Te confieso amor: que estar maldito nunca fue más hermoso, y permitirte destruirme es un acto de adoración.
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"No soy un chico correcto y no he podido enseñarte nada que no esté jodido Harry, pero es lo que soy y es con lo que yo te amo."
Louis a Harry. ...
Harry nunca sintió más ansiedad por ser lastimado duramente, o ese pensamiento calentaba y golpeaba su piel, sus deseos y sensaciones cuando Louis lo empujaba más hondo en la cama entre estocada y estocada. Quizás cada vez que estaban juntos tan íntimamente lo sentía así, como la primera vez, como si ninguna próxima vez pudiera ser más perfecta e intensa.
Pero era mentira, porque se repetía una y otra vez cuando Louis le raspaba la piel con las puntas de sus dedos, cada segundo en que sus labios conectaban con su cuello y pecho y abdomen, en el preciso momento en que clavaba los dientes sobre sus muslos y adoraba sus pantorrillas con brotes de besos que se transformaban en sonidos de eco con sus pedidos de más.
¿Cómo podría alguna vez amar más que esto?
¿Cómo podía ser esto malo, si él se sentía tan bien?
El dolor de su cuerpo se convertiría en pasajero, las marcas cicatrizarían y él estaría listo para la próxima vez. Las manchas de sangre no goteaban, se impregnaban en las sabanas y cobijas y se mezclaba con sus fluidos en todo su cuerpo, y Harry necesitaba más.
Louis estaba aún en su interior, respirando pesado contra su mejilla, haciendo un sonido más parecido a un animal posesivo y furioso que a un ser humano. Sentía su cuerpo absolutamente adolorido y su propia respiración era errática y tensa; hacer el amor se estaba convirtiendo para ambos en morir un poco.
—No te duermas —pronunció Louis con los dientes apretados, acariciando su mejilla hasta el pómulo de Harry—. Aún no termina.
Harry abrió los ojos y obedeció, empezando a mover sus pies entre los muslos de su hermano mayor en una tranquila forma de caricia. Tenía pereza y cansancio; todo lo que quería hacer ahora era perderse a la deriva del mundo de los sueños, pero aún sentía su pene duro contra el abdomen de Louis y su entrada llena e irritada. No era la clase de sensaciones que puedes olvidarte para dormir.
—Mmmm... —Harry se presionó hacia arriba, con un ruido de berrinche desde el fondo de su garganta—. Lou.
Louis giró su cadera al momento en que clavó sus dientes en la mejilla de Harry, provocandole un chillido agudo y que lo empujara y golpeara con la palma abierta, rasgandole la piel con fuerza sin lograr apartarlo realmente.
Harry respiraba pesado, sus ojos enrojecidos e hinchados se entrecerraron y sus labios temblaron cuando encaró al mayor que estaba presionando su pecho con el brazo para impedir que lo alejara; una ladeada y pequeña sonrisa de superioridad deformó el rostro de Louis, quién tenía el alrededor de sus labios, barbilla y mejillas manchas de sangre fresca y seca. La sangre de Harry.
