Romeo & Julieta

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El telón se cerró y los aplausos hicieron eco por todo el auditorio. Uno a uno se fueron parando los actores, tomándose de las manos con grandes sonrisas de orgullo mirando al público y haciendo caravanas. Los aplausos eran continuos, sin variar en el volumen. Finalmente, la pareja principal entró, las ovaciones aumentaron, algunas rosas comenzaron a volar chocando con las tablas del suelo. El pecho de él estaba a punto de estallar, sufriendo el rápido latido de su corazón, emoción, alegría, alivio, todo se combinada en una explosión de sentimientos. Era la primera obra que protagonizaba Jack, era la primera función. En su mente había imaginado una y mil formas en la que podía arruinarla; sorprendentemente ninguna de esas fantasías se hizo realidad. Paseó la mirada por el público, algunas mujeres se secaban las lágrimas con finos pañuelos de seda. Amaba su profesión, era un monstruo con mil rostros, un adinerado con miles de máscaras. A veces podía ser un ladrón y otras veces la ley. Por unos instantes era alguien importante, su vida rutinaria y sin sentido se perdía en el fondo de su cerebro siendo remplazado por el personaje que el escritor en turno le indicara. Un último ramillete de rosas calló a su lado antes de que todos se colaran por  las piernas y se dirigieran a sus camerinos.

Jack tenía su propio camerino, uno especialmente grande, le era extraño, siempre había tenido que compartir con varios actores. Se sentó frente a un espejo y comenzó a quitarse la pintura que le hacía parecer pálido. Un poco menos de maquillaje, un poco menos de alegría. Sentía que no solo se despojaba de su personaje y de su vestuario sino que también se despojaba de una parte de sí mismo, como si se arrancara medio corazón.

En el camerino contiguo se escuchaba un barullo sorprendente. La celebración que se llevaba a cabo después de la primera función había dado inicio. Pronto, algunos actores bailarían ridículamente, reirían y algunos otros vomitarían. Él lo odiaba, se puso su abrigo de lana y se escabulló por la puerta trasera. El frío aire londinense le golpeó las mejillas y las comenzó a quemar. Él parecía no percibirlo mientras caminaba por el callejón de detrás del auditorio, lo rodeó y se detuvo frente al cartel que promocionaba su obra, tenía luces alrededor haciéndolo destacar.

_Disculpe, ¿es usted Jack McGee?_ la pregunta sonaba suave en la voz femenina que la había entonado. Él se volvió lentamente para encontrarse a una mujer castaña de ojos oliva que brillaban con emoción y una hermosa sonrisa que decoraba su rostro de muñeca. Su corazón dio un salto junto con su estómago.

_Así es_ inclinó levemente la cabeza, a modo de saludo

_Mi nombre es Juliette Capul_ se presentó, lo miraba con admiración _Yo… su actuación fue fabulosa, me sentí como una persona más de esa época, es realmente admirable_ un leve sonrojo decoró sus mejillas.

_Se lo agradezco mucho, señorita y me alegra que le gustase la obra_ Jack tenía una sonrisa estúpida en el rostro y sus palabras trastabillaban en su lengua.

_Fue un gusto poder verla_ respondió velozmente la chica _Espero poder estar en próximas funciones_ Comenzó a llover, la gente abría sus paraguas. A pesar de que Jack y Juliette se estaban mojando, no se movían, el pelo de ella comenzó a chorrear y finalmente, con indecisión se alejó caminando de espaldas mientras seguía despidiéndose con la mano.

Por una extraña razón, que Jack no comprendía, no le importo caminar bajo la lluvia. Su abrigo pesaba al menos una tonelada, pero el mundo parecía hermoso. Las caras serias de la gente que iban en el camino contrario al suyo se volvieron difusas. Estaba caminando en las nubes. Por primera vez, no se deprimió cuando llegó a su pequeño piso en uno de los barrios menos recomendables, empujó la puerta que se colgaba y se tumbó en su cama. Vivía en un chiquero, aunque nada de eso tenía importancia para él, solo pensaba en Juliette.

Desde ese día, Juliette estaba en las primeras filas en cada función, se levantaba y aplaudía con tremenda emoción cada que Jack se inclinaba. Lo esperaba cerca a la puerta trasera por la que se escabullía para que ninguno de sus compañeros de elenco lo siguieran y caminaba juntos por las calles y callejones. Cada día que pasaba ella le lograba sacar más sonrisas, hacerlo sentir que la realidad no era tan cruel, a ver la belleza a todo lo que lo rodeaba. Cada día él la miraba más, definiendo sus rasgos con su mirada, memorizándolos para soñarlos cuando volvía a su casa y dormía.

La temporada de la obra duró casi seis meses, en todo ese tiempo, no hubo función en la que Jack no sintiera los ojos de Juliette mientras declamaba sus líneas, no había día en que no ansiara terminar su actuación para poder verla. Las ojeras se comenzaban a abrir paso por sus ojos, revelando las noches de desvelo que pasaba pensando en ella. Le era más difícil cada vez mantener la distancia, unas ganas adolescentes de abrazarla y de besarla lo invadían haciéndolo retorcer por dentro. Sentía que cada vez que Juliette se iba, se tensaba un hilo que tiraba de su corazón, haciendo que le doliera hasta que la volvía a ver.

“Hoy es el día”. Era el mantra que repetía en la última función. Los críticos recordarían por siempre los garrafales errores que cometió en esa ocasión. El solo quería que acabara. En su mente planeaba discursos para declararle su amor que ya no podía ocultar a Juliette, pero cada vez le parecían más ridículos.

Llegó el momento de los aplausos, por primera vez, Jack no se sintió lleno por dentro, la necesitaba, y no la veía en ninguna parte. En esta ocasión, el director también agradeció al público y repitió con la voz cargada de emoción que la obra no habría sido nada sin todos los espectadores.

Aún maquillado y con vestuario, Jack salió corriendo. Llovía. Juliette estaba recargada en la pared del callejón. Esperando.

_ ¿Por qué no te vi?_ preguntó desesperado

_No conseguí entrada_ respondió disculpándose con la mirada. Ya sabía que significaban sus gestos.

Jack se acercó a ella, sus manos temblaban de ansiedad por tomar las suyas, sus ojos no dejaban de ver sus labios, el mundo desapareció en un precioso instante que sería solo para ellos. Pero ni siquiera llegó a tocarla cuando alguien gritó su nombre. Era la protagonista, estaba asomada desde la puerta y lo miraba con preocupación.

_ ¿Estás bien? ¿Qué haces solo aquí atrás?_ Jack sintió la furia corroer sus entrañas, estaba al lado de la mujer más bella del mundo y la protagonista la despreciaba.

_Esta es Juliette_ presentó susurrando entre dientes.

_ ¿Quién?_ Preguntó desconcertada. Jack se volvió a Juliette con intensión de disculparse, ella seguía sonriendo como si lo que estaba pasando no era con ella. Pronto comenzó a llover, parecía que el agua enjuagaba la imagen de la chica, Jack comenzó a gritar desesperado cuando vio al amor de su vida desvanecerse frente  sus ojos.

_ ¿Qué sucede?_ preguntó la protagonista. Jack seguía viendo el vacío

_Juliette Capul, se fue, desapareció_ chilló

_ ¿Capuleto?_ pregunto la protagonista mientras se arrodillaba al lado de Jack. Entonces él lo entendió.

Él era Romeo, la obra era especial para él, quería que fuera real, quería una Julieta y la tuvo, pero jamás la tuvo en realidad. ¿Cómo pudo ser tan tonto? Jamás la toco y ni siquiera reconoció su olor. Romo y Julieta ¡Oh, cruel Shakespeare que lo hizo fantasear!

Las ganas de vivir lo abandonaron mientras gritaba al cielo, con el brazo de la protagonista que hacía el papel de Julieta, pasando por sus hombros. La realidad era cruel, pero volver de una dulce y larga fantasía lo era más

Cuentos de plumas de ganzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora