Epílogo: Always.

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—¡Te encontré mamá! —gritó jubiloso mi pequeño—. Te toca a ti esconderte.

—Ya no corazón. Ya es hora de irnos a la cama, pero antes, un buen baño de agua caliente no te hará nada mal —solté una carcajada el verlo fruncir el ceño como su papá—. No me hagas esa cara y ve al baño que ahorita te alcanzo.

—¡Te encontrarás con una sorpresita! —aulló mientras subía, corriendo, las escaleras.

Mi pequeño bebé, Alan, tenía seis años de edad. Los mismos que tenía su padre de fallecido. A pesar, de que físicamente era parecido a mí: ojos pardos, cabello castaño oscuro y quebrado, piel blanca, sonrisa traviesa y nariz respingona. En personalidad, era idéntico a su padre. Tanto que a veces me dolía horrores ese parecido y terminaba llorando en mi recámara.

Fueron años llenos de dificultad. No era fácil cargar sola con el apellido Prince teniendo a un recién nacido. La mayor parte del tiempo me la pasaba en reuniones cuidando del patrimonio que Severus nos había dejado. Apenas tenía tiempo para cuidar de mi bebé. Agradecía que Luna, Ginny y Molly, aunque también los muchachos, me ayudaran a cuidar de él mientras yo no estaba.

«Me haces tanta falta mi amor».

Esa oración la repetía cada noche antes de dormir y perderme en el mundo de los sueños donde podía volver a verlo. En ese lugar nuestros labios no separaban hasta que el despertador sonaba sacándome abruptamente de mi paraíso.

—¡Mamá! ¡Qué esperas para venir a bañarme señora sabelotodo!

Ah… Se me olvidaba. Los dulces podían alterarlo a tal grado que se volvía un demonio, por eso es que aún no sabía en qué casa quedaría. Aunque me inclino más por Slytherin… Hogwarts debería prepararse para el próximo Severus Snape en Alan Prince Granger.

—¡Ya voy niño atrevido!

—¡Usted es la atrevida por dejarme abandonado en el frio baño!

Quizás si mi esposo estuviera vivo las cosas fueran mejor. Mi hijo hubiera crecido con su padre a su lado y sería él quien le contara sus historias, yo tendría quien me acurrucara todas las noches, seríamos una familia completa así como Severus anhelaba.

Sin embargo, he aprendido, en estos seis años, que la vida debe disfrutarse en cada una de sus etapas. Que todo tiene su tiempo: tiempo para crecer, estudiar, trabajar, tener familia, etc.

Severus cumplió su palabra. No había nada en la tierra que pudiera separarme de él porque nada iba a lograr que dejara de amarlo y eso nos hacía eternos. Sobre todo, que nuestro hijo era testigo y prueba de ello. 

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Es todo. Les agradezco que leyeran lo que salió de mi corazón para un día tan especial y lleno de tristeza como hoy.

Alan Rickman, amado como Severus Snape y muchos otros personajes a quienes dio vida.

—After all this time?
—Always.

P

or siempre, Alan Rickman.


¿Lo prometes? -Lo Juro-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora