Las lágrimas tristes

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Quizás no tendrá que ser
Tengo ganas de callarme y tengo ganas de gritar también.
Tengo sueño y estoy triste.
De vez en cuando me pongo triste, sin razón.
De igual manera es bueno estar triste algunas veces, no todo debe ser color rosa. No siempre hay que ser positivo.
Porque llorar es bueno también, las lágrimas ayudan a sacar los problemas hacia afuera, humedecen pemsamientos, y ablandan todo en su camino.
Algunas veces se quedan adentro de los ojos, pero se asoman haciéndolos brillar, como un vidrio recién limpiado, y otras veces corren por las mejillas, como si fuera una carrera, hasta caer al vacío.
También pueden salir y quedar atrapadas en algún hombro, víctimas de un abrazo consolador, o depositarse en los brazos de uno, mojando la ropa con agua salada.
Las lágrimas pueden venir acompañadas de malas palabras, bronca, sentimientos tristes, gritos, espasmos.
Pero también pueden ser silenciosas, y pueden morir en rincones, a oscuras, o ser olcultadas para que nadie advierta que están ahí.
Aunque lo peor es cuando son retenidas, cuando una persona nos las deja salir. En esos momentos pueden pasar dos cosas: que se manifiesten de otra forma, como un nudo en la garganta; o que se vayan acumulando, en algún lugar del cuerpo, para ir aumentando de a poco, y estallar en un momento, de forma violenta y horrible.
Obviamente que también pueden ser de alegría o emoción, pero no estoy hablando de ese tipo de lágrimas.
Estas lágrimas son más fuertes, significan mucho, duelen mucho y pueden hacer daño.
No me gustan las lágrimas cuando son malas, pero como dije antes, es necesario dejarlas salir. Que sean libres, son la forma en que nuestro cuerpo se defiende, por algo fueron creadas.
Llorar no está tan mal después de todo.
No lloremos mucho, pero no perdamos la costumbre.

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