (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora