Capítulo 4

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El sol en el medio del cielo, iluminaba al hombre que estaba parado en el centro de la arena, viendo en dirección del Rey, hablando y hablando sin parar.


– Su Majestad, mi reina, señores y  señoras. Tengo el honor de presentar a los hombres que lucharán en estos treinta y cinco días. Espero que nuestro Rey disfrute de su celebración, así como su querida esposa – más de quinientos hombres entraron en la arena divididos en grupos, dando así a entender que eran de diferentes dueños – Estos son los gladiadores que estarán en la batalla, veremos quien es el mejor luchador de entre todos – hizo una reverencia en la dirección del Rey y agregó – Dará inicio cuando Majestad lo decida – con eso todos los gladiadores salieron del lugar, dirigiéndose hacia cuartos que estaban situados alrededor de la arena.

El hombre que hablaba se fue hacia un pequeño balcón, desde ahí nombraría a quienes le correspondiera luchar.


– ¡Bien! Respeto con ansias que comiencen – el Rey habló, todos los presentes aplaudieron y gritaron ante sus palabras – ¡Silencio! – gritó – una vez todos se callaron, mostrando así su respeto, habló nuevamente – Para hacer esto más emocionante, quiero que primero peleen en grupos, grupos de diferentes dueños, y conforme las luchas avancen, daré una noticia que les encantará – con eso fue a sentarse en su trono.


Momentos después,  salieron cinco grupos de seis hombres cada uno. Todos tomando posiciones de batalla.


– ¡Comiencen! – dijo el presentador de tan sangriento evento.



La batalla dio inicio entonces, todos los espectadores estaban en silencio, sólo se escuchaban los gritos de los hombres, los silbidos de las espadas al traspasar el aire, escudos chocando, cuerpos cayendo muertos poco a poco, golpes certeros, alaridos de dolor.

Y cuando sólo quedaron los integrantes del mismo grupo, la batalla terminó, lástima que sólo sobrevivieron cuatro.

Ellos sólo tenían ojos para mirar a los hombres caídos, viendo como la vida se había drenado de sus cuerpos, mientras que el Rey y los demás visitantes se reían y gozaban de la batalla que había tenido lugar.

Pero aún nadie estaba satisfecho, estaban deseosos de ver más muertes, necesitaban más luchas para saciar su morbo. Querían ver más sangre regada, mas vidas perdidas, más diversión para sus ojos.

Y las hubo.

Cuatro veces más se repitió lo mismo.

Y las batallas se dieron por terminadas ese día.

Cuando los hombres pertenecientes al grupo donde HyukJae y DongHae estaban llegaron al cuarto asignado, echaron de menos a los compañeros que habían perdido a lo largo del día, rezando a los dioses, pidiendo que los guardaran en un buen lugar, que los perdonaran si habían cometido malas acciones.

Esa noche todos estaban tranquilos, más silenciosos de lo normal, pues por más que quisieran no sentir culpa, temor, tristeza y demás sentimientos negativos; los sentían, su único consuelo era el hecho de que los caídos no los condenaban.

Nadie podía dormir, pero tenían que hacerlo, necesitaban guardar las energías para las batallas del día siguiente, puede que fuesen más crueles.


– Cierro los ojos, y veo a quienes he matado, HyukJae, siempre me pasa lo mismo – susurró DongHae acostado a un lado de compañero.


– A todos nos pasa lo mismo, pero tienes que aprender a sobrellevarlo, todos lo hemos hecho, todos tuvimos que hacerlo.


– Lo sé, pero es difícil dejar de pensar en ello – ambos con la mirada en el techo – ¿Como puedo hacerlo?, odio que suceda esto.


DETRÁS DE ESPARTA (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora