02| Mátame Isabelle.

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— Si saben del paradero de la paciente Isabelle Mendes o del hombre, cuya identificación aún no se sabe, que la ayudó a escapar, no duden en comunicarse con el número que parecerá a continuación. Solo recuerden que ella sufre de problemas mentales, es muy peligro...

Alguien —llamado Jackson—, apagó la televisión frustrado evitando que yo siga viendo las noticias, en las cuales decían lo muy "peligrosa" que era para la sociedad y lo "lunática" que estaba.

— No deberías de estar viendo eso —habló sentándose a mi lado con una caja con un par de papeles que desde mi perspectiva no sabía que era—, te has pasado toda la tarde viendo cada noticia acerca de ti.

— Somos buscados. Me he convertido en una fugitiva —dije horrorizada. Mi yo de hace dos años estaría avergonzada de mí yo de ahora. Tenía planeado mi futuro..., junto con Ana. Y ahora, todo se fue a la basura—, tú tienes suerte de no haber sido reconocido ¿Cómo es que saben que alguien me ayudó a escapar? —señalé.

El se lo pensó unos segundos para luego solo encogerse de hombros restandole importancia. Claro, como el no está siendo buscado.

— ¿Qué traes ahí? —decidí cambiar de tema, enfocándome en aquellos papeles y ¿discos? que traía en su mano.

— Ah cierto, estos papeles contienen toda la información que tú le diste al oficial de policía el día que declaraste, además de tu informe médico y los discos son grabaciones de tu declaración —respondió dándome unos cuantos papeles—. No entiendo como es que te mandaron a ese centro de rehabilitación, estás en perfectas condiciones. En las pruebas que te hicieron no hay signos de que estés drogada. Además el cuerpo de Ana no se encontró como para que aseguren que tú la mataste. Solo que...

— Dijeron que era yo por dar tremenda declaración fuera de lo común y comportarme como una lunática —terminé por Jackson— Ya lo sabía. Además solo recuerdo esa noche, por ese lado comprendo a los oficiales —añadí recordando la manera en la que el oficial Cristian me miraba cuando gritaba que el monstruo estaba ahí. Estaba aturdido con una mezcla de miedo en su mirada por mi comportamiento.

— Este caso es diferente —habló sacando todos los papeles de la caja.

Fruncí el ceño confundida.

— ¿A que te refieres? —pregunté desconcertada.

— No eres la única a la que le ha pasado esto, ni tu ni yo —comentó. El tono gélido que usó me desconcertó un poco tanto que llegó a intimidarme, pero no lo hice notorio.

— Quieres decir que hay más personas que han vivido lo que yo... digo nosotros —sus ojos me miraron atentamente para luego asentir en respuesta.

— No hay muchos viernes trece en cada año, por lo que tampoco hay muchas personas que pasan por lo mismo. Pero si contamos siete años atrás hasta hoy, aproximadamente serían trece personas, incluyéndonos —explicó—. Esas personas pasaron por lo mismo, diferentes situaciones pero misma historia. Un hombre con la cara rajada se metió a su casa y se llevó a una de las dos personas. La que quedo fue acusada de su muerte por tal declaración y fue llevada a un centro de rehabilitación.

— Ya voy entendiendo pero lo que no me cabe es ¿por qué mi caso es diferente? —cuestioné atando cabos.

— Porque esas once personas se suicidaron cuando fueron encerradas —respondió y mi cara fue completo asombro y ¿miedo? No sé porque sentí miedo.

— ¿Por qué?

— Ese fenómeno, lo provocó. Se metió a sus mentes e hizo que se suicidaran.

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2017 ⏰

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La Noche de la DesapariciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora