Capítulo 2

293 46 6
                                    

El sol del media día era tan intenso, hacía que su piel se perlara de sudor, y se bronceara un poco más.

Era la hora de entrenamiento, todos y cada uno de los hombres que habían llegado hacía dos días estaban allí, con espadas de madera; practicando sus mejores técnicas, con las que se matarían entre ellos. Pero no veía rencor en las miradas de los esclavos, tampoco odio; al contrario. Todos se estaban divirtiendo, haciendo bromas, riendo cuando alguien tropezaba y caía al suelo, ensuciando más de la cuenta sus ropas viejas.

Cada uno ya tenía aceptado su destino, y lo único que hacían era disfrutar lo que les quedaba de vida.
Porque, ¿Para que llenarte de amargura si sabes que morirás? Mejor disfrutar y vivir el hoy, sin pensar en el mañana.

Él blandía su espada contra uno de sus compañeros, tratando de obtener la victoria. Pero su oponente era muy bueno, no se distraía fácilmente,  debía admitir que sus sentidos estaban muy bien desarrollados, claro que, él no se quedaba atrás, estar por más de seis años en ese tipo de batallas le había dado la experiencia suficiente para aprender algunos trucos que le servían para vencer a su adversario. Seis años que le habían otorgado la agilidad y rapidez para garantizar su vida. Tenía que cuidar su vida a toda costa,  necesitaba resguardarla, pues al haber matado a tantos hombres – de los cuales había ya perdido la cuenta – hacía que su honor no lee permitiera rendirse, haber asesinado tenía que valer la pena, no podía defraudar a quienes habían perdido su vida por culpa suya.

Cuando derribó a su compañero logró sentarse sobre su estómago, colocando la espada a lo largo de su cuello.

– ¡Te he ganado, amigo! Pero fuiste un buen adversario – se levantó y le tendió la mano para ayudarlo.

– Eres muy bueno HyukJae; tengo que admitirlo. ¿Me enseñarías algunas técnicas? Creí que era bueno, pero ahora veo que me falta mucho camino por recorrer.

– Claro, en el entrenamiento de mañana – se despidieron con una sonrisa y ambos tomaron diferentes direcciones; buscando un nuevo oponente.

Se entretuvo con algunos hombres más, pero después de pasar un tiempo agradable con todos ellos se fue en busca del hombre que le interesaba realmente. El día en que llegó, trató de hacerlo hablar, pero después de las palabras “Yo no quiero” no pudo hacer que soltara al menos uno que otro monosílabo. Se dedicó a dibujar formas amorfas, mientras él hablaba y hablaba sin parar. Al final se rindió, pero no por eso dejó de estar a su lado, lo acompañó todo el tiempo su le fue posible; hasta que llegó la hora de la comida y perdió su rastro. Cien hombres fuertes, fornidos y enormes, hacía que el lugar se sintiera muy lleno, y dificultaba la visualización a cierta distancia.



Al siguiente día, lo buscó hasta encontrarlo detrás de un grupo de hombres, dándoles la espalda y viendo hacia la pared. Lo saludó y habló de nueva cuenta por cierto tiempo, pero tampoco hubo respuestas, por lo que se quedó nuevamente a su lado, sin hablar, sólo haciéndole compañía.

Y al siguiente de ese día fue totalmente lo mismo, pero no se rendiría hasta lograr su objetivo o al menos, hasta que alguno de los dos muriera  en las batallas próximas.
Zigzagueando por entre los hombres, buscando por algunos minutos, al fin lo encontró. Pero no estaba practicando, sólo estaba sentado; observando su espada de madera, como si no hubiera nadie a su alrededor.

Se acercó poco a poco, y cuando estuvo a su lado lo saludó, como lo venía haciendo en esos días.

