Cap. 77

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  ~ Narras tú ~

Ya habían pasado dos días, Mario y yo habíamos encontrado el escondite de Ben, y había algo sorprendente, nos dirigimos hacia una obra de la ciudad abandonada e incompleta, pero no encontramos nada.

Mario estaba frustrado y el perro le ladraba muy molesto, no había señal alguna de gente o de algo que estuviéramos buscando. Mario se detuvo en la gasolinera para cargar el tanque y yo entré a la tienda a comprar algo de comida.

- Ten cuidado.- me ordenó.

Me puse sus lentes oscuros y su gorra, no quería que me reconocieran, entré a la tienda y tomé todo lo que pude ver que nos serviría, el perro me esperó afuera y me veía desde ahí. El cajero me miró de una forma rara pero no dijo nada, cuando pagué tomé las bolsas, suspiré aliviada y el perro caminó a lado mío.

No podía ver a Mario desde ahí así que me acerqué al auto y lo ví detrás de la gasolinera tratando de que no lo vieran, Mario me miró y me señaló que entrara al auto, seguí su orden, actué normal mientras me subía al carro.

Entonces ví lo mismo que había atrapado la atención de Mario, habían policías del otro lado comprando donas.

Mario se apresuró cuando terminó de llenar el tanque.

- Nuestra salvación esta en el perro, si no nos ven, le daré un banquete.- dijo Mario.

Los policias miraban al rededor sin bajar la guardia. Eso fue... ¿extraño?

- Probablemente sepan que estoy vivo.- exclamó, suspiró y encendió el auto, el perro se escondió atrás sintiendo la tensión.

- ¿Qué haremos?- le pregunté, Mario me miró y después miró hacia la carretera.

- Actuaremos.

Nos dirigios cerca de los policías y ellos miraron nuestro auto, mi corazón latía cada vez mas rápido y me miraron, sentía como si nos fueran a descubrir. Finalmente miraron a lo lejos de nuevo y nos dirigimos a la carretera sin ser descubiertos.

Usaríamos aquella casa abandonada como base ahora, podía ver a Mario de reojo, su rostro se veía tranquilo, llegamos a la casa.

Ahora estabamos en una sala con un sofá viejo, Mario revisaba cosas desde una laptop, había robado una laptop de un colegio hace días. Aún si Mario estuviera aquí conmigo, su mente no lo estaba. Yo estaba terminando de alimentar al perro.

- Nos vamos a San Francisco.- dijo de repente, levanté la mirada, no había hablado desde hace una hora.

- ¿Encontraste algo?.- pregunté, me levanté y caminé hacia su lado.

- No, no hay internet aún asi que, supongo que estamos bien.- dijo el. Mario tomó su rostro con sus manos y suspiró.

- Tienes que descansar jovensito.- le dije en un susurro. Levantó su mirada lentamente y negó su cabeza.

- ¿Por favor?- insistí.

Mario no me miró, así que estiré sus piernas en el sofá.

- Agh _____, ¡no puedo hacerlo!- exclamó, movió de nuevo sus piernas y soltó un suspiro. Comenzó de nuevo a revisar la computadora mientras movía sus hombros haciendo una mueca.

- Masaje ahora mismo.- dije.

Caminé hacia él mientras me acomodaba detrás, comencé a masajear sus hombros y su columna, pude escuchar algunos gemidos de alivio.

- ¿Te sientes mejor?- le pregunté.

- Mucho mejor.- me contestó.

Relajó sus músculos mientras yo seguía masajeandolo, se sentía tenso de su espalda.

- Aquí.- me indicó.

Se quitó su camisa, lo que me hacía el trabajo más fácil, le dí masaje por casi una hora hasta que me detuve, mis manos me dolían y me acosté a descansar en el sofa. Mario movió su laptop y volteó su rostro hacia mí, tomó mis manos y las besó.

- Sentí como si un ángel hubiera caído del cielo, y me revivió.- exclamó. Me miró a los ojos y movió su rostro cerca al mío.

- ¿Tu ángel?

- Sí, MI ángel.

Tomó mi rostro y me besó mientras me acercaba más a él, aún tenía mis piernas abiertas alrededor de él y eso a Mario no le importaba, movió su boca y besó mi cuello.

- Descansaremos hoy, después nos iremos a San Francisco.- dijo de repente. Lo miré.

- Tienes que descansar Mario, y trata de despejar tu mente un poco.- le indiqué, él sonrió débilmente.

- Eres la única persona que se preocupa por mí ¿sabes?.- me dijo, acaricié su cabello mientras me levantaba. - Oh, te traje más ropa.- me señaló la bolsa, me sorprendí un poco.- tu sabes, cuando nos detuvimos en ese centro comercial.- dijo y asentí con mi cabeza.

- Necesito una ducha.-

- No hay agua aquí... espera.-

Se levantó mientras salía hacia la puerta trasera, lo seguí. Mario sonrió mientras mirabamos un río.

- Agua limpia, tenemos suerte.- exclamó Mario.

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Penultimo capitulo :( 

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