– Hola, hombre – sabía que no llegaría ninguna respuesta, así que prosiguió – ¿Practicarías conmigo?, ya he vencido a varios, y aunque soy muy buenos, no me hacen tener mayores dificultades para vencerlos. Déjame ver que tan bueno eres tú. – El contrario no respondió, pero si se levantó, empuñando su espada y escudo, tomando una posición de lucha.

La emoción de tener algún avance con el luchador, por más pequeña que esta fuera, le embargo. Se levantó con energía y tomó su posición.

– Espero y me lo pongas difícil – Tampoco respondió, sólo obtuvo una sonrisa, una pequeñísima sonrisa de lado.

Y así su enfrentamiento amistoso dio comienzo.

Sus cuerpos flexionándose con agilidad.

Brazos musculosos empujando contra el contrario.

Piernas fuertes enterrándose en la arena, manteniendo el equilibro.

Rodillas doblándose, esquivando los golpes certeros.

Sudor corriendo por todas partes en ambos cuerpos.

Ojos atentos, previendo cualquier movimiento, o buscando una debilidad.

Debilidad que HyukJae logró encontrar.

Golpeó con su escudo el costado izquierdo de su adversario, logrando así, tirarlo a la arena caliente. Puso el pie sobre el pecho del hombre tendido en el suelo y cuando iba hacer la simulación de matarlo, enterrando la espada en el cuello; una mano se cerró en su tobillo, tirando tan fuerte de él que cayó al suelo con un sonido seco; en pocos segundos tuvo a su contrincante encima, con la punta de su espada sobre el corazón.

Estaba claro quien había ganado.

Pero no por ello enojado.

Al contrario, de sus labios brotó una sonrisa, había encontrado el mejor compañero de prácticas. Alguien que se supondría un reto para vencer.

¡Estaba satisfecho!

Aún así, no le agradaba del todo ser un perdedor, perder significaba morir. Y él no estaba dispuesto a hacerlo al principio de la lucha.

– Dame la revancha, amigo – habló con voz segura, después de levantarse y estar frente a frente. Naturalmente, el hombre no respondió, alzó su ceja derecha y se acomodó nuevamente en posición de batalla.

El nuevo duela de espadas inició, y también finalizó.

La diferencia, esta vez HyukJae ganó.
Levantándose, quitando su  rodilla de la espalda ajena, habló.

– Bien, esta ha sido la mejor práctica que he tenido en años – tendió su mano para ayudarlo, y sorprendentemente este la aceptó.

– DongHae – habló, su voz parecía oxidada, por la falta de uso continúa.

– ¿Qué? – confusión en su mirada.

– Mi nombre, es DongHae – que maravilla, dos avances en un solo día.

– Un gusto DongHae, un honor haber luchado contigo – tendió una vez más su mano, esta vez para saludar.

Su contrario recibió el saludo, para inmediatamente después dar la vuelta y caminar en dirección al cuarto de esclavos.

Fue ahí donde notó el enorme silencio, no había espadas chocando, caídas de cuerpos ni voces platicando.

Miró a su alrededor, todos tenían la mirada puesta en él.

El silencio sepulcral se extendió, hasta que uno de los muchos hombres se acercó, y le habló.

– ¡Por los dioses! Es la primera vez que escucho su voz, y que interactúa con alguien, por muy pequeño que fuera el momento.

No respondió, le dedicó una pequeña sonrisa y se fue detrás de DongHae.

¡Al fin sabía su nombre!

No importaba que el hombre lo ignorara, él lo acompañaría siempre, todos los días, hasta que sus días de vida terminaran.



***
¡Hola!

Aquí está el capítulo, aún sigue siendo algo aburrido, así que tenganme paciencia.

Espero y los que siguen les agraden más, porque a mí sí, a excepción de un pequeño detalle que habrá con HyukJae, ya lo sabrán después...

Y... creo que eso es todo.

Nos leemos en el siguiente, espero y sea mañana, estoy casi segura.

💙💙💙

DETRÁS DE ESPARTA (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